Por unas libras de carne se desató una cadena de tragedias que arranco con el asesinato de su mejor amigo y termino con su propio suicido. Lisandro de la Torre fue un luchador solitario contra la corrupción y los negociados y sigue hablando con la verdad.
Caras y Caretas – Julio 2006 – Ilustración Alfredo Sábat
Lisandro de la Torre: La voz de un Hombre Honesto
Lisandro de la Torre, el político que enfrentó en soledad la corrupción y los negociados de la década infame, nació en Rosario el 6 de diciembre de 1868. Cursó primaria y secundaria en la ciudad y, al egresar del Colegio Nacional, se mudó a Buenos Aires para estudiar derecho. A los 20 años se graduó de abogado con su tesis sobre el gobierno municipal y regresó a Rosario donde tomo contacto con los círculos opositores a la política de Juárez Celman que confluirían en la formación de la Unión Cívica en 1889. En julio de 1890 volvió a Buenos Aires y participó activamente junto al sector de Leandro N. Alem en la Revolución del Parque. Fue uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical, pero por disidencias con Hipólito Yrigoyen, con quien llega a batirse a duelo, se separa de la UCR y funda su propio nucleamiento político: el Partido Demócrata Progresista. Será desde su banca de senador por ese partido donde denunciará el régimen fraudulento y corrupto de Agustín P. Justo y Julio A. Roca (hijo) Un matón a sueldo de la oligarquía gobernante intentará matarlo en plena sesión del Senado asesinando a su amigo, compañero y senador electo por Santa Fe, Enzo Bordabehere. Lisandro entrará entonces en una profunda depresión y terminara suicidándose años más tarde, el 5 de enero de 1939.
-¿Cómo fue su participación en la Revolución de 1890 contra el régimen de Juárez Celman?
-Yo estuve en muchas de las interioridades de la Junta Revolucionaria debido a la amistad que, a pesar de mi juventud, me mostraban Del Valle y Alem, y actué como centinela del gobierno revolucionario en su despacho del Parque y vi con mis ojos muchas cosas que no aparecen en los partes, que podrían vincularse a trascendentales acontecimientos posteriores.
-¿Por qué decidió apartarse de la UCR?
-El Partido Radical ha tenido en su seno una actitud hostil y perturbadora, la del señor Yrigoyen, influencia oculta y perseverante que ha operado por lo mismo antes y después de la muerte del doctor Alem, que destruye en estos instantes la gran política de la coalición, anteponiendo a los intereses del partido, sentimientos pequeños e inconfesables.
-¿Cuáles eran los objetivos fundacionales del Partido Demócrata Progresista allá por 1914, en el momento de auge del radicalismo?
-Después de la disolución de los antiguos partidos, participamos del deseo general de crear uno nuevo, no para que haga vivir situaciones y partidos del pasado, sino que inspirados en la alta tradición del espíritu argentino, pueda armonizar con las exigencias presentes y futuras de nuestra sociedad, todo lo que debe ser conservado como vinculo de solidaridad entre las anteriores y las nuevas generaciones. Queríamos que ocupen los principales puestos nacionales ciudadanos que hayan dado pruebas suficientes de aptitud para realizar los anhelos permanentes de orden institucional, de progreso económico, de continuidad en la labor de la cultura moral e intelectual, fundados a costa de tantos sacrificios de las generaciones anteriores.
-¿Cómo leyó políticamente el fracaso del frente electoral que usted integraba y el triunfo de Yrigoyen en 1916?
-Las clases media y proletaria no se conforman con quedar libradas a los beneficios que puedan derivarse del “bienestar general”. Quieren saber concretamente que propósitos tienen los partidos políticos sobre las cuestiones que a ellas les interesan: participación de los obreros en las utilidades de las fábricas, limitación de las grandes ganancias y de las grandes fortunas, pensiones a la vejez, seguro de desocupación y otros puntos semejantes. No caben ya equívocos sobre las cuestiones sociales y del trabajo, por más que los conservadores argentinos no lo comprendan todavía.
-Usted tuvo, a pesar de las claras diferencias que los separaban, una amistad perdurable con el general Uriburu. ¿Por qué rechazó su oferta de integrar su gobierno tras el golpe del 6 de septiembre de 1930?
-Porque el programa de Uriburu era más amenazador que el de Yrigoyen. El general desconfiaba de la capacidad del pueblo para gobernarse, no creía en la elevación moral de los hombres políticos y atribuía a las institucionales libres vicios orgánicos que las conducían a la demagogia. Yo creo exclusivamente en el gobierno de la opinión pública.
