Hubiera jurado que ella estaba ahí, es más, sin lugar a eufemismos escuché su voz. Calculo que el resto de las participantes de la reunión literaria también la escucharon con atención, nos contó de su paso por Nápoles y también por Turquía.
Edgar Degas Frente al Espejo 1889
El Mundo Diseccionado
Pasó más de una hora y media y fuimos por la rutina de siempre. No las quiero nombrar, pero en líneas generales puedo resumirlo así: Fulana le dijo a Mengana que le dijera a Sutana que nos sacara una foto. Y allí fue Sutana con paso cansino y mirada gris, se paró frente al grupo y realizó el acto sublime. Demasiado fácil, pensé. Solo es necesario poner el teléfono en forma apaisada y tocar con el dedo índice un círculo blanco. Luego, la luz, la intensidad, el color, y otros detalles, se logran con la edición.
El clima era de jolgorio, a todas nos gusta aprender, leer y escribir, y no hay nada más vital que hacerlo en grupo. El caso fue que nos retiramos con nuestros sueños y fracasos en la propia mochila, pero también con la ilusión grupal de arribar a una Antología para fin de año.
Cuando llegué a casa, después de merendar, fui a la galería del teléfono para ver las fotos, y para mi sorpresa no estaba una de las integrantes. Un sudor helado se apropió de mi cuerpo, a Nancy yo la había visto y escuchado, no se había ido antes y quiero creer que había posado como todas para que quedase registrado el momento grupal.
No quiero que el hecho se convierta en vox populi, prefiero que quede en el mundo de las sombras, el mundo quebrado, el tiempo del no tiempo, pero sinceramente debo confesar que ha sido obra del espejo que está colgado en la pared trasera, no es la primera vez que nos juega una mala pasada. Yo lo descubrí en mayo de este año cuando me aproximé con uno de los libros que estaba en el estante, fue cuando le pedí a Laura que se sacara una foto conmigo. Ella es amiga, digamos por un rato, y lo que es más importante tiene vida en este siglo, en esta década, en este año, en ese momento y no me dijo que no, aceptó risueña y yo saqué la selfie y ella al igual que Nancy hoy, no quedó registrada.
Le pedí explicaciones al espejo, y desde lo más profundo de su opacidad, diseccionó mi universo y hallé la salida, en fin, desde que el mundo es mundo, los personajes de los cuentos viven con nosotros, comen con nosotros, hasta sueñan en nuestra compañía, pero no hay forma de retratarlos para ponerlos en un portarretratos en la mesita de luz.
Por Ana Caliyuri – Julio 2024