A través del tercer ojo de Dea Ram, tanto ella como Ansidorio, conocen a Tantra, quien tiene planes esclavizantes para los terráqueos.
La Vida es Mucho más que Planes
Tantra, de retorcidos deseos, se aproximó al ojo de Dea Ram. Ella lanzó un chorro de luz azul capaz de cegarlo por un instante.
—Maldita terráquea, ustedes pertenecen a una raza llena de errores. No conocen de perfecciones áuricas—dijo Tantra, colérico.
—Dios de la nada—respondió con soltura, Dea Ram—nosotros somos artistas de la supervivencia espacial, sabemos mucho más de lo que usted cree, por ejemplo, para esclavizar a alguien se necesita algo más que un opresor.
—La fuerza todo lo puede, los aplastaré hasta convertirlos en entes parásitos—amenazó Tantra.
Dea Ram lanzó una carcajada que se repitió como eco entre las paredes de la cueva al punto de ensordecer hasta la histeria, al dios menor, conocido como Tantra.
—Mi tercer ojo habla en tercera persona, pero siempre soy yo, maldito cuadrúpedo, ni con todas tus artimañas al servicio de Marte podrás esclavizarnos—le dije al parapeto ese que no sabía otra cosa que encender misiles y apuntar a mi ojo holográmico.
—Me desharé de ustedes en el abismo, solo comerán y beberán oscuridad y angustia, a no ser que sean mis acólitos—dijo con soberbia.
—Se necesita una mente esclava para tal cosa, jamás te podrás apoderar de nosotros—gritó Dea Ram al tiempo que atrapaba con su ojo azul las tinieblas de Tantra, sin imaginar las consecuencias.
Ansidorio llamó a Tricornio Saturnal, la mascota de Dea, necesitaba un aliado para los tiempos venideros. Lo hizo con tal ahínco que el animal voló hacia su ama, y se instaló en la luz azul del tercer ojo de ella. Supo que era hora de que Dea Ram cerrara el portal de los abismos.
Texto: Ana Caliyuri
Ilustraciones: Tadeo Zavaleta de la Barra