A comienzos del aislamiento debido a la pandemia, me llegó una invitación a través de Facebook: formar parte del grupo “View from my window”. Para ello había que compartir una foto tomada desde una ventana del domicilio de cuarentena.
Acepté gustosa y capté algunas vistas enfocadas hacia mi jardín. ¿Qué les puedo contar? Ninguna me terminó de gustar. Nada se podía comparar a las que recibía: picos nevados, grandes lagos, ríos caudalosos, bosques, playas, patios con suntuosas piscinas, cuidados jardines…
Amo lo que contemplo desde mis ventanas, puedo quedarme horas observando los distintos colores de verde luego de una lluvia copiosa. La enamorada del muro que ya comienza a cubrir las altas medianeras que tanto incomodan. Los ciruelos vestidos según la estación que atraviesan. Las flores de las glicinas sin hojas en primavera, las rosadas del laurel de jardín, las rojas de los malvones. La peonía de Filomena, esa que cada año se cubre de rosa, tan bella como su persona.
El gato blanco del barrio que baja a tomar sol sobre el césped, la mariposa más grande que jamás haya visto, y los pájaros… los pájaros que adornan siempre cada una de mis miradas.
Aves de variadas especies, costumbres y colores. Grises en un par de torcacitas que se arrullan. Amarillo exultante del benteveo erguido en la rama más alta de la higuera. Negro azabache de una golondrina perdida en el otoño. Rojizos horneros cuyos nidos perduran año tras año. Calandrias que quieren robarse los bizcochos en verano. Un chimango enojado que picotea el recipiente vacío de restos de comida. El zorzal criollo que no se ve pero se escucha muy temprano en primavera. Y los más pequeños, como esas ratoneras confiadas, infinidad de gorriones típicos de la pampa húmeda o diminutos picaflores que se bañan en la lluvia de los regadores cuando el calor agobia.
¿Cómo puedo captar todo esto? Tal vez la vista desde mi ventana que envié en su momento no dijera nada, pero encierra tanto…
De Susana Guillot – 21 de Junio de 2020