En el folclore árabe existe un monstruo que pocas veces se ha trasladado a la pantalla grande, pero goza de todos los elementos para provocar terror en los espectadores. Su nombre es ghoul, o gul en su traducción al español, y es una criatura que se escapó de las pesadillas anónimas de los cuenta cuentos antiguos.
Mencionado por primera vez -que se tenga registro- en Las mil y una noches, el ghoul es un monstruo que se dedica a profanar tumbas para alimentarse de cadáveres. Suele merodear los lugares más alejados y amenazantes, se lo puede encontrar en los cementerios, sitios en donde busca su alimento, pero también disfruta cazando niños pequeños, robando monedas y confundiendo a los viajantes perdidos. Se dice que puede cambiar de forma, asumiendo la forma de una hiena u otros depredadores desérticos.
Ghoul también es una forma de llamar a los amantes de lo macabro o las cosas relacionadas a la muerte.
Patrick Graham había realizado apenas unos cortometrajes en su breve vida laboral cuando, una noche, tuvo un sueño. En su mente vio a un prisionero aterrorizando a guardias y presos por igual.
Aquel pasaje onírico fue la inspiración para escribir un guion, sin saber qué pasaría.
El sueño mutó en un prisionero al que someten a un proceso de interrogación extremo, y para capturar el espíritu de los interrogatorios más feroces el cineasta leyó informes de la CIA en donde se detallaban los tortuosos procesos para sacar información a los sospechosos de terrorismo.
Graham quería que su monstruo no fuera un vampiro, zombi u hombre lobo, deseaba llevar a la pantalla a una criatura que poco explorada. En el proceso de investigación llegó al ghoul y, de golpe, todo encajó.
Al principio este proyecto estaba destinado a ser una película. Pero cuando la productora Blumhouse, especialistas en cine de terror, decidieron invertir en Ghoul, el creador llegó a la conclusión que una miniserie de tres episodios le permitiría explorar mucho más el argumento sin las restricciones propias de un largometraje.
Netflix, que había decidido incursionar con artistas de la India, apostó por esta producción para que se convierta en la segunda en estrenarse en la plataforma después de Sacred Games.
El cast se conformó con Radhika Apte en el rol de Nida Rahim, una soldado encargada del interrogatorio junto al coronel Sunil Dacunha (Manav Kaul), quienes tienen la tarea de enfrentarse a uno de los terroristas más temerarios que ha visto el mundo distópico y dictatorial en donde se sitúa la historia. Mahesh Balraj es el prisionero Ali Saeed, un hombre que desde que inicia la serie consigue no sólo soportar las torturas y las preguntas, sino que manipula a sus captores casi a placer.
El primer episodio se encarga de establecer este futuro sombrío y las prácticas de represión gubernamental. La prisión a donde destinan a Ali se parecen mucho a aquellos reductos secretos como Guantánamo en donde Estados Unidos montó un campo de concentración “legal” para detener a todos los sospechosos de terrorismo.
El segundo episodio comienza a elaborar sobre el prisionero, empezando a desarrollar el aspecto fantástico de la trama y, por supuesto, el terror. La presencia del Ghoul que da título a la trama explota como una fuerza de la naturaleza encerrada en el ambiente más claustrofóbico posible.
El trabajo con efectos especiales y de maquillaje es de primer nivel, superando las expectativas de otros productos con más “reputación” y presupuesto. Graham consigue elevar la calidad audiovisual aprovechando la premisa sencilla de un monstruo encerrado con un grupo de posibles víctimas, y le saca jugo por doquier.
El tercer episodio es donde la acción frena un poco para darle paso a las necesarias revelaciones. Las sorpresas son pocas, pero contundentes, y le dan a esta mini serie un final digno en donde, una vez más, el horror tiene un papel fundamental, pero no sólo el físico, sino el humano. El director decide hablar sobre el peligro inherente del nacionalismo extremo, y utiliza este futuro posible para hablar sobre el presente. Que haya un monstruo mitológico en el medio podría ser casi anecdótico, pero por suerte para los espectadores, el comentario social se amalgama perfectamente con el aspecto fantástico de la trama.
Ghoul es una producción de excelente calidad que prueba una vez más que la calidad del género no está circunscripta solamente a Estados Unidos. Descubrir productos provenientes de una industria tan grande como la india —es la mayor industria del planeta— siempre es una sorpresa agradable, y más aún cuando la puerta de entrada a este fascinante universo televisivo es una serie impecable y apasionante como esta.
Los tres episodios de Ghoul se encuentran disponibles en Netflix.