El 29 de octubre de 2011 Jimmy Savile falleció en Inglaterra. El popular presentador musical estaba por cumplir ochenta y cinco años. Su fama se había forjado a lo largo de décadas. Tras su funeral, fue declarado héroe nacional y recibió una sepultura condecorada.
Gran Bretaña lloraba a uno de sus showman más queridos. Amigo del ahora rey Carlos, de Margaret Thatcher, recibió el título de “sir” y Caballero, y hasta el Papa Juan Pablo II le otorgó honores. Más de quince millones de personas sintonizaban semanalmente sus apariciones televisivas.
Un monstruo se escondía, no muy sutilmente, detrás del personaje, del famoso, de la cortina de lujos y alta sociedad.
Las décadas de carrera exitosa tenían otra cara, una que se mantuvo bajo el radar de los medios —sin querer o intencionalmente— y que, cuando el escándalo estalló públicamente, puso de manifiesto el increíble poder que ostentan algunas estrellas para salirse con la suya a pesar de sus horribles crímenes.
Resulta que Savile, carismático como pocos, fue un depredador sexual tan feroz que se lo considera en la actualidad como uno de los peores, sino el peor, en la historia de Gran Bretaña. La primera denuncia fue presentada en 1957 y, desde entonces hasta el 2009, los papeles con las acusaciones se acumularon en los despachos judiciales, formando una pila de horror que nadie quiso ver. Las víctimas tenían que asistir al show del espanto que el hombre ponía en la BBC, indignadas por el nivel de impunidad que desplegaba la estrella televisiva.
Todo lo que podía salir mal, salió mal.
Quien supo recibir a personalidades como The Beatles en el longevo programa Top of the Pops consiguió evadir a la justicia en dos oportunidades, por falta de evidencias. No fue sino hasta el 2012, tras su muerte, que el escándalo estalló por completo cuando se conocieron cientos de denuncias. Víctimas principalmente menores de edad, casi todas mujeres, empezaron a salir a la luz para detallar los horrores que cometía el presentador televisivo.
El abuso sexual infantil no fue su único campo de experimento. Muchos adultos cayeron en sus garras, y se han reportado hasta personas de setenta y cinco años que sufrieron el apetito voraz del monstruo excéntrico.
Lo que resulta extraño es cómo consiguió salirse con la suya en vida. En 1978 el líder de la banda Sex Pistols, John Lyndon, dijo en la cadena radial BBC que quería “matar” a Savile porque conocía su otra cara, que sabía de los rumores. Para ese entonces, habían pasado veinte años desde el primer intento por llevar al presentador a la justicia. Decenas de niños y adultos ya había sufrido los ataques sexuales de Jimmy, mientras cautivaba a audiencias que se contaban por millones cada semana.
Miembros de la comunidad musical, comediantes de stand up e incluso periodistas increparon, de una u otra forma, a Savile, quien siempre negó sus crímenes e incluso intentó disipar la densa niebla que se posaba sobre su figura, alegando que los menores de edad se acercaban a él para estar cerca de sus músicos favoritos, que a él no le prestaban atención.
Todo esto no le impidió defender, públicamente, a un pedófilo y a la gente que ve pornografía infantil. Según Savile, “demonizaban” a los que consumían ese tipo ilegal de producciones.
Jimmy Savile: una historia de horror británica es una miniserie documental de dos episodios que condensa una terrible historia que conmocionó a todas las esferas sociales de Inglaterra. El primer episodio se encarga de sentar las bases para los espectadores no iniciados. Si bien Savile fue una figura extremadamente popular en el Viejo Continente, en América Latina no gozaba del mismo reconocimiento. Esta primera entrega va dando pistas sobre el tipo de monstruo que conoceremos, mostrando su lado más “amable”. Es impresionante ver como millones de personas amaban a Savile, como esperaban que alguna de sus producciones saliera al aire. El desfile de personalidades que se rendían a sus pies es extraordinario, y esto es lo que termina potenciando el impacto de las denuncias que veremos a continuación en el segundo episodio.
Como escribí unos párrafos más arriba, resulta imposible de creer que este “sir” haya conseguido burlar cualquier tipo de consecuencia legal por sus acciones durante seis décadas. El vistazo que damos a su vida genera más indignación de cara al segundo episodio.
En el final de la miniserie es una exploración sobre los crímenes que sacudieron a Gran Bretaña. No es para estómagos sensibles. Los directores decidieron diseccionar el impacto cultural y plantean una interrogante que sólo los espectadores pueden responder: ¿hubo complicidad de la sociedad?
¿Decidieron ignorar la verdad o era demasiado irreal para aceptarlo?
En casos en donde el abuso infantil es una de los temas centrales, las medias tintas sirven de poco. Si esto hubiera sucedido en la actualidad, hubiera bastado una sospecha siquiera para que Savile terminara exiliado en otro país. Pero, gracias a la época que le tocó transitar, el monstruo nació, creció, se desarrolló y atacó hasta que su cuerpo dijo basta.
Jimmy Savile: una historia de horror británica es un documental difícil de digerir por la temática, pero más que atrapante. Los testimonios históricos y actuales establecen una narrativa dinámica, y la presencia de Savile delante de cámaras continúa siendo magnética, aunque ahora por las razones erróneas.
Los dos episodios se pueden encontrar en Netflix.