Yapa: Pop. Añadidura gratuita a la mercadería adquirida
La niñez siempre es una buena fuente adonde la memoria acude para recordar la propia existencia, además de los usos y costumbres de la época.
Era común, a mediados del siglo pasado, que los niños de corta edad hiciésemos algún mandado al almacén del barrio, no existían demasiados peligros en la calle. Cuando me tocaba hacerlo era todo un acontecimiento, me vestía para la ocasión con esmero. Si llovía estaba de parabienes, era una hermosa oportunidad para usar las galochas de goma, eran una especie de zapatos de caucho que se colocaban como cobertura del calzado, y también sacaba a relucir el paraguas y si era invierno los infaltables guantes de cuero, con piel adentro, completaban la vestimenta. De paso, para que no se me perdiesen las “chirolas” (monedas de veinte centavos) llevaba una pequeña carterita de cuero o monedero cuya prendidura instaba a abrirlo y cerrarlo a modo de tic nervioso.
El almacenero conocía a cada uno de sus clientes y nos llamaba por el nombre, no es poca cosa sentirse nombrado ni siendo niño ni siendo adulto.
Muchos de los alimentos se compraban sueltos, cada uno pedía lo que el bolsillo le permitía: ½ k de yerba, 1 k de cascarilla, que era nuestro cacao para la tarde, ½ k de azúcar, y tantos otros como el arroz, el café, porotos, garbanzos, pasas de uva, aceitunas, fideos,etc.
Fue en aquel tiempo que conocí la yapa, la yapa como regalo del vendedor al comprador, la yapa como añadidura, la yapa como atención al cliente, e incluso como mimo cuando de caramelos se trataba. La palabra yapa proviene del quechua y significa ayuda, aumento. Así se sentía cuando el almacenero agregaba dos o tres aceitunas de yapa o una cucharada más de mermelada o dulce de leche. Aún guardo en mi memoria la forma de envolver los alimentos que tenía mi almacenero del barrio como quien le hace el repulgue a una empanada de papel.
Tal vez, las balanzas de precisión mataron la yapa, o quizá los grandes supermercados lograron despersonalizarnos al punto tal que dejamos de ser un nombre para ser tan sólo un ticket, una mirada fría y una palabra en suspenso tras un barbijo que nos enmascara.
El progreso muchas veces duele, y en cierto punto, avanzar es también perder costumbres que nos humanizan y nos hermanan.
por Ana María Caliyuri
La Yapa
Una joya para mí
es el sabor de tus besos
se caen del propio peso
pero no llegan al fin
y prefieres presumir
teniéndome preso.
Estoy convencido que
tus ojos brillan de verme
y no puedo convencerme
porque me dijiste ayer
que habrá una primera vez
mañana con suerte.
Yo quiero sin ofender
decirte que andas uvita
el corazón te palpita
tan solo de suponer
que te pediré otra vez
me des la yapita.
No entiendo porque razón
tu corazón se me escapa
y tu boquita me mata
cuando me dices que no
que aparte del corazón
te pido la yapa.
No soy pretencioso, amor
pero porque me lastimas
adentro llevo una espina
que me dobla el corazón
si la yapa es la ilusión
de toda mi vida.
A veces me da a pensar
que vos te haces la rogada
mi ruego no tiene entrada
te haces la de no…
Letra: La Moro seudónimo de Noemi Cristina Laspiur
Música: Jorge Rojas
Los Nocheros – Album Signos – 1998
“Ya se fue el marchante de los tiempos viejos, que los niños esperábamos ansiosos por la yapa de leche…”. José Álvarez, Fray Mocho Cuentos…, 1
// Adehala, lo que por donación o convenio se añade al precio recibido (“Y quinto, sí, señor, ¡Quito y último! ¡la yapa! Una gran caja llena, pero materialmente llena de toda clase de lápices…”. Jorge Payró, Violines…, 65
// Añadidura, en general (“Los negocios no son para las personas de su edad, y que de yapa usan gorrito”. Lima, Con los “Nueve”…, 126
Del quechua yápa: lo que se añade o se agrega.
“Había laburo a cuenta gotas; eran los tiempos en que la yerba venía en bolsas tipo torpedo y uno iba al almacén con cinco guitas y pedía la yapa y había bolsas con vainas de algarrobo y le atragantabas con gofio.”
Por Enrique O. Sdrech a Oscar Pesce – Clarín – 1998
“Orestes Di Lullo (Contribución al estudio de voces santiagueñas) dice que “yapa” es el nombre con que se significa el añadido en quichua “yapana” y “yapani”: añadir, dádiva que hace el vendedor al comprador, que deriva del verbo “yapay”: dar más o añadir”.
Los Profetas del Odio y la Yapa – Arturo Jauretche – Peña Lillo – 1957