Luis Gusmán – Villa – Editorial Edhasa – 2009
Cuando era un joven y se desempeñaba como “mosca”, una especie de cadete-secretario, Villa se definirá a sí mismo con precisión: “Donde me daban lugar, me quedaba”. Por entonces, a comienzos de la década del sesenta, vivía en Avellaneda y buscaba un cómodo lugar en el mundo.
Lo encontrará unos años después, durante el gobierno de Illia, cuando ingresa a trabajar al Estado, en el área de bienestar social. Un hombre clave en su carrera, Firpo, le dice que con la memoria que tiene debería estudiar medicina. Villa sigue el consejo y se recibe de médico. Sin llegar a ser respetado, sin dejar de ser un “mosca”, escala en su repartición. Es diestro en el arte de la ubicuidad y supone que está al margen de los vaivenes de la época, la primera mitad de la década del setenta.
Se equivoca. El Ministro de entonces es López Rega, las ambulancias van cargadas de armas, el clima es irrespirable. Villa, una vez más, se acomoda a la situación. Pero la Historia no es inocente, y aquella sentencia, “donde me daban lugar, me quedaba” se vuelve una trampa. Los militares están en el poder, y los médicos al servicio del Estado pueden cumplir funciones que nunca hubieran imaginado.
Novela inolvidable, Villa narra la tragedia de un hombre que hasta el final parece ignorar su miserable destino. Es también un relato ejemplar de la Argentina violenta, la del final del gobierno de Isabel Perón y, mucho más aún, la de la dictadura: vista por un amoral, por alguien que no guarda recuerdo de las traiciones y concesiones que acumuló en su vida.
Cristina Eseiza
Profesora en Letras – UBA – Escritora