APUNTES SOBRE LA INTRODUCCION DE LA VACUNA ANTIVARIOLICA EN BUENOS AIRES.
El Dr. Saturnino Segurola denuncia a los anti-vacunas.
El Dr. Saturnino Segurola había nacido en Buenos Aires el 11 de febrero de 1776. Realizó estudios en el Real Colegio de San Carlos y los cursos de filosofía que dictaba en Buenos Aires el Dr. Mariano Medrano, entre 1793 y 1795. Fue admitido posteriormente en el Seminario para ordenes menores y consagrado presbítero. En 1798 pasó a Chile y continuó sus estudios de teología en la Universidad de San Felipe, donde se doctoró. A su regreso a Buenos Aires pasó a desempeñarse en la Parroquia del Socorro hasta 1810. En ese año la Primera Junta al fundar la Biblioteca Pública de Buenos Aires, designaba al Dr. S. Segurola y a Fray Cayetano Rodríguez como Bibliotecarios de la misma.
En el año 1805, al tiempo que se desarrolla una importante epidemia de viruela, se produce el arribo al puerto de Buenos Aires de una fragata portuguesa, que transportaba un contingente de negros esclavos, algunos de ellos vacunados, que conservarán en sus brazos el suero, fluido, que permitirá traspasar la vacuna para su propagación. En julio de ese año la vacuna está en Buenos Aires. Apenas llegado a Buenos Aires el fluido vacuno Saturnino Segurola solicitó al Virrey Sobremonte y a las autoridades del Protomedicato ocuparse de la conservación y propagación del mismo como forma de contribuir a combatir el flagelo que ocasionaba la viruela a la población en forma periódica. No le iba a resultar fácil cumplimentar la acción que asumida. Los años 1806 y 1807, invasiones inglesas mediante, requirieron un laborioso esfuerzo en la conservación del fluido y en la propagación de la vacuna.
El 20 de Agosto de 1808 el Dr. Segurola a través de una nota al Tribunal del Protomedicato deja constancia de los “escollos que se me han puesto en la propagación del gran específico de la vacuna”, especialmente por la autoridad “de ciertos facultativos de algún concepto en el pueblo, que olvidándose de los justos deberes que les impone la Religión y el interés público, propendiesen con sus consejos a arruinarle enteramente (…) No puedo ponderar bastantemente, los obstáculos que ha encontrado este admirable específico en su propagación, desde que el cielo nos brindó con este admirable beneficio en estas regiones y yo lo tomé a mi cargo”. (…) No pienso formar reflexiones particulares sobre varios atentados que han cometido semejantes facultativos, con unos procederes de que se avergonzarían los pueblos más incultos y groseros enemigos de si mismos [Ver: Revista de la Biblioteca Nacional, Tomo IV, Primer trimestre de 1940, Nro. 13, pp 76 y sigtes.]
En 1813 el Triunvirato lo designa como Director General de la Vacuna para la capital y la campaña. Elabora entonces un Reglamento, cuyo artículo 1ro. Disponía: “Deberán vacunarse todos los que no hubieran pasado la Viruela, ni recibido la inoculación, para cuyo efecto habrán los Alcaldes de Barrio de formar padrón, o tomar razón en sus respectivos Cuarteles, así de los dueños o propietarios, como de los inquilinos que han ser vacunados, para compelerlos a la operación, como se ejecuta en toda la Europa, en caso que por preocupación o ignorancia, o por otros motivos se nieguen a ella según se ha visto hasta hoy en mucha parte del vecindario.” [Ver: Ídem anterior, p. 85]
UN BALAN
El Dr. Saturnino Segurola permanecerá en el cargo hasta 1821 sin sueldo ni gratificación alguna, si con el reconocimiento que le brindaba la población. En un Manifiesto escrito en marzo de 1822 y enviado a la Sociedad conservadora y propagadora de la Vacuna en Paris, el Dr. Saturnino Segurola realiza un somero balance de su gestión:
“Desde que llegó a estos países el fluido vacuno observé el abandono con que se miraba su conservación. (…) Conocí toda la necesidad de conservar la población que lejos de ir en aumento iba en disminución por mil motivos, y en particular por la viruela, que de cuando en cuando talaba la ciudad y su campaña; esto me hizo entrar en el empeño extraordinario … de conservar este precioso fluido contra el torrente de las preocupaciones, … a que se agregaba el abandono e indiferencia en las autoridades y mis conciudadanos (…) No fueron de menor consideración para impedir los progresos de mi empresa los ataques de los Médicos, que en lugar de desvanecer las preocupaciones no se empleaban sino en fomentarlas aunque con descrédito suyo por la ridiculez de los medios de que se valían. (…)”
“Unos decían que la vacuna aunque preservaba de la viruela causaba otras enfermedades de mayor bulto, lo que nunca probaron con ningún ejemplar, antes si por el contrario demostraba por mi parte con hechos irrefragables, que tan lejos de ser verdad esta impostura, estaba a la vista lo contrario, pues con sola la vacuna habían desaparecido muchas enfermedades que se3 habían creido incurables por ellos mismos por los recursos de la medicina.”
