El porteño la llama “cortada”, pero, considerada etimológicamente, no es más que un “pasaje”, pues este señala “un paso público entre dos calles”. Famosa fue la “cortada” de Carabelas, por la concurrencia a sus bodegones de noctámbulos de prestigio.
La “cortada” es como una gambeta urbana que estampa su recta o su línea oblicua es más de un barrio porteño; Sargento Cabral; Rauch (actual Enrique S. Discépolo); La Paz (actual Luis Dellepiane); del Carmen; Florencio Balcarce; Cinco de Julio; Gustavo Riccio; Bollini, etc.
La vida de más de una de ellas se ha desarrollado entre el misterio y la leyenda, como es el caso de la ya desaparecida del Pecado, en sus últimos años llamada Aroma y que estaba en lo que es hoy la Avenida 9 de Julio.
De los 577 cortadas que integran el mapa de Buenos Aires, muchas no son más que simples calles que nacen y mueren en un centenar de metros.
Por Germinal Nogués
Fuente: Buenos Aires Mí Ciudad – Editorial Universitaria de Buenos Aires – 1963
La Cortada
Escondida en un recodo del arrabal, La Cortada, como una madre anciana, duerme el cariñoso recuerdo de sus lujos bajo la emocionante mirada de un farol, mientras una original orquesta de ranas y grillos ejecuta las acompasadas piezas de su repertorio.
En el regazo de la Cortada corretean los chicos del barrio, Barrio de la gente humilde que fraterniza en el puchero cotidiano y se emborracha con el dorado vino del sol.
Trabajadores rudos, madres proliferas exhibiendo sus vientres combados, criaturas anémicas y muchachitas sensibleras que van todas las mañanas caminito de la fábrica y se desayunan con un trozo de tango. Tango que nació en la cortada del suburbio y fue apadrinado por el elemento lunfardo que “apoliyaba” en el viejo depósito de contraventores de la calle 24 de Noviembre.
Pobres pebetas románticas que gastan sus ratos perdidos leyendo novelitas semanales y alimentando ilusiones que se volatizan en la melancolía del suburbio.
Enrique González Tuñón