Cuando descubramos que tenemos brillo y que queremos compartirlo, estaremos en línea directa con la vida y el universo; y tenemos alegría y la brindamos, tenemos entusiasmo y lo demostramos. Nadie podrá arrebatarnos lo que es nuestro…
Por Claudio Valerio
Sin Excepción, Todo el Mundo Tiene un Alma
Cada camino es una aventura individual; no existe una, o unas fórmulas exactas en esta búsqueda. Deberíamos darnos cuenta que, en la búsqueda espiritual de nuestra divinidad interior, estamos en la búsqueda de nuestra conciencia.
Seamos conscientes que, en el fondo, somos Luz en movimiento y que, en esencia, esta luz es el común denominador que nos vincula con la creación, con la vida y el cosmos. Debemos enfrentarnos con esas experiencias del pasado que nos han dejado huellas emocionales y hasta cicatrices. Desde luego que el trabajo interior es el antídoto que sana nuestros patrones negativos; la meditación, en algunos casos, ayuda mucho a la persona.
Ilustración de July Roggiero (Campana, Buenos Aires)
Pero, a pesar de esa Luz, de tener claro nuestro origen, nos enredamos en los laberintos de la personalidad. Necesitamos ir en la búsqueda del espacio interior que genera nuestro estado de felicidad y, para ir hacia allí, es necesario usar nuestra inteligencia para lograr la conexión con lo divino… ¡Todo el mundo quiere ser feliz!
Nos volvemos dependientes si nuestra felicidad nos la da un objeto o persona externa y, desde luego, que esa dependencia nos hace perder la libertad.
Cuando descubramos que tenemos brillo y que queremos compartirlo, estaremos en línea directa con la vida y el universo; y tenemos alegría y la brindamos, tenemos entusiasmo y lo demostramos. Nadie podrá arrebatarnos lo que es nuestro… Todo lo que no se da se pierde.
En todo lo que decidimos pensar, hacer y creer, el Universo nos apoyará totalmente.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un saludo, y mi deseo que Dios te bendiga y prospere en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio
© Valerius