Enriqueta Muñiz
Historia de una investigación. Operación masacre de Rodolfo Walsh: una revolución de periodismo (y amor) – Planeta – 2019
Más de sesenta años después de Operación Masacre, la familia de Enriqueta Muñiz pone fin al misterio y revela los diarios que la colaboradora de Rodolfo Walsh escribió de puño y letra durante la investigación. Se incluyen, además, las cartas y poemas que él le envió. Y documentos y fotografías de un tiempo que dejó una marca imborrable para la historia literaria y periodística de la Argentina.
“Esta es una reseña breve de una investigación policial en la que me metí con la misma alegre inconsciencia que impulsó a Walsh a ofrecerme mi parte de aventura. Quedan aquí nuestros movimientos, nuestros triunfos y nuestros sustos”.
De los Diarios de Enriqueta Muñiz
“Darling, ahora que he releído tus cuadernos, voy a escribiste alginas cosas sobre la extraña fábula que vivimos…”
De una da las Cartas de Rodolfo Walsh
“Los papeles que amorosamente guardó Enriqueta Muñiz y que ahora podemos leer no son meramente los pretextos de un libro ni su lado B, sino una puerta que abre la circulación del sentido en direcciones tal vez inesperadas”
Del Prólogo de Daniel Link
Cristina Eseiza
Profesora en Letras – UBA
Escritora
Referencia
Con el título «Historia de una investigación. Operación masacre de Rodolfo Walsh: una Revolución de Periodismo (y Amor)», el libro reproduce los manuscritos originales que Muñiz (Madrid, 1934 – Buenos Aires, 2013) escribió en cuadernos de hojas cuadriculadas entre 1956 y 1957 mientras visitaban a los testigos, familiares de los sobrevivientes y recorrían las localidades de Florida, José León Suárez, Boulogne o Villa Ballester para reconstruir los hechos ocurridos la noche del 9 al 10 de junio de 1956.
El periodista Diego Igal conoció a Muñiz en 1993 cuando era estudiante y ella fue a dar una charla a Taller Escuela Agencia (TEA) en la materia periodismo de investigación.
Más tarde quiso entrevistarla, le escribió un correo electrónico, fue hasta su departamento pero no logró encontrarla; en 2014 volvió a intentarlo y al llamar a la Academia Nacional de Periodismo, que ella había integrado, supo que había muerto.
Así empezó el vínculo con el hermano de Enriqueta y descubrió la existencia de esos cuadernos en los que están los diálogos, las descripciones y precisiones de días y horarios de esa investigación que su familia aceptó publicar.
«Las anotaciones de Walsh, la correspondencia, es todo un tesoro. Creo que es un rompecabezas al que sin duda le faltan muchas partes y cuya imagen completa no tenemos ni tendremos nunca», reflexiona Igal, en diálogo con Télam, sobre el libro publicado por Planeta en el que colaboró con la escritura de la introducción.
Sobre los textos en letra cursiva, perfectamente legible de Enriqueta, hay observaciones de Walsh que dan cuenta de la pasión, la ironía y el clima de esa investigación que para Igal es de «una intensidad que aún para cualquiera que esté afuera de ella resulta fuertísima. Los detalles, la intimidad, la relevancia y otros aspectos se insinúan o se pueden elucubrar a partir de estos documentos, pero la dimensión que tuvo quedó en ellos».
El escritor y ensayista Daniel Link, quien estudió y editó la obra periodística de Walsh, sostiene que en estos diarios «lo que se puede ver es el proceso de producción de un libro: la cantidad de personas involucradas, las idas y vueltas, los cambios de rumbo. O sea: permite devolverle a una obra (en este caso, ´Operación masacre´) una movilidad que la fijación en el canon tiende a neutralizar. El archivo permite mirar mejor lo que está vivo».
«El trabajo de Enriqueta con Walsh fue decisivo. Un poco por eso, Walsh le dedica el libro y dice, en los papeles que se publican ahora, que antes quema el libro que no dedicárselo. Eso es porque ningún libro y ninguna investigación son el producto de un ´genio´ individual, sino la feliz coincidencia de múltiples talentos», dice Link.
Después de la publicación de «Operación Masacre», los caminos de Walsh y Muñiz se diferenciaron y ella realizó un recorrido profesional más cercano al periodismo cultural. Por ejemplo, trabajó en el equipo de comunicación del Festival Internacional de Mar del Plata donde conoció a Horacio Verbitsky, quien reconoce en esta publicación que le enseñó «cosas elementales del oficio».
Para Link, encargado del prólogo, «a diferencia de Walsh, Enriqueta permaneció ´no peronista´.
Un poco por eso, no le gustaba pensar ese punto de inflexión que llevó a Walsh a lugares políticos que ella no compartía. Pero, al mismo tiempo, es evidente que este diario estaba destinado a ser publicado. Está escrito de corrido, limpiamente, como quien prepara un original a partir de anotaciones previas. Eso implica, claramente, un deseo de publicación.
Haber guardado esos cuadernos, y todos los demás materiales, significa lo mismo».
En las casi 300 páginas que permiten al lector asomarse a una metodología de investigación, se pueden encontrar no solamente las notas de Muñiz sino también las cartas y poemas que le había escrito Walsh, los detalles de los caminos recorridos para publicar la obra y los posibles títulos con los que ensayaban: «Los fusilamientos de Suárez», «El Caso Livraga» o «Fusilados al amanecer».
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