A diferencia de la “milonguita”, la milonguera era y es una mujer cuyo mayor interés pasa por lo lúdico, por satisfacer la necesidad de bailar y ser parte de ese mundo de amistades, códigos compartidos y ensueño, que sostienen el universo milonguero. En cambio, el mayor estímulo de la milonguita eran el beneficio económico y el ascenso social.
A pesar de que muchas letras de tango utilizan indistintamente la figura de la milonguera y la milonguita para referirse al mismo personaje, las diferencias entre ambas son sustanciales. La milonguera no está necesariamente rodeada de esa acuarela de tragedia que suele acompañar a la milonguita, en tanto objeto sexual o simple elemento de diversión. La milonguera se jacta de su condición, hace un culto de sus habilidades compitiendo con el varón, pero no se siente esclava de la milonga. Ejemplo de esta versión de mujer libre y alegre, es el tango La Milonguera; letra y música de Vicente Greco estrenado en 1915. La historia narrada en primera persona por una presunta milonguera, describe piruetas y figuras dibujadas con esos pies que parecen tener alas, continúa con la vanidosa enumeración de sus aptitudes artísticas y finalmente justifica semejante pasión:
“La milonga es mi vida.
El tango en mí se hizo carne.
Por eso si no lo bailo,
Me enfermo, me ahogo, me mato.”
La liviandad inofensiva, la jactancia inocente de esta “milonguera”, contrasta rudamente con el autorretrato que otra colega pinta en las estrofas del tango “De mi barrio”:
“Hoy bailo el tango, soy milonguera
me llaman loca y qué sé yo;
soy flor de fango, una cualquiera
culpa del hombre que me engañó.”
El elemento común a ambas letras en apariencia opuestas, es que las dos fueron escritas por hombres y tal vez la confusión entre milonguera y milonguita, obedece a una mirada estrictamente masculina.
No obstante tratarse de figuras literarias popularizadas por letras de tango, no caben dudas que tanto la milonguera que le fue bien, la que le fue mal o la sufrida “milonguita”, han encarnado cierto tipo de mujeres en alguna etapa de nuestra historia social.
La Milonguera
Soy milonguera, me gusta el tango,
y en los bailongos me sé lucir.
¡Hago cortes… y unas quebradas…
y unas sentadas que son así!
Por eso en baile que yo aparezco
me abren cancha las milongueras,
porque ya saben que, con mis cortes,
no hay minga caso de competencia.
Fíjese, usted, está sentada
y esta corrida, que es de mi flor.
Luego estos pasitos cadenciosos
y ésta quebrada que da calor.
Mire este ocho ¡qué bonito!
esta media luna es singular.
Estos pasos de costado, a la derecha,
que hacen ronchas,
que abren brechas.
Este aire y este cuerpo tan marcial,
que dan envidia,
que dan que hablar.
La milonga es mi vida.
El tango en mí se hizo carne.
Por eso, si no lo bailo,
me enfermo, me ahogo, ¡me mato!
El día que yo me muera
se acabará la milonga.
De luto estarán los cortes,
las «murgas» con bandoneones.
Tango – 1915
Letra: Vicente Greco
Música: Vicente Greco