¡A Tonga da Mironga do Kabulete!
Para Manolo Juárez, la música brasilera es la que mejor encontró el costado innovador de la guitarra “Vinicius cambió la guitarra. ¡No podía ser tan talentoso! Además, nunca vi a un tipo que se levante tres minas en una noche. Él vivía en Rio, y como era periodista hacia colaboraciones.
Una vez, con lo que ganó, sacó un aviso que decía ‘Socorro: el artista Vinicius de Moraes está por morir por inanición, necesita colaboración pero tiene que ser whisky importado no whisky nacional’. Entonces, la gente del gobierno que vio el aviso lo nombró embajador cultural itinerante y le tocó ir a África. Como tenia siempre muchas mujeres, cuando se dormía e iba tarde a los actos oficiales. Un día para ir a horario le dio plata a un tipo que lo lleve y al tipo se le fundió el auto por ir tan rápido, se bajó enojado y dijo ‘ ¡A tonga da mironga do kabulete!’. El tipo le había dicho ‘Anda a la puta madre que te parió’, porque después averiguo e hizo una canción, En los recitales, le decía a Toquinho ‘toquemos un tema que hable de nuestras madres’. Así tenia a todo el mundo cantando una puteada”.
¿Qué había que modificar dentro de la estructura de la música popular?
A los diez años decidió estudiar plano, pero no porque lo heredó de su familia ni porque fuera su sueño desde chico, sino porque no soportaba como lo tocaban los otros. De adolescente, recibió el premio a la Composición en Italia, donde formó gran parte de su carrera. “Para mi fuye una desgracia ese premio, me creía un músico importante”, explica Juarez sentado al piano que tiene en su casa.
Entre las cosas que atesora están las fotos de Vinicius de Moraes, otra del Cucho, otra con un seleccionado importante de músicos argentinos, otra de Raúl Alfonsín y Arturo Illia. “No soy radical”, aclara, “pero reconozco los buenos estadistas, como Perón que era un capo”, explica el músico. Dice que tiene fama de difícil, mientras explica que muchas veces lo confundieron con el otro músico Rubén Juárez, y hasta con el gobernador de Santiago del Estero.
Después de dos años dará un nuevo concierto acompañado por su sobrino el ‘Mono’ Hurtado en bajo, ‘Colo’ Belmontey en percusión y Roberto Calvo en guitarra.
-¿Por qué no tocaba en vivo?
-Quisiera que hicieras reportajes, sin lápiz, sin papel y sin grabador, es imposible. Para mí sería imposible cumplir en forma acabada con la profesión sin mi instrumento. Hay una gran carencia de planos, y la culpa la tienen los empresarios y el rock que por otro lado, trajo libertad.
-¿Pero qué paso con los planos?
-Antes todas las orquestas giraban en torno al piano. En todas las radios, había pianos impresionantes, pero hoy quedó en desuso. No tengo ningún problema en tocar en un boliche, no me importa la plata, puedo barrer la vereda si me pones un piano como la gente. Puedo tener toda la parafernalia y el aparato que tiene Lito Vitale, pero el sonido que le busco es otro. ¡Yo no quiero la hamburguesa de Mc Donald, yo me quiero hacer la propia hamburguesa!
-¿Cuándo comenzó a dedicarse a la música popular?
-Cuando mi viejo se fue de casa y tuve que salir a ganarme la guita. Comencé tocando en un prostíbulo, no le contaba a mi mama que estaba ahí. Ese fue el lugar en donde obligadamente tuve que aprender otra música.
-¿Qué había que modificar dentro de la estructura de la música popular?
-Toda esa división entre la música clásica y la música popular me significo varios quebrantos con mucha gente que hablaba de “música seria”, pero eso no lo entiendo, a mi Sargento Pepper no me hace reír. Así que no podés pensar una cosa versus la otra. A varios tangueros les pregunte si sabían que existía la energía eléctrica. Por eso, a muchos les molestó la música de Ástor Piazzola porque era un tipo libre y la libertad es peligrosa y además hay que saber ser libre.
-¿A usted también le costó?
– Cuando me encuentro con un amigo, no tengo el reloj de arena viendo si voy a estar tres minutos o tres horas, eso pasa con la música cunado uno toma su expresión como un producto del afecto o la emoción. Volviendo a Ástor, a todos les molestaba que él hiciera eso. Yo era su amigo, pero como a veces lo cargaba, le decía que robaba cosas, él se enojaba, una vez se lo comprobé en el piano y me corrió de su casa. Pero a mí me fascinaba él, sus solos me parten el cerebro, es como Charlie Parker que se va y no sabés bien a dónde.
Reportaje a Manolo Juárez – Fragmento – Tiempo Argentino – 28-10-11 – Por Maby Sosa