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Oski, el Iluminador
Porque ilustrar es iluminar, aclarar, dar lustre, hacer precisamente más "ilustre" lo que se dibuja
Oski, el Iluminador

Vera Historia de las Indias – Oski – Prólogo de Juan Santurain – Retrato de Oski de Rep – Editorial La Página – 1999

Oski, el Iluminador
Oski disfrutaba contando cómo, en sus primeros trabajos alimentarios desde el tablero, dibujó láminas didácticas presuntamente aptas para la mitológica enseñanza de nuestra historia nacional. El modelo tácito a seguir era el diestro José Luis Salinas de la anatomía rigurosa, la documentación exacta, la apostura marcial; el resultado último era algo tan lejano de ese ideal como bastardos los recursos para disimular la torpeza: mucho y alto pasto en las escenas épicas de batallas para dibujar menos patas de caballos, nubes densas de ensueño para rodear los ideales de realización sobre cabezas de un pensativo Sarmiento… Lo que el maestro estaba describiendo con cierto melancólico regocijo era una doble imposibilidad: la de dibujar como Salinas y, sobre todo, la de ilustrar de la forma más obsecuente.

Porque ilustrar es iluminar, aclarar, dar lustre, hacer precisamente más «ilustre» lo que se dibuja. El gesto implica una más o menos enfática adhesión al texto, al discurso, que en este retórico caso lo era, además, en su sentido estrecho y celebratorio. Ilustrar, en síntesis, suponía y explicitaba-perdonando la palabra-una ideología. Algo que el joven Contí se quitaba de encima con el «no sabe, no contesta» más evasivo que pudiera dibujar. Oski por entonces no sabía lo que quería o no podía hacer aun lo que en el fondo ya sabía. Ni siquiera era «Oski».

Pero tuvo dos encuentros que lo ayudaron a inventar su lugar: uno fue-dice- cuando vio los dibujos de Saúl Steinberg; el otro, cuando leyó los textos de César Bruto que debía «iluminar» en Cascabel. Sobre la primera filiación confesa, Sábat ha escrito muy bien que, si bien el joven Conti adhirió -como Landrú, como Copi como tantos- a la propuesta sintética de Steinberg, tenía algo diferente que el rumano adentro: «Steinberg es primo hermano de Paul Klee; Oski es sobrino nieto de Durero». Justo, Oski, minucioso cronista gráfico, alcanzó en sus obras maestras -esta Vera Historia de Indias lo es- una compleja simplicidad. Dio cuenta de «la prolijidad de lo real» como si estuviera sentado frente a un Aleph por el que desfilaran los innumerables, soberbios o conmovedores gestos del empeño humano que llamamos historia, cultura, saber anterior a la destreza. El resultado es, potenciado por una actitud que va más allá de la sátira y la ironía, el equivalente al que obtenía César Bruto al escribir: impostar torpeza e ingenuidad para destripar el sentido. La Vera Historia de Indias, producida originalmente en los años sesenta y publicada por entonces por Fabril Editora, ha tenido gloriosa recepción y destino ejemplar: es un clásico vivo. Reimpreso en España por Lumen en los setenta y en una versión ligeramente modificada, ha tenido su edición definitiva hace unos años en la Colección Enedé, de la Editorial Colihue, en Buenos Aires; allí se recoge la mayor cantidad de láminas reunidas hasta ahora. Esa es la publicación que la Editorial ha tomado para su segmentación prolija y cuidada en dieciocho entregas.

Esta obra memorable reúne y sintetiza mejor que ningún otro libro o empeño gráfico de Oski, su talento excepcional. Sus ilustraciones se limitan a «contar» lo escrito -en este caso, textos referidos a la conquista y la colonización americana con algún episodio de la etapa independiente- y despliegan lo dicho con prolijo empeño. El arma mordaz de Oski es esa misma equívoca fidelidad que utilizó Goya para retratar la decadencia española con el simple recurso de mostrar los patéticos rostros de los Borbones tal cual eran.
Juan Saturain

Oski Oscar Conti
Nació en 1914, en Buenos Aires. Estudiaba mal y jugaba al rugby bien. Entró en Bellas Artes y se ganaba la vida haciendo caricaturas para publicidad. Pero su cuerda era otra, que se manifestó con una revelación, los dibujos de Saúl Steinberg, y la oportunidad de hacer humor en Cascabel. Allí publicó su primer chiste en 1942 y se transformó en Oski. De su encuentro con Carlos Warnes, César Bruto, surgieron joyas como el maravilloso Versos y Notisias (sic) en Rico Tipo-donde creó Amarroto, su único personaje fijo-, el Medicinal Brutoski ilustrado y otros. Durante los últimos veinte años, encuentra en la ilustración y en las «versiones» de textos clásicos su lugar definitivo, y nacen las obras maestras. La primera fundación de Buenos Aires -que fue también film premiado-, esta Vera historia de Indias, Los Comentarios a las Tablas Médicas de Salerno, El Ars Amandi, su Vera Historia del Deporte, innumerables recopilaciones que recogen desde los signos del zodíaco a las barajas, de la Biblia al tango o la fauna fantástica. Oski murió en Buenos Aires -estaba de paso- en 1979. Era un genio.

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