Sobre Cantilo y Discepolín
Unidos por la patética y cruel realidad del desencanto, Enrique Santos Discepolo y Miguel Cantilo tienen muchas más cosas en común de las que tangueros y rockeros estarían en condiciones de reconocer. Y diferencias obvias, por supuesto, que agudizan las similitudes y brindan la posibilidad de emitir un par de reflexiones que acaso no se deslicen en el vacío y puedan por lo menos, admitir la discusión, o el dialogo, que tanta falta hace.
Cantilo, sobre todo en su excelente rock Gente del futuro, registra impecablemente un desencanto generacional que, al margen de pelos largos, vestimentas y perspectivas, tiene algunos puntos de contacto con él supo manifestarnos en sus mejores letras Discepolín; éste, con un magnifico veredicto que aun espanta a los optimistas de escritorio, diagnosticó que el mundo era y será- los hechos, lamentablemente le dieron la razón- una porquería.
Cantilo en cambio, medio siglo después, en representación de otros argentinos golpeados por menores angustias metafísicas y existenciales, después de haber participado- recordemos, por ejemplo Pueblo nuestro- en el festival de una euforia que tenía mucho más que ver con los propios y enaltecedores deseos que con la realidad, en su rock nos dice hoy: “El mundo está enfermo”, pero agrega, apostando aun con cierto énfasis en favor del pobre género humano, “y nosotros no”.
Aunque poéticamente aventure algunas respuestas, mas arbitrarias e ingeniosas que rigurosas, el desencanto de Cantilo está dado explícitamente en las preguntas: ¿Qué se hizo ahora de os filósofos críticos? ¿Dónde están ahora los psicoanalistas? ¿Qué se hizo de aquel cantante de protesta? Y sobre todo ¿a dónde está el gurú, ahora que se fueron todos y se apagó la luz? Su Cambalache tiene distinta música, y es generacional, otro país y otras expectativas. A mi criterio, la desesperación que emerge del genial Discepolín, la visión caótica de un mundo- ¿un país, ante todo?- corroído espantosamente por estigmas de falsedad, obsecuencia y frustración, es, aunque vigente y en apariencia más profunda y trascendental, ingenua, romántica; se explica, acaso, porque a Discépolo le tocó una época en la que aun predominaban el candor y la tolerancia, y los dramas y conflictos se caracterizaban por ser más honorables, se concretaba o comenzaba a concretarse al impiadoso derrumbe del sueño de la Argentina opulenta, y de una instancia que ofrecía ya los amargos sesgos de una crisis que certificaba que la época no era tan bella. Y aparte- y esto no era tan bella. Y aparte- el pobre Discepolín estaba esfumándosele la juventud, que en definitiva es lo único importante.
Menos filosóficos y probablemente menos perfecto, el verso de Cantilo conmueve porque representa el desencanto desde la juventud, por tantas propuestas o mambos que capturaron la nulidad o la derrota y –por qué no, sobre todo en la evasiva o ilusoria alternativa de los gurúes- hasta una entrañable trivialidad. Sin embargo, el a su manera desgarrador testimonio de Cantilo está provisto de un pronunciado vestigio de esperanza, ofrece la posibilidad que, aunque el mundo sea una porquería, quienes lo habitamos podemos no serlo; se trata de un desencanto teñido, además, del color de la sangre, de jóvenes que convivieron con un dolor no precisamente existencial, que se experimentó de cerca y solo a los imbéciles pudo haberles pasado de largo. Y la solución, en todo caso, difícilmente se encuentre en la situación límite de “casar el bufoso y chau”, todo está enfermo y será una porquería pero quienes tenemos la responsabilidad de habitarlo debemos- sigo Cantilo- intentar por lo menos, y desde el Cambalache, ser felices. “Esta es la gene/ del futuro/ de este presente/ tan/ tan duro”.
Me anticipo, para finalizar, al probable rencor de los tangueros y roceros fáciles, que seguramente se molestaran, desde la placidez de sus esquemáticos costados, por la audacia del paralelo la comparación, pero, como escribió espléndidamente Nicanor Parra, “no tengo ningún inconveniente en meterme en camisas de once varas”
Clarín – 08-02-82 – Por Jorge Asís
La Gente del Futuro
El tiempo se acaba
El siglo se va
Frenética avanza
La era nuclear
El grito de un hombre
Se pierde entre mil
Y nacen los jóvenes
De año dos mil
Y donde están ahora los geniales científicos?
Inventando una bomba de rayos pacíficos
Y donde están ahora los filósofos críticos?
Tiñendo sus palabras de intereses políticos
Y donde está el bien, debajo de quién?
Adonde haya un ejemplo que nos sirva de ley?
La crisis del hombre
Es casi total
Ve solo valores
En lo material
Impone la fuerza
Sobre lo sutil
Su débil conciencia
Se arrastra servil
Y donde están ahora los psicoanalistas?
Calmando la neurosis de los ahorristas
Y donde están ahora los hippies pacifistas?
Peleando por mantener a sus familias
Y donde está tu famoso gurú
Ahora que se fueron y apagaron la luz
Esta es la gente del futuro
Y este presente tan, tan duro
Es el material con que edificaremos un mañana total
No sirve de nada
Clavarse el puñal
Llorando la carta
Del tango fatal
Tenemos que hacernos
Un mundo mejor
Porque este está enfermo
Y nosotros no
Y donde están ahora las ganas de vivir una fiesta?
No vale reprimirse cuando toca la orquesta
Y donde está ahora aquel cantor de protesta?
Cantando a los gritos su nueva propuesta
Y donde estas vos y donde estoy yo?
Subidos a la música de rocanrol
Esta es la gente del futuro
Y este presente tan de apuro
Es el material
Con que edificaremos un mañana total
Es el material
Con que edificaremos un mañana
Haremos un mañana
Haremos un mañana total
Autor: Miguel Cantilo
Intérprete: Cantilo y Punch
Músicos: Miguel Cantilo (voz, guitarra), Morci Requena (bajo), Enrique Gornatti (guitarra), nando Huici (teclados) e Isa Portugueis (batería).
Álbum: En la jungla (1981)