Existe una fascinación por las casas cuyos rincones esconden secretos oscuros, densos, en donde nada es lo parece ser. Netflix ha abordado, con mayor y menor éxito, este tópico, y en el 2016 estrenó un largometraje que pasó desapercibido por las grandes audiencias. “Soy la cosa bella que vive en esta casa” (o “Soy la bella criatura que vive en esta casa”, como la titularon los españoles), un título sumamente irónico considerando la trama, se suma a este particular sub género perteneciente al horror.
La historia nos muestra a Lily Saylor, una enfermera joven que toma un trabajo, en apariencia sencillo, en una antigua casa. Iris Blum es una escritora famosa que transita los últimos días de su vida. Lily se instala en el hogar y comienza con los cuidados paliativos de la mujer, y por un breve instante, como suele suceder en este tipo de películas, las cosas van bien.
Hasta que el elemento sobrenatural se hace presente.
Hechos extraños suceden con más frecuencia, y la historia de la casa, en donde tuvo lugar un asesinato en el pasado, comienza a aflorar. Lily comienza a descender hacia los confines del misterio y horror que se encuentran enterrados en los cimientos del hogar. Está en juego su cordura, ni más ni menos.
La película está dirigida por Oz Perkins (hijo del mítico actor Anthony Perkins, nada más y nada menos que Norman Bates en “Psicosis”), quien también escribió el guion en tan sólo dos días. Ruth Wilson, quien saltó a la fama por la serie “Luther”, tiene su primer protagónico en largometraje como la inocente enfermera Lily. Paula Prentiss, veterana de la industria, le da vida a Iris Blum, y el gran Bob Balaban (Friends, Seinfeld, El Gran Hotel Budapest entre tantos otros títulos) termina de cerrar el pequeño pero sólido elenco.
Durante el rodaje, el director eligió crear una atmósfera de misterio tangible para sus actores. Por eso, una de las cosas que eligió hacer fue no darle el guion completo, sino algunas páginas por día, las necesarias para completar cada escena. Esta estrategia generó un desconcierto lógico entre los interpretes, que colaboró con el que sus personajes debían sentir a medida que avanzaba el metraje. El resultado son actuaciones que se sienten más naturales, con reacciones genuinas.
La casa en donde se desarrolla la mayor parte del film fue diseñada especialmente para rodar en ella. El equipo de producción la construyó desde cero, en donde se destacan los innumerables detalles que dan la sensación de antigüedad y decadencia necesaria. Cada rincón, cada objeto se creó deliberadamente para reflejar la visión del cineasta.
La directora de fotografía Julie Kirkwood trabajó a la par de Perkins para crear una iluminación que evocara la atmósfera sobrenatural y realzara los aspectos más inquietantes de la historia. La estética es sombría, pero sutil, con luces tenues y suaves.
“Soy la bonita criatura que vive en esta casa” bebe de muchas influencias literarias. El título es una referencia directa a un verso del poema “Lament for the Makaris”, de William Dumbar. Shirley Jackson y Henry James —quienes fueron adaptados en Netflix en las fabulosas series “Haunting of Hill House” y “Haunting of Bly Manor” respectivamente— juegan un rol fundamental en la construcción narrativa y temática. La atmósfera oscura pero melancólica, la construcción de los elementos de terror remiten directamente a los libros de horror gótico y psicológico.
Como es costumbre en este tipo de largometrajes, el ritmo narrativo puede ser un punto en contra para el espectador acostumbrado a films de terror más vertiginosos y abundantes en sangre. Aquí no hay nada de eso. El foco está puesto en la construcción de un ambiente en donde el miedo crece gradualmente. No se utiliza el recurso del “jump scare”, y tampoco hay grandes vueltas de tuerca en el argumento. Esta es una historia de terror más clásica, en donde los personajes son el eje central de la narrativa.
“Soy la cosa bella que vive en esta casa” ha recibido críticas mixtas por parte de especialistas y fanáticos. Si bien no es una obra maestra, ni mucho menos, Perkins consigue crear un largometraje efectivo, le saca jugo a los actores que dispone y aborda una veta del horror que no se explora tanto en la era moderna del género.
Para los amantes del terror psicológico y sobrenatural, “Soy la cosa bella que vive en esta casa” es una opción interesante, que no tiene más pretenciones que las de entretener.