-Desde su banca de senador por Santa Fe usted se opuso tenazmente al Pacto Roca- Runciman que otorgaba enormes beneficios a Gran Bretaña a cambio de dudosas ventajas a nuestro país. ¿Qué lugar le asignaba aquel pacto a la Argentina?
-El gobierno inglés le decía al gobierno argentino no le permito que fomente la organización de compañías que le hagan competencia a los frigoríficos extranjeros. En esas condiciones no podrían decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se tomaba la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos tenían cada uno su cuota de importación de carnes y la administraban ellos. La Argentina era la que no podía administrar su cuota. No sé di después de esto podíamos seguir diciendo “al gran pueblo argentino salud”.
-Los sectores conservadores siempre agitan el fantasma del comunismo, incluso llegaron a acusarlo a usted de comunista.
-El peligro comunista es un pretexto, es el ropaje con que se visten los que saben que no pueden contar con las fuerzas populares para conservar el gobierno y se agarran del anticomunismo como una tabla de salvación. Bajo esa bandera se pueden cometer toda clase de excesos y quedarse con el gobierno sin votos. Yo soy un afiliado a la democracia liberal y progresista que al proponerse disminuir las injusticias sociales trabaja contra la revolución comunista, mientras los reaccionarios trabajan a favor de ella con su incomprensión de las ideas y de los tiempos.
-¿Por qué decidió suspender el debate en torno del tema del negociado de los frigoríficos tras el asesinato de Bordabehere?
-Era absurdo pensar que el debate sobre la investigación del comercio de carnes pudiera seguir con mi intervención mientras subsistían en mi espíritu las dudas que mantenía acerca de que se trajo el Senado a un guardaespaldas, extraído de los vahos fondos, para gravitar sobre el resultado. Los indicios que existían eran tan vehementes, que no me era posible prescindir de ellos. Si lo hubiera hecho, faltaría al respeto y al afecto que debo a la memoria del doctor Bordabehere, y autorizaría a cualquiera a poner en duda la sinceridad de mi indignación…El primero en lamentar que mi contrarréplica, que por otra parte estaba muy avanzada, quede inconclusa soy yo; pero tengo la tranquilidad de haber producido tales pruebas y haber hecho tales demostraciones, que no necesito más para afirmar en la conciencia pública la razón de todo lo que he sostenido en este debate.
-Despues de una serie de decepciones políticas y del asesinato de su amigo Bordabehere, tomo la decisión de suicidarse. ¿No puede recordar las palabras expresadas en su última carta a sus amigos?
-Les ruego que se hagan cargo de la cremación de mi cadáver. Deseo que no haya acompañamiento público ni ceremonia laica ni religiosa alguna. Mucha gente buena me respeta y me quiere y sentirá mi muerte. Eso me basta como recompensa. No debe darse una importancia excesiva el desenlace final de una vida. Si ustedes no lo desaprueban, desearía que mis cenizas fueran arrojadas al viento. Me parece una forma excedente de volver a la nada, confundiéndose con todo lo que muere en el Universo. Me autoriza a darles este encargo al afecto invariable que nos ha unido. Adios.
Caras y Caretas – Julio 2006 – Por Felipe Pigna – Ilustración Alfredo Sábat
Asesinato en el Senado de la Nación
Dirección: Juan José Jusid
Producción: Horacio Casares
Guion: Carlos Somigliana
Música: Baby López Fürst
Protagonistas: Pepe Soriano – Miguel Ángel Solá – Oscar Martínez – Alberto Segado
País: Argentina
Año: 1984
Género: Histórica – Drama
Compañías: Productora – Horacio Casares Prod. S.A. – Ficha en IMDb
Sinopsis
La película pone de relieve las denuncias realizadas en 1935 por el senador demócrata progresista Lisandro de la Torre acerca de los negocios que empresas británicas efectuaban con las exportaciones de carne vacuna argentina y que implicaban actos de corrupción por parte de los ministros Federico Pinedo y Luis Duhau; todo lo cual concluyó trágicamente en el intento de asesinato del propio de la Torre en plena sesión del Senado, el cual terminó cobrándose la vida de Enzo Bordabehere.
La historia se centra en Ramón Valdés Cora, un matón pago aliado al gobierno conservador durante la década infame, quien fue expulsado de la fuerza policial por corrupción y con múltiples procesos por estafas, falsificación de documentos y extorsiones a prostitutas. Ramón Valdés se convierte en el brazo armado de un congresista que busca desesperadamente acallar la fuerte voz crítica del senador Lisandro de la Torre, quien denuncia públicamente y con pruebas la corrupción del gobierno y las graves consecuencias económicas que la misma administración le impondrá al pueblo luego de la firma del pacto Roca-Runciman.
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