Cuando finaliza la Segunda Guerra Mundial, la industria norteamericana que durante años había volcado todos sus recursos a sostener el esfuerzo bélico, comienza la conquista más o menos pacífica de nuevos mercados. Así los argentinos conocemos el novedoso Kero. Era este un producto alimenticio con características de golosina. Difundiendo un mensaje publicitario doblemente direccionado, ya que apelaba a las virtudes nutritivas y a la excelencia del sabor, el fabricante intentaba captar el interés tanto de las madres como de los niños.
Se trataba de un producto rico en hidratos de carbono cuyos insumos básicos eran el azúcar de caña y la glucosa de maíz. En nuestro país comienza a ser comercializado en 1945 por la empresa estadounidense RMA, aunque en el país del Norte ya se lo conocía como Karo desde 1902. Su fabricante original fue la New York Glucose Co. Que con el tiempo se transformaría en Corn Products Refining Co. En nuestro país a esa empresa se la conoce como Refinerías de maíz, elaboradora local de Maizena, el popular almidón de maíz que acompañó la alimentación de muchas generaciones de argentinos.
La planta industrial se instaló en Baradero (Provincia de Buenos Aires) en 1928 para fabricar Maizena. Debido a la escasez de caminos pavimentados se utilizaba la vía fluvial para transportar la mercadería de Baradero a la Capital Federal desde donde se distribuía a los centros de consumo.
Ante la aceptación de Kero por parte de las amas de casa, a comienzos de los años cincuenta se amplía la línea con el lanzamiento de Kero etiqueta azul con gusto a miel de caña, Kero etiqueta dorada con sabor a caramelo suave y Kero etiqueta roja con gusto a vainilla. La ampliación de la oferta de sabores es acompañada con una hábil campaña publicitaria en la que la radio ocupa un lugar destacado. Algunos adultos memoriosos aún recuerdan «Las aventuras del Capitán Kero» que se transmitía radiofònicamente y donde además de disfrutar la historieta oral, los pequeños oyentes podían ganar importantes premios.
«Pan con Kero es pan comido» era el difundido eslogan que mantenía la presencia del dulce en los hogares y la solicitud de recetarios Kero que la empresa entregaba gratuitamente a vuelta de correo, habla de la popularidad del producto en los años’50.