Descubrió el Urano y cambió el mundo. Luego se lanzó en una serie de complejas y ricas investigaciones con las que alcanzó sorprendentes resultados. Murió a los 84 años y dejó tras de sí un universo mucho más rico que aquel con el que nació.
Un Titán de la Astronomía
William Herschel, uno de los más grandes astrónomos que hayan existidos. Nació en 1738, en Hannover (Alemania). Hijo de un músico sin recursos, llegó a Inglaterra los 18 años de edad como oboísta de las guardias hannoverianas. Como no le gustaba el servicio de las armas, ni siquiera como músico, abandonó el regimiento y después de algunos años difíciles económicamente ocupó el cargo de organista de la capilla Octagon de Bath, una estación termal muy de moda entonces. Ya entonces combina el trabajo con su interés por la astronomía.
Con sus propias manos construyó un telescopio, empezó a explorar el cielo como un simple astrónomo aficionado y se dedicó a explorar de manera sistemática todo el ciclo visible desde Inglaterra. Hasta que el 13 de marzo de 1781 hizo un descubrimiento sensacional que lo llevó a la fama y al conocimiento público cuando tropezó con un astro que aparecía con un disco discernible. Se trataba ni más ni menos que un nuevo planeta del sistema solar. Urano
El descubrimiento causó sensación. Hasta entonces ningún nuevo planeta se había agregado a la serie de los cinco conocidos desde la antigüedad (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) y los merecidos honores se derramaron sobre él. Fue nombrado miembro de la Royal Society y el propio rey de Inglaterra lo recibió en audiencia privada.
Luego siguió una catarata de descubrimientos. Primero, nuevos objetos astronómicos del sistema solar: Mimas y Enceladus dos satélites de Saturno, y Oberón y Titania, satélites de Urano. Y luego se enfrascó en un fenómeno nuevo las estrellas dobles. Ya se conocían algunas, pero Herschel catalogó ochocientas y demostró que se trataba de estrellas que giraban una alrededor de la otra. Era la primera y sensacional prueba de que las leyes de Newton se cumplían más allá del sistema solar. También descubrió que, así como muchas estrellas, el sol tenía un movimiento propio y que, con todo el sistema solar, se dirige hacia un punto situado en la constelación de Hércules.
Pero su proyecto más ambicioso fue el intento de averiguar la estructura general del universo.
Ya el gran filósofo Kant había formulado una hipótesis que sostenía que el universo estelar, cuyo límite aparente constituye la Vía Láctea, consistía en un sistema achatado comprendido entre dos planos paralelos y relativamente próximos, del cual el Sol ocuparía más o menos el centro: un universo isla. Incluso especuló con la existencia de otros universos isla flotando en el vacío cósmico. Herschel también estaba preocupado por el tema, decía que «el conocimiento de la construcción del cielo ha sido siempre el supremo objeto de mis estudios».
Por eso trató de fundamentar la hipótesis de Kant mediante una minuciosa exploración del cielo. El proyecto le llevó treinta años y llegó (efectivamente, y esta vez con fuertes evidencias experimentales) a resultados muy parecidos a los predichos por Kant: la galaxia es una inmensa aglomeración heterogénea de estrellas, con la forma de un disco muy aplana do y dos ejes desiguales.
Pero además, había observado un tipo de objetos que parecían bastante misteriosos: grandes manchas blanquecinas y difusas. Ya se conocía un centenar, pero Herschel elevó el número a 2.300.
¿Qué eran? Herschel consiguió resolver en estrellas algunas de ellas y generalizó (un tanto apresuradamente) diciendo que todas las nebulosas serian aglomerados estelares (siendo todas resolubles con tal de disponer de instrumentos bastante poderosos). Si muchas no podían resolverse, era porque estaban realmente demasiado lejos, a distancias descomunales, que excedían los límites de la galaxia y concluyó que se trataba de enjambres estelares semejantes a la Vía Láctea que floraban en el espacio lejos, muy lejos de ella. Eran otras galaxias, otros universos isla y creyó haber demostrado la multiplicidad de las galaxias, la inquietan te pluralidad de los mundos.
Herschel murió en 1822 a los 84 años de edad y dejó tras de sí un universo mucho más rico y completo que aquel con el que se había encontrado
Caras y Caretas – Julio 2012 – Por Leonardo Moledo