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Pascual “Pascualito” Pérez
El país se paralizó para escuchar la pelea, se decretó asueto en las escuelas y los festejos ganaron la calle
Pascual “Pascualito” Pérez

Cuando el campeón llegó al aeropuerto porteño, lo recibieron el presidente de la Nación, el peso pesado (retirado) Luis Ángel Firpo y una multitud clamorosa. Trepado a una autobomba, paseó por toda la ciudad recibiendo el saludo de la ciudadanía.

Una Multitud Aguardó a Pascual Pérez en el Aeroparque Metropolitano.
Tras lo Cual Partieron en Caravana por las Calles de Buenos Aires

Finaliza el año 1954 en un contexto mundial muy tenso, ya que Estados Unidos hace estallar en el Océano Pacífico su novedosa bomba de hidrógeno, mucho más potente que las atómicas descargadas sobre Japón nueve años antes. A su vez, en Vietnam el ejército colonial francés es derrotado por el Viet Minh y el pequeño país fue dividido en dos partes, en el marco de la Guerra Fría entre las dos superpotencias; Estados Unidos y la Unión Soviética.

En nuestro país las tensiones políticas internas generan preocupación, pero una noticia deportiva llena de alegría a los argentinos: el 26 de noviembre un boxeador de pequeña estatura, Pascual “Pascualito” Pérez le arrebata el título de Campeón Mundial de la categoría mosca al japonés Yoshio Shirai en Tokio.

El esperado combate sufrió dos postergaciones sucesivas, ya que primero Pérez recibió una lesión durante un entrenamiento (lo que le valió la pérdida de la mitad del beneficio pactado) y luego ya en Tokio, una fuerte tormenta azotó la ciudad, obligando a posponer la pelea una vez más. Ésta finalmente se concretó el día mencionado, permitiendo a Pascualito volver con la corona mundial de los moscas.

Ambos púgiles se habían enfrentado el 24 de julio del mismo año, en el Luna Park de Buenos Aires.

El combate se realizó fuera de título, es decir “amistoso”, que no calificó para las respectivas trayectorias. Con el estadio repleto y la presencia del presidente de la Nación Juan D. Perón, la lucha culminó en un empate que a juicio de los observadores y cronistas deportivos, el argentino se impuso claramente sobre el japonés. No obstante, sirvió para medir públicamente las posibilidades de ambos contrincantes y generar expectativas para el enfrentamiento por el título, a disputarse en Tokio.

Los orígenes y la trayectoria del “León Mendocino” como lo apodó la prensa del rubro, no difiere mucho de las de otros boxeadores que hicieron historia.

Nació el 4 de mayo de 1926 en Tupungato, provincia de Mendoza, en el seno de una familia humilde en la cual él era el menor entre nueve hermanos. A partir de 1944 comienza a medirse como amateur hasta 1950, participando en 16 torneos de esa categoría.

En los Juegos Olímpicos realizados en Londres en 1948, Pascualito obtiene medalla de oro en boxeo y comienza a llamar la atención del público amante de ese deporte y los periodistas deportivos. En 1952 inicia su carrera profesional ganando una pelea detrás de otra; “pega como un liviano”, afirman en el ambiente boxístico. Pero Pascualito no es sólo pegada, la velocidad con que se desplaza en el cuadrilátero, los ganchos fulminantes con que sorprende a sus rivales, compensan holgadamente su baja estatura.

Refiriéndose a las particularidades del púgil, el legendario relator Ulises Barrera cuyo nombre está ligado a la historia del box argentino, se refirió a Pérez:  “Pascual Pérez es para mí el mejor campeón del mundo que tuvimos. No ignoro las diferencias de división, como la que tuvo Monzón, ser campeón de los medianos no es lo mismo que ser campeón mosca. Pero a los grandes no se los discrimina por el peso, sino por lo que hacían en el ring” (1).