“Otros aseguraban arbitrariamente, que uno u otro vacunado había sido atacado de la viruela, fenómeno que jamás presentaron, sin embargo del extraordinario empeño que tomaron para esta mentira despreciable.” [Han pasado muchos años desde el momento que el Dr. Segurola se había hecho cargo de la conservación y propagación de la vacuna] “puedo afirmar con cierta satisfacción, que en el día la vacuna ha ganado todo el concepto que se merece; por lo que el país está lleno de satisfacciones al ver la especie humana mejorada con el aumento de la población que en el día ha subido a un número portentoso.” [Ver: Biblioteca Nacional, Sección Tesoro, Nro. Topográfico 138019. Manifiesto que hace el Dr. D. Saturnino Segurola a la Sociedad de Paris Sobre la Vacuna en Buenos Aires. Marzo 26 de 1822.
A MODO DE CIERRE.
Saturnino Segurola falleció en Buenos Aires el 23 de abril de 1854. En el Archivo General de la Nación se conservan documentos históricos y escritos que hacen a la historia del Virreynato del Rio de la Plata y a la época de la independencia, los que habían pertenecido al Dr. Segurola. La Colección reunida es numerosa e incluye Mapas, Cedulas Reales, Memorias, Autobiografías, libros y folletos antiguos. Fue un anticuario de relieve. Coleccionó piezas naturales, objetos, estandartes, pinturas, medallas, etc., los que fueron derivados al Museo Histórico.
Entre sus manuscritos se encuentran también algunas poesías alusivas a situaciones del momento. Una de ellas está dedicada a la Vacuna.
Décimas sobre el virus de la vacuna. *
Aunque el Cocyto se una (1)
y aunque vomite furor
contra el pobre Profesor
que propaga la vacuna
no sacará cosa alguna
de su vil oposición
porque su inoculación
produce palpablemente
un beneficio a la gente
y un aumento a la nación.
Al pobre infeliz, al rico
al plebeyo, al ciudadano,
al gaucho, al artesano
el mismo virus aplico:
para mi ninguno es chico,
a todos estimo y quiero
no pospongo ni prefiero
a Julia por Enriqueta
y en fin, pongo la lanceta
en el que llega primero.
(1) Nota: Cocyto: Como parte de la mitología griega, y según algunas tradiciones, el Cocyto era el río que delimitaba la frontera entre el reino de los vivos y los muertos (…) Los muertos condenados a cruzarlo debían pagar un óbolo al barquero Caronte; aquellos que no podían permitirse pagar el coste eran obligados a vagar, como sombras, alrededor de sus orillas.
* Biblioteca Nacional, Sección manuscritos, 6105. La transcribe el Padre Guillermo Furlong en Médicos Argentinos durante la dominación hispánica. Buenos Aires, Huarpes, 1947
Carlos A. Suarez – Buenos Aires, 17 de noviembre de 2020.