EL justicialismo reivindica como esencia de lo cultural la creatividad inmanente del pueblo, que es su patrimonio, hijo de nuestra historia y afirmación de una voluntad de ser y un proyecto de liberación. Pero aceptar la creatividad inmanente del pueblo no implica descartar la planificación en el campo cultural.
Por el contrario, una autentica planificación debe contemplar una serie de supuestos, sostenidos por el fundamento de la doctrina nacional popular: básicamente los enunciados de esta nota.
1 – Una Visión Amplia de la Cultura
La cultura, desde un punto de vista antropológico, y social, es una forma integral de vida creada histórica y socialmente por una Comunidad a partir de su particular manera de resolver sus relaciones con la naturales, consigo misma como comunidad organizada, con otras comunidades y con las diversas manifestaciones de lo sagrado, para dar continuidad, plenitud y sentido a la totalidad de la existencia.
Desde esta perspectiva la cultura no es un fin en sí misma sino el medio creado por el Hombre en Comunidad, por los pueblos, para entablar- con voz propia- su dialogo con el universo.
Esta definición amplia de cultura nos permite encuadrar la actividad humana y la planificación cultural dentro de las siguientes esferas:
La identidad cultural; porque en la transmisión generacional y en la memoria colectiva están presentes los principios esenciales y permanentes que cada generación debe actualizar históricamente en los marcos de la tradición y de la evolución necesaria. Tradición significa “entrega”: entregar un legado cultural que se re-crea a partir de las estrategias de vida y los símbolos originarios de la Comunidad. Y aquí está la clave de la identidad cultural básica de los pueblos.
Esta visión amplia de cultura solamente con las manifestaciones estáticas, literarias, filosóficas, académicas, y científicas- Esta acepción restringida tiene un claro sentido elitista- iluminista aunque, paradójicamente, es la que se usa vulgarmente. Sobre esta visión restringida de la cultura, se fundamenta la polaridad civilización y barbarie, que, en nuestro país significó la contradicción Europa Ilustrada / América hispano-indígena o criolla, en el sentido de enraizada a la tierra. Y que hoy significa modelo oligárquico- consumista- imperial/ modelo nacional y popular. O, dicho de otra manera: colonización/ soberanía cultural. Sobre esta visión restringida de la cultura se sustenta el actual organigrama de la Secretaria de Cultura de la Nación y la educación argentina de la que uno constantemente se pregunta si es educación y si es argentina.
2) Una Visión Nacional de la Cultura
Peguntamos por nuestra Cultura Nacional implica reflexionar, en cada una de las actividades que se desplieguen, sobre que significa Argentina como Cultura, como forma de vida propia, como totalidad histórica significativa. Tratar de reflexionar acerca de nuestro hogar contemplando nuestra inserción dentro del proceso de integración cultural latinoamericano y viendo simultáneamente, nuestra particularidad- nuestro estilo de vida- pero también nuestra unidad porque nuestros orígenes históricos y nuestro destino están indisolublemente unidos. Y porque somos argentinos somos americanos. Ya que más allá de toda división y desnaturalización imperial, nuestra tendencia irreversible es a la unidad.
3) Una Visión Regional y Popular de la Cultura
La cultura del pueblo es de creación colectiva y anónima y en ella se expresa la cotidianeidad de las mayorías. El pueblo se mueve dentro de lo que podemos denominar “el orden cultural instituyente” en el sentido de que busca su institucionalización de abajo hacia arriba a través de sus organizaciones libres y sus comunidades de sangre, de fe y de trabajo. Y territorialmente, armonizando el “pago”- lo local con lo regional, nacional y continental. El orden cultural de las minorías es siempre instituido de arriba hacia abajo – colonización cultural- y desde la exterioridad territorial de los imperios.
De allí que el desafío político sea armonizar el orden instituyente del pueblo libremente organizado con el orden instituido por una autentica conducción en beneficio del conjunto. El desafío de la Comunidad Organizada: Pueblo organizado en instituciones libres/ Estado descentralizado al servicio del pueblo/ Conducción centralizada.
Y todo esto conlleva también al desafío de la participación plena dentro de la cual participación no significa “tener una parte” sino “participar del todo”
A nivel territorial esto significa respetar las ricas expresiones regionales de la cultura popular conteniéndolas en un proceso de integración también planificante.
Un proyecto centrado en el dialogo regional, en donde cada parte, cada región del país, mantenga y exprese su identidad, su “tonada cultural” en función del conjunto de la Nación. Y esto significa abandonar toda imposición unilateral de la cultura; todo centralismo, incluido el porteño.
4) Tres Pasos de un Mismo Proceso
Partiendo de la premisa de que siempre la Cultura Nacional expresa el “espíritu de la Tierra” y el núcleo incolonizada de lo popular, entendemos que en toda actividad, proyecto y planificación cultural debe tenderse a compatibilizar.
Promoviendo en cada ámbito social y territorial la integración cultural. Acortando las diferencias pero respetando las particularidades en el seno del pueblo. Su complejidad dinámica, su multiplicidad de facetas. Entendiendo por integración la negación de toda división. Pero a la vez a la libertad como negación de toda uniformidad.
Porque nuestro desafío, en definitiva, es la organización de la libertad. El desafío de la libertad organizada.
La Época del Pensamiento Nacional – 20-11-83 – Por Ricardo Santillán Güemes