Jesús Chamuyaba en Parábolas
Roberto Peregrino Salcedo fue el “fogonero” que alimento con talento, esa “maquina” de humor porteño y ternura que se llamó Juan Carlos Altavista, a quien suministró el “potente combustible” de sus libretos- 17 años en radio, tres películas (“Mingo y Aníbal”), y sus dos últimas temporadas de TV con el éxito de “Superdommingo”, por TELEFE.
El mismo R. Peregrino Salcedo fue quien ideó para su artista, El Evangelio en Lunfardo para radio: Minguito era el “catequista” que preparaba para su primera comunión a un “gomía atorrante del rioba”, llamado Cacho Boteya, que no era otro que el mismo libretista.
“La idea – dice el autor- no era mía sino de Dios, que sigue pidiendo obreros para llevar la semilla de la Palabra por cuanto medio de expresión existía, en todos los idiomas y dialectos: caló chino o guaraní.”
Pero, ¿Quién escuchará o leerá este Evangelio en Lunfardo en la actualidad? La respuesta es: todo aquel a quien Dios quiera hacérselo escuchar.
San Pablo- a tono con el lunfa- se “banca esta parada” desde la misma tapa con un Jesús porteño- con funyi y con lengue gatillando un fueye-, estupenda ilustración de Jorge Palacio, “Faruk”.
Jesús Chamuyaba en Parabolas no ha sido escrito para intelectuales, sacerdotes, universitarios, monja o literatos y mucho menos para los puristas de idioma – obvio-. Pero “jugátela”, que no va a faltar en la biblioteca de ninguno de ellos.
Nadie Prende un Farol y lo Pone Debajo de la Catreta
Preguntaba Jesús, empezando una enseñanza con otra parábola.
Si vos querés alumbrar el patio de tu casa porque vas a hacer una joda familiar, una milonga con lo muchachos y las pebetas del rioba, un casorio, cétera, ¿adónde vas a poner el farol? ¿Debajo de la catrera, ajoba del piletón de lavar la ropa, adentro de un tacho? ¡No! Agarrás y la colgás de un clavito contra la paré, o lo ponés en el techo pa´que alumbre todo el patio, que la gente se vea bien la jeta. Porque si algo está escondido, la luz le va a dar la cana y se descubre todo. Y si alguien escuende la mala intención de laguna fulería, la luz de la mancada.
Ustede son la sal y la luz del mundo. Y su la sal se pone sin gusto, esa sal, ¿pa´qué sirve? Pa´nada, y entonces hay que mandarla a la basura.
Así que ustede como son luz, van a tener que brillar y alumbrar delante de los hombres, pa´ que así se vean las buenas obras.
Análise
El Gran Jefe nos ordena que hagamo el cambiazo de este mundo cruel. Esto no significa que lo vamo a poner pata p´arriba volviéndolos a todo lo seres humano católicos y apostólicos, romanos y todo eso.
No por eso vamos a querer atornillarle en la sabiola a todo los hombres y mujeres nuestra forma de pensar y de sentir. Porque a la pensadora y al sentido que tenemo nosotro, lo tenemo de ronga, es gratarola, la ligamo de arriba, de Dios. El hace el cambiazo de cuore y sabiola. Por eso- ahora que somos Iglesia- tenemos que ser sal y lú pa´todo el mundo, acompañando la obra de Dios.
Según me han contao y algo que leí, a los moische más que sabor de la sal lo que les importaba er que la sal les mantenía bien el morfi. De áhi que la alianza de Dios con Israel era Alianza de Sal, porque duraba. Y era por eso que a los animalito que amasijaban pa´la ofrenda lo salaban pa´ recordar esa alinaza pa´siempre.
El Flaco Jesús le bate a su patrulla de apóstole sal del mundo, porque ellos hacen calzar el mundo en societá de Dios.
Son los apóstoles, y nosotros que somo Iglesia, que tenemos que despabilar al mundo y picanear con inquietude por la justicia de verdá, pa´que el mundo no se apoliye. Porque sino la sociedá se frena y donde el agua se frena se pudre todo como ya se está pudriendo que hay una baranda que ya no se banca.
La Iglesia pa´ que se vea de todo los guine hay que construirla bien alta, arribeño de la loma, en la punta del cerro pa´que todos la puedan bichar. Tiene que ser la casa p´a aguantiñar a todo frate y pa´ darle total albergue a la verdá.
Los bautizados tenemo que ser la luz del mundo, porque la luz rempuja p´ afuera toda la sombra, toda las dudas; y araca, que la duda es el veneno de la fe.