La Zurda de Pascualito Pérez ante Shirai, se Impuso por Puntos,
Luego de un Combate de 15 Rounds,
Fue una de las Jornadas más Gloriosas para el Deporte Argentino

La asombrosa suma de victorias le hacen alcanzar el título de Campeón Argentino de la categoría y finalmente en 1954, después de medirse en el Luna Park con el campeón japonés, cuyo resultado fue ese discutido empate, Pérez reta a Shirai por el título mundial. El evento se concreta en el Korakuen Baseball Stadium de Tokio, ciudad a la que viaja con su entrenador Felipe Segura. El combate fue arbitrado por Jack Sullivan, un militar estadounidense acantonado en Tokio y que contaba con amplia experiencia en el tema.

En la balanza, Shirai acusa 50,135 kg y el mendocino 49,435 kg; el límite de la categoría era 50,800 kg. Yoshio Shirai tenía 31 años y Pérez, 28. El japonés es más alto y el largo de brazos le puede jugar en contra a Pérez, lo que nuestro hombre compensa acortando distancia, “entrando y saliendo” con golpes cortos y certeros, que van desgastando al rival. En sucesivos asaltos se va apreciando la superioridad del argentino, que mandó dos veces a la lona al campeón.

Al finalizar la lucha (15 rounds), los jueces dieron la victoria a Pascualito en fallo unánime.

Argentina tenía su primer campeón mundial de boxeo y Japón perdía la corona de los mosca, que Shirai retuvo con hidalguía durante dos años.

Agotado y muy emocionado, Pérez mediante el micrófono del relator Manuel Sojit que transmitió la pelea por radio en directo para Argentina, agradeció el apoyo del presidente Perón al deporte y le dedicó su triunfo. En la espalda de la bata del flamante campeón, podía leerse: “Perón Cumple”.

Perón “Pascualito” y la Bata Estampada

A su vez, el jefe de Estado le envió un telegrama en el que lo felicitaba por el triunfo en nombre del pueblo argentino, la afición y el suyo propio.

El país se paralizó para escuchar la pelea, se decretó asueto en las escuelas y los festejos ganaron la calle. Cuando el campeón llegó al aeropuerto porteño, lo recibieron el presidente de la Nación, el peso pesado (retirado) Luis Ángel Firpo y una multitud clamorosa. Trepado a una autobomba, paseó por toda la ciudad recibiendo el saludo de la ciudadanía.

Pascualito saboreó las mieles de su merecida fama, pero el 30 de mayo de 1955 puso en juego su título por primera vez contra su rival Yoshio Shirai, en Tokio. Lo derrotó en el quinto round por knockout. Luego defendió su reinado ocho veces, teniendo como escenarios además del Luna Park, las canchas de Boca Juniors y San Lorenzo de Almagro. En el exterior combatió en Montevideo, Caracas, Panamá, nuevamente Tokio y otros destinos venciendo a todos sus retadores.

Con 34 años, en abril de 1960 viajó a Tailandia para enfrentar al joven Pone Kingpetch de esa nacionalidad, perdiendo el título de Campeón Mundial de los moscas.

A partir de allí, comienza el lento declive. Su sonrisa franca, el pelo engominado y el jopo atildado, ya no frecuentan las tapas de las revistas especializadas.

El hombre resiste la adversidad y sigue trepando a los rings, pero la derrota sufrida a manos del panameño Eugenio Hurtado que lo obligó a abandonar en el sexto round, le anuncian el final de su carrera en 1964, después de batallar como profesional durante doce años.

Su impresionante currículum exhibe más de 80 victorias por knockout, perdiendo 7 combates y con un sólo empate; pese a la soledad y la pobreza con que transitó los últimos años, su recuerdo permanece en la memoria deportiva como uno de los más grandes del ring.

Falleció el 22 de enero de 1977 de cirrosis, a los 50 años. En 2004 la Confederación Latinoamericana de Boxeo (CLAB) le concedió el título de Campeón Sudamericano encarácter post mortem.

  1. La Prensa – Buenos Aires, 26-11-2004.-

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