El 10 de diciembre de 2007 el triunfante Frente para la Victoria, llevó al gobierno la fórmula Cristina Fernández – Julio Cleto Cobos. La primera de extracción peronista y esposa del saliente mandatario Néstor Kirchner; el segundo un hombre proveniente de las filas de la Unión Cívica Radical (UCR), captado por la propuesta kirchnerista de ampliar su base de sustentación convocando a hombres y estructuras de otros puntos del arco político, que coincidieran con su propuesta.
La alianza con el radical duró poco, ya que cuando el gobierno impulsó en marzo de 2008 la resolución 125, un aumento a las retenciones por las exportaciones de granos, particularmente soja, los sectores empresarios rurales enfrentaron la medida con acciones directas como piquetes en rutas y ‘lockout’ patronales, el empate en la votación del Senado de la Nación por la derogación de “la 125”, fue definida por Julio Cobos con el voto que el calificó como “no positivo”; es decir, votó en contra de la decisión del gobierno que integraba ayudando a la primera derrota política de Cristina Kirchner. La insólita decisión – ya que el vicepresidente se aferró al cargo pese a estar en contra del proyecto gubernamental – generó un efecto ambiguo: su imagen ganó en el conocimiento de la población y gozó de una efímera popularidad en los sectores agrarios, y por otro lado, generó una ola de repudio de los seguidores de Kirchner y Cristina Fernández; posición de la que las paredes se hicieron eco rápidamente: “Más sólo que Cobos en el Día del Amigo” decía un graffiti, aludiendo a que en primera instancia, Julio Cobos abandonó a la UCR para sumarse al kirchnerismo y luego abandonó a éste para no afectar su carrera política.
El “efecto Cobos” se repitió a comienzos de 2010 cuando el entonces presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), el economista Martín Redrado se negó a facilitar el uso de reservas acopiadas en la institución, para pagar deuda externa. El argumento gubernamental para implementar esa medida, es que el país se ahorraba una significativa cantidad de divisas, ya que en caso contrario debería tomar créditos externos a una tasa superior. El presidente del Banco se negó a facilitar la operación y bloqueó la extracción de fondos, amparándose en los reglamentos del BCRA que le otorga una virtual autonomía de los poderes constituidos.
El BCRA fue fundado durante la llamada Década Infame a instancias de un economista enviado por el poder económico británico, Sir Otto Niemeyer y se constituyó en la palanca decisiva para el control monetario de la Argentina. En su directorio tuvieron peso decisivo los banqueros privados, en particular los de origen inglés. La institución fue nacionalizada durante los primeros gobiernos de Juan D. Perón y puesta al servicio de las políticas económicas de desarrollo implementadas por su gestión. Luego del derrocamiento del justicialismo en 1955, el BCRA volvió a cumplir sus antiguas funciones de acopiar divisas y mantener una tarea casi exclusivamente monetaria. La situación planteada por la actitud de Redrado en el Banco Central fue bastante similar a la generada por Cobos en la vicepresidencia. Mediante un decreto presidencial, Redrado fue relevado de su cargo, no obstante el funcionario apeló la medida presentando una medida cautelar ante la Cámara en lo Contencioso Administrativo, la que fue respondida afirmativamente por la jueza María Sarmiento. Paralelamente, el vicepresidente del Banco, Miguel Ángel Pesce asumía interinamente la autoridad monetaria; pero al ser Redrado repuesto en el cargo, el tema orilló un conflicto de poderes. La calle se hizo cargo del conflicto y la militancia kirchnerista ganó las paredes con pintadas como la siguiente: “Cobos y Redrado son unos cipayos”; trazando un cuadro de situación muy similar entre las actitudes de ambos funcionarios. Finalmente, Martín Redrado renunció a su cargo.
Libro Pintadas Puntuales – Roberto Bongiorno – Ángel Pizzorno – Testimonios – 2020