Orador y estadista griego (383 – 322 – A de C) Como político dirigió la oposición contra los apaciguadores de Filipo.
Como orador se le considera el más grande de los tiempos antiguos. Sus discursos convinaban la nobleza de pensamiento y dicción con la simplicidad de lenguaje expresado con apasionada gravedad y gran diversidad de tonos: cólera, ironía, sarcasmo invectiva; todo dirigido a la persuasión de sus oyentes y deliberadamente calculado para conseguir la atención popular sus discursos más famosos son las Filípicas y Sobre la Corona.
Filípica: De Felipe II – Por alusión a los discursos de Demóstenes contra éste rey de Macedonia – 382 a 336 A de C
Resumen y Sinopsis de Filípicas de Demóstenes
El político y orador griego Demóstenes (384 – 322 a. C.) no fue solamente una figura crucial para la historia de Atenas en el siglo iv a. C., sino que además hizo de la declamación un arte del cual él es el máximo representante griego. Demóstenes demostró ser un incansable perfeccionista que, para elaborar sus discursos, cuidaba hasta el más mínimo detalle, desde su estructura general hasta el más insignificante giro lingüístico, sin olvidarse de la expresividad y la entonación con que debían ser pronunciados, todo lo cual hizo de él, según Cicerón, «un modelo de perfección».
Defensor a ultranza del modelo de gobierno ateniense, Demóstenes se opuso siempre al voraz avance de Macedonia y de su rey Filipo II, padre de Alejandro Magno, que amenazaba con acabar con la libertad de Atenas. Fruto de esta lucha son sus discursos contra Filipo, más conocidos por Filípicas, brillantes y eficaces arengas con un mensaje claro y beligerante destinado a animar a sus compatriotas y predisponerlos contra el poderío macedonio.
«Demóstenes aplicó a la oratoria toda la habilidad retórica que poseía por naturaleza o por entrenamiento, y superaba en viveza y eficacia a quienes se medían con él en los debates y en los procesos, en majestuosidad y elevación a los oradores de aparato y en precisión y destreza a los sofistas». Plutarco
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La Leyenda de Demóstenes
Demóstenes fue educado como correspondía a su posición. Tenía grandes problemas de salud, pero él era un alumno curioso y motivado, que siempre quería aprender más. Por eso se convirtió en un voraz lector. Llegó a ser uno de los jóvenes más instruidos de su tiempo. Más allá de esto, alrededor de su figura se creó una historia, que aún no se qué tiene de real y qué de leyenda.
Este joven ateniense quería convertirse en el mejor orador de Grecia. Le interesaban los asuntos de la política y anhelaba que sus ideas llegaran a tener tanta influencia como acierto les suponía.
Estudiaba con esmero los discursos de los grandes oradores. Se dice que siendo muy joven intentó dar su primera “conferencia” y esta fue un fiasco.
Cuentan que durante su primer discurso fue abucheado por el público. Esto se debía a que Demóstenes tenía un grave problema: era tartamudo. Las palabras se atropellaban en sus labios y no lograba hacerse entender. Se dice que alguien del público le gritó: “¡Ponga el aire en sus pulmones y no en su cerebro!” Esto le causó un grave impacto a Demóstenes. Sin embargo, estaba decidido a alcanzar su meta, por encima de ese obstáculo que parecía tan grande.
Un Proceso de Evolución
Demóstenes asumió las burlas y las críticas como un desafío a su carácter. Había crecido solo y esto le había fortalecido el temperamento. Por eso decidió luchar contra sus propias limitaciones, para lograr lo que anhelaba: ser el mejor orador. Nadie creía que pudiera lograrlo: ¿un tartamudo quería ser orador?
Cuenta la historia, o la leyenda, que Demóstenes se impuso un severo régimen para superar sus dificultades. Lo primero que hizo fue afeitarse la cabeza. En aquel tiempo era muy mal visto que alguien se dejara ver si no tenía cabello. Su propósito era obligarse a no salir para dedicarse por completo a trabajar en su objetivo. Practicaba la oratoria hasta el amanecer.
Cuando salían las primeras luces del Sol, Demóstenes iba a la playa. Allí le gritaba al astro rey con todas sus fuerzas. Su objetivo era fortalecer los pulmones. Había aceptado el consejo de aquel personaje anónimo que se había burlado de él. Después de realizar ese ritual, volvía a su casa a practicar. Lo hacía de una forma muy particular. Se echaba un puñado de piedras entre la boca y se ponía un cuchillo entre los dientes. Así se obligaba a hablar sin tartamudear.
Después de varios años con esta disciplina de entrenamiento, Demóstenes logró hablar normalmente. Desde entonces, participó activamente de la vida legal y política de su ciudad. Se dice que sus discursos eran ovacionados por miles de personas. No solo fue el mejor orador, sino también un excelente escritor. Tanto que hoy, más de 2 000 años después, aún figura entre los personajes más destacados de la historia.
lamenteesmaravillosa.com – Escrito por Edith Sánchez – Revisado y Aprobado por el Psicólogo Sergio De Dios González.