Pero esta vez perdió la pelea, y durmió en el suelo sin importarle a nadie. Similar a nuestras vidas, cuando somos grandes, exitosos y tenemos beneficios… hay mucha gente que nos quiere y nos apoya, pero cuando ya no eres útil, te botan como este gallo!
No te Creas de Halagos!!!
Este gallo valía cientos de millones cada vez que ganaba una pelea, tenía a una persona especial que le pagaban bien para que lo cuidara Y siempre mucha gente lo halagaba a este gran gallo cada vez que ganaba.
Pero esta vez perdió la pelea, y durmió en el suelo sin importarle a nadie.
Similar a nuestras vidas, cuando somos grandes, exitosos y tenemos beneficios… hay mucha gente que nos quiere y nos apoya, pero cuando ya no eres útil, te botan como este gallo!
La vida es incierta, cuando tenemos dinero o éxito somos felices nos sentimos halagados, cuando estamos sin nada y deprimidos somos desechados.
Recuerda siempre que, «no todo el que se ríe contigo es un amigo”…
Desde la ciudad de Campana, Buenos Aires, recibe un saludo y mi deseo de que Dios te prospere en Salud, Amor, Paz y prosperidad.
Claudio Valerio
Valerius
Pobre Gallo Bataraz
Pobre gallo bataraz,
se te está abriendo el pellejo.
Ya ni pa’ dar un consejo,
como dicen, te encontrás,
porque estás enclenque y viejo,
¡pobre gallo bataraz!
Pero en tus tiempos, cuidao
con hacer bulla en la siesta,
se te paraba la cresta
y había en la arena un finao.
Y siga nomás la fiesta
porque en tus tiempos, ¡cuidao!
Era de larga tu espuela
como cola de peludo.
Y a’más de ser entrañudo
eras guapo sin agüeria,
porque hasta el más corajudo
sintió terror por tu espuela.
Si en los días de domingo
había depositada,
ya estabas de madrugada
sobre el lomo de mi pingo.
Había que ver tu parada
pocas plumas el domingo.
Y si escaseaba la plata
o andaba medio tristón,
entre brinco y reculón,
me picabas la alpargata
como diciendo: Patrón,
ya sabe si anda sin plata.
Pobre gallo bataraz,
nunca te echaré al olvido.
Pimentón y maíz molido,
no te han de faltar jamás.
Porque soy agradecido,
¡pobre gallo bataraz!
Estilo – 1930
Música: José Ricardo Soria
Letra: Adolfo Herschel