Volcó su interés en la problemática ecológica argentina y latinoamericana, decidido a «ver el Sur desde el Sur. Y desde el Sur siguió pintando y realizando muestras de concientización sobre el valor que debemos darle a la naturaleza.
García Uriburu y la Ecología
Nicolás García Uriburu nació en la ciudad de Buenos Aires, en 1937. La calidad de sus dibujos infantiles no sólo deslumbraba en el ámbito escolar: un tío de García Uriburu descubrió en ellos una veta artística que debía profundizarse. Hoy, el pintor reconoce que gracias a él se dedicó a la pin- tura. Recuerda que lo acompañaba a las exposiciones y a visitar a Jacques Helf: en la casa del anticuario tomó contacto-a los 14 años con obras de grandes pintores como Pablo Picasso, Georges Braque y Amadeo Modigliani, de quien le atrajo esas «bellas deformaciones modernas».
Fue autodidacto en su carrera pictórica y aprendió mucho observando cuadros de artistas extranjeros que llegaban al país. Comenzó a presentarse en concursos y premios. En 1954 cuando tenía 16 años, realizó una exposición en la galería Müller, la más prestigiosa de Buenos Aires. Sin embargo, el artista considera que su primera exposición fue la de 1960, porque recién entonces sintió que poseía un estilo definido.
Estudió la carrera de Arquitectura, a través de materias como Historia del Arte, Composición y Estética, encontró una formación que lo acercó también a su verdadera vocación.
Ombú y Pampa – 1982 – Óleo Sobre Lienzo
Recibió el Premio Braque en 1965, que le dio la posibilidad de viajar a Europa. Partió con su mujer y su título de arquitecto y se instaló en Paris. La estadía, pensada para doce meses, se prolongó en once años de intenso trabajo. Expuso en la galería Iris Clert-famosa por promover a los nuevos pintores europeos- en la Spectrum Galery de Amberes, Bélgica; en los museos de Arte Moderno y el Galliera de Paris, entre otros.
Su inclinación hacia los problemas ecológicos se profundizó y, movido por este interés, presentó una obra muy particular en la Bienal de Venecia de 1968. Con un sodio biodegradable de color verde (llamado fluorescencia, que se utiliza en oftalmología para realizar el fondo de ojo) colores tres kilómetros del Gran Canal como un acto de protesta y concientización de la contaminación de sus aguas. A partir de ese año, su obra estuvo enteramente dedicada a la naturaleza, acorde con su visión ecologista. Las coloraciones continuaron hasta 1989 en ciudades de Europa y América: el East River, de New York; el Sena, de París, el Río de la Plata; en Buenos Aires (en 1970); el lago Vincennes, Paris (en 1971); el Puerto de Niza (Francia); Puerto de Amberes, Bélgica (en 1974) y la fuente de la Pirámide del Louvre, Paris (1989). Esta última se realizó como acto de apoyo a la reunión contra las armas químicas.
Vicuña – 1990 – Óleo Sobre Lienzo
A su regreso a la Argentina, en 1976, se preocupó también por la tala de árboles. Defendió públicamente a importantes ejemplares de las plazas porteñas y efectuó plantaciones, junto con los vecinos y con la Dirección de Parques y Paseos, en varios puntos de la ciudad de Buenos Aires. También realizó plantaciones anuales en las plazoletas de la Avenida 9 de Julio.
Viajó a la selva amazónica y realizó una serie en homenaje a Laoni, indígena brasileño defensor de la ecología. Sus obras, de grandes dimensiones, muestran a un sinuoso rio Amazonas y una selva tupida que da oxígeno a nuestro planeta. En algunas incluye a personas de las tribus del lugar, sosteniendo a una gran boa llamada Sucuri, que se encuentraban en peligro de extinción.
Repitió sus estadías en París entre 1981 y 1983. En 1981, coloreó completamente una sala del Museo de Bellas Artes de Berna, Suiza y tituló a la instalación «Amazonia, pulmón verde del mundo». Viajó a Alemania en varias oportunidades donde coloreó al rio Rhin junto con el artista y teórico alemán Joseph Beuys. Juntos realizaron la plantación de siete mil robles en la cuidad de Kasell.
Sur – 1993 – Óleo Sobre Lienzo
En 1982, viajó a Japón, donde realizó una retrospectiva de sus «obras verdes» en el Museo Hara de Tokio, a la vez que convirtió centenares de palillos, en una escultura que llamada «Comiendo cada día, usted destruye un bosque».
Volvió a nuestro país en 1983, volcando todo su interés en la problemática ecológica argentina y latinoamericana, decidido a «ver el Sur desde el Sur, como dijo el crítico francés Pierre Restany. Y desde el Sur siguió pintando y realizando muestras de concientización sobre el valor que debemos darle a la naturaleza.
Fiel al óleo. Este pintor contemporáneo siempre trabajó con óleo, un material que utilizaron los artistas clásicos durante siglos, y que García Uriburu decidió no cambiar por los más modernos acrílicos. Aprendió a utilizar al óleo en forma autodidacto durante su formación. El artista comentó: «Los colores de mis cuadros son fuertes porque creo que América tiene colores fuertes. Quizá no los tenga la ciudad de Buenos Aires, pero sí los descubrí en mis viajes al Brasil, Cuba y el noroeste argentino, incluso en la vestimenta de los coyas del altiplano».
La naturaleza es la que lo inspiró, lo nutrió y le dio motivos para sus obras. Sus pinturas, coloraciones de ríos, puertos y fuentes, sus protestas y cartas de lectores en los diarios, en conjunto, conforman su producción artística. En todas ellas, su intención fue proteger nuestro hábitat que es la forma de cuidar la vida.
Casa Rosada – 1980 – Óleo Sobre Lienzo
Siempre trabajó por series: los famosos ombúes; los delfines, símbolo de la libertad; los frutos de América; los animales en vía de extinción y toda aquella agresión producida por la mano del hombre en contra de la ecología, también lo motivó a pintar, como por ejemplo los derrames de petróleo. También se dedicó a los mapas, en los cuales colocó el Sur hacia arriba y mantuvo su interés por la protección de los árboles y los edificios de carácter histórico que embellecen a nuestra ciudad.
Por Ignacio Gutiérrez Saldívar en Genios de la Pintura Argentina – Publicación de Editorial Perfil