“Mirá, pendejo Terminaste con la Viejita Merello en lo de Favaloro”
-También fue amigo de Tita Merello. Los últimos cinco, seis años de su vida hablábamos todos los días por teléfono. Me retaba, me carajeaba… A veces iba a visitarla y no me atendía, no me dejaba pasar. “Pendejo, vos sabés que estoy comiendo y después duermo, vení a las cinco de la tarde”, me decía. Pero era maravillosa. Un día estábamos caminando en el pasillo de la clínica, con su bastoncito, despacito, y me dice: “Mirá, pendejo, pensar que tuviste tantas minas y terminaste con la viejita Merello en lo de Favaloro”.
Página 12 – 11-12-04 – De Karina Micheletto a Cacho Castaña
“La Mirada de Mamá”
-¿Fuiste siempre fiel? -A veces sí. No soy tan infiel. A mí me gusta dejar todo con una pareja.
Cuando hubo infidelidad fue porque valía la pena. ¿Para vos fue un impedimento si la mujer que te quería seducir tenía pareja? -Para mí siempre las mujeres de mis amigos tuvieron bigote. ¿Y si están en pareja con alguien que no es amigo tuyo? -Si no es amigo, me importa tres caramelos. ¿El cambio en tu vida fue el fallecimiento de tu vieja? -Totalmente. Yo tenía la costumbre de que, cada vez que terminaba de cantar en la televisión, la llamaba por teléfono.
A los veinte días que falleció mi vieja, yo hice unos temas en televisión, y cuando terminé bajé por las escaleras, levanté el tubo de teléfono y empecé a marcar los números de la casa de mi vieja. Me quería matar, no lo podía creer. ¿Tomabas en cuenta lo que te decía de los shows? Ella me ensalzaba, y yo no le creía nada. Lo que ella me criticaba eran las minas. Imaginate que yo le llevaba cada atorranta… Le caía los domingos con la mina que me había levantado durante la noche anterior, y ella se ponía loca. Era muy divertido. Ella les ponía unas caras de orto…”
Perfil – 06-12-08 – por D.G.T. a Cacho Castaña
“Lo que el Cielo no te da, la Tierra no te lo Vende”
“La charla transcurre en el departamento de Belgrano –‘me fui de Flores porque me traía demasiados recuerdos’- que Cacho Castaña comparte con Malena, una cocker spaniel, y Andrea, su esposa, 38 años menor que él: 28 a 66. ‘Es psicóloga, la tiene clara. Las minas generalmente se enamoran del atorrante y después lo quieren corregir. Ella no intentó cambiarme, sino contenerme. Es una mina bárbara, muy gamba. Sólo me reclama tener un hijo’. ¿Y? ‘Vamos a ver, vamos a ver’. El asunto le dio letra para el escenario: en sus shows, Cacho suele bromear con el viagra masticable. ‘Se me ocurrió un día, jodiendo, y lo dejamos. Yo he probado el común, pero no da la misma sensación que no tomar nada: no se te para de la misma forma, ni acabás igual. Lo que el cielo no te da, la tierra no te lo vende’.
Por Gaspar Zimenman a Cacho Castaña – Clarín – Espectáculos – 04-12-08
“La Gran Huida de la Casa de Susana”
La anécdota de verano que más recuerdo en mi vida es aquella que también recuerdan muchos por haberla contado tantas veces. Fue aquella que sucedió en Mar del Plata, cuando me escapé en el baúl de un auto ante la llegada de «El hombre» a la casa de Susana. Fue el verano con más estrés que viví, pero también el que a la distancia recuerdo con más simpatía.
Hacía rato que venía pasando las noches ahí, en la casa de Susana. Era una casa muy grande y allí trabajaba mi amigo Adrián, albañil, y mi gran salvador. Un día, mi amigo estaba en el patio cuando vio que llegaba el auto de «El hombre», en aquel entonces, pareja de Susana. Vio que hacía luces en la puerta de entrada. Entonces, Adrián subió corriendo al primer piso para avisarme y sacarme de los pelos de la casa. Con susto, nos tiramos por una de las ventanas de atrás, caímos en las cajas de los tubos de gas y de ahí al suelo sin más escalas. Adrián me metió en el baúl de mi auto y él se subió a conducirlo. «Adónde vas con ese auto?», le preguntó «El hombre». «Me lo prestó un amigo», atinó a decir Adrián, mientras yo me moría de calor y de claustrofobia en el baúl. En la esquina paramos y del miedo salimos corriendo hasta la calle Santa Fe, dejando el auto en una esquina. Me gusta mucho contar esta anécdota porque me remonta a aquella Mar del Plata de la temporada 79-80. Este verano tengo una invitación de Susana para pasar unos días con ella en su casa de Punta del Este. Seguramente alguno me pedirá la anécdota del baúl, que tanto me divierte contar.
La Nación – 07-01-12 – Cacho Castaña