Faltando poco tiempo para que nuestro país conmemore los cuarenta años ininterrumpidos de vida democrática, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) mediante su Comité de Patrimonio Mundial, declaró al Museo Sitio de la Memoria – ESMA de Buenos Aires, como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La importante nominación se resolvió en la 45° Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural y Natural Mundial, realizada en la ciudad de Riad en Arabia Saudita, el 19 de septiembre de éste año.
Recordemos que el museo mencionado se encuentra en las instalaciones de la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en la zona norte de la ciudad de Buenos Aires. En ese predio funcionó uno de los mayores centros clandestinos de detención, durante la pasada dictadura cívico – militar (1976 – 1983).
En los considerandos de la Declaración de la Convención, se estima que es un sitio “de valor excepcional”, en términos de memoria activa, agregando además que “La Argentina debe ser felicitada por traer ésta nominación y buscar justicia”, por los crímenes cometidos en ese centro de tortura y exterminio.
El Comité de Patrimonio Mundial del organismo, consideró la propuesta argentina entre unos cincuenta casos expuestos. Vale aclarar que otras treinta y cuatro presentaciones fueron de orden cultural y el resto, referidas a distintos temas.
De alguna manera el Museo – ESMA se convirtió para América Latina y el mundo, en el símbolo del terrorismo de Estado que campeó en ésta parte del continente, durante la década de 1970, bajo el concepto de la Doctrina de Seguridad Nacional, basada en la idea del “enemigo interno”. Ésta hipótesis de “guerra” se importó en el marco de la Guerra Fría que durante muchos años enfrentó a las superpotencias de la época (EE. UU. – Unión Soviética) las que a su vez, dividieron el planeta en zonas de influencia.
Esta doctrina establecía sintéticamente, que los Estados occidentales veían amenazado su estilo de vida por un “enemigo subversivo” con conexiones externas, pero que se encontraba fronteras adentro y podía ser cualquier ciudadano. El modelo se basó en las experiencia del ejército francés durante la guerra colonial de Argelia y consistía en el secuestro y la tortura del enemigo o de cualquier sospechoso de serlo para obtener información, sin intervención judicial y la defensa en juicio que es la piedra basal del Derecho Internacional. Se atribuye a los militares estadounidenses y los servicios de inteligencia conexos, la difusión en el continente de éstas teorías que no conocían fronteras; por ejemplo, la conformación del denominado “Plan Cóndor” que coordinó las acciones militares de varios países sudamericanos, constituyendo una suerte de Internacional del Terror.
Los golpes de Estado fueron la metodología más usual para actuar sin restricciones legales, como sucedió en casi toda América del Sur en esos años.
La convención que nominó a la ESMA se reúne desde 1972 y los reconocimientos como el obtenido por nuestro país los avala la Comunidad Internacional, ya que participan de la Convención citada, 194 países.
Por otra parte el presidente de nuestra Nación, Dr. Alberto Fernández, declaró que “Esta declaración es un reconocimiento a la lucha de los organismos de Derechos Humanos y a una política pública de Memoria, Verdad y Justicia, basada en los Derechos Humanos”.
Otro funcionario nacional, el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, destacó el carácter de homenaje que comporta esa medida a los miles de detenidos – desaparecidos, que padecieron en el Centro clandestino ESMA. Y también, a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo por su lucha de décadas.
El Museo Sitio de la Memoria – ESMA comparte desde ahora, el triste privilegio de integrar una serie de espacios históricos que a nivel mundial, representan una colección de testimonios de horrores registrados en distintas geografías y épocas, a saber: el Memorial de la Paz de Hiroshima que registra el holocausto nuclear sufrido por el pueblo japonés, el campo de exterminio nazi de Auschwitz – Birkenau, en el que sufrieron y encontraron la muerte millones de seres humanos y otros Sitios de la Memoria que no por menos conocidos, encierran menos espanto.
Tales recordatorios no persiguen objetivos meramente históricos, sino que pretenden para el conjunto de la humanidad, preservar la Memoria y la Reparación a las víctimas, difundiendo conciencia mediante la no prescripción de los crímenes de lesa humanidad y con la esperanza que a tales horrores se les pueda decir algún día, “Nunca Más”, hasta en el último rincón del planeta.