La escucha activa nos permite establecer una conexión emocional con el otro ya que escucho y me escuchan con atención, validan y respetan mis emociones y juntos desarrollamos un vínculo empático. Dialogar es el camino para entendernos.
¿Dialogar?… ¿Qué es eso?
Voy a descansar un rato, un cafecito, un poco de distracción y nada de problemas.
Estoy frente al televisor observando como en distintos programas siempre ocurre lo mismo:
● en las de noticias discuten dos personas que chocaron
● en otro programa se enfrentan el invitado y el panelista
● y en un tercer intento, se genera una feroz discusión entre dirigente y periodista.
Si voy al supermercado y tardamos en avanzar en la cola para pagar es porque discuten el comprador y la cajera, y si estamos viajando la discusión acalorada puede ser entre peatón y chofer de colectivo, o con el taxista, o con un pasajero…
No importa el lugar, momento u ocasión, la situación se repite una y otra vez, discusiones, gritos, insultos y algún que otro empujón y, lo peor, golpes de ambos (no siempre, pero cada vez se repite con más frecuencia).
¿Por qué no podemos dialogar?
Si dialogar es una “conversación” entre dos o más personas que exponen sus ideas supone “hablar-escuchar” entonces algo en esta dupla no está funcionando.
Analicemos cuántos y cuáles de estos simples pasos llevamos adelante:
a. Expreso los hechos sin prejuicios
b. Comento lo que paso sin expresiones negativas y/o descalificatorias
c. No ataco
d. No culpo
e. Escucho los dichos del otro con atención
f. Pregunto si tengo dudas sobre lo que escuche
g. Expreso mis emociones y sentimientos junto a mis necesidades
h.Atiendo a los sentimientos, pensamientos y necesidades del otro.
En las situaciones descriptas como ejemplos nos indican que en la mayoría solo preguntamos para corroborar que “tenemos razón”. Y si tengo razón, el otro NO y es culpable (y mi enemigo)
Entablamos una conversación “difícil”
Mediante una conversación difícil obtendré:
● una descarga para nuestro enojo/angustia/tristeza (entre otras emociones)
● una oportunidad de culpar al otro
● alejarme de una solución acordada.
No escuchamos, casi desprecio lo que el otro puede decir
Creo que es más enriquecedor preguntarnos
¿Cuál es tu propósito con esta conversación?
Podremos decir, tener razón, culpar, castigar, ratificar mis dichos entre otras cosas.
Y si pregunto, ¿Cuáles son tus emociones?
Entoncesdiría eliminar este enojo
Ahora pensemos esta situación desde otra perspectiva.
Una mirada o tercera versión del conflicto elaborada desde las visiones conjuntas de los protagonistas pero sin carga negativa (sin agresiones y/o descalificaciones)
Comencemos:
Tenemos un problema, estos son los hechos (desde mi visión), me sentí (comento mis emociones) y me gustaría (indico mis necesidades).
Terminado el relato, la otra parte hace lo mismo.
Para esta puesta en marcha debemos estar dispuestos a oír con atención al otro (escucha activa)
En esta perspectiva intentamos transformar la conversación difícil en una conversación “asertiva” donde escuchar con atención, despojarnos de prejuicios y de suposiciones, preguntamos y juntos buscar la contribución para llegar a un acuerdo.
Cambiamos.
● Conversación difícil por asertiva
● Suposición por certeza
● Enemigo por socio
● Confrontación por colaboración
● Destrucción por construcción (de vínculos)
● Retroceso por avance
● Conflicto por oportunidad
En definitiva aprendemos cuando podemos “dialogar” y comenzamos por “escuchar al otro”.
La escucha activa nos permite establecer una conexión emocional con el otro ya que escucho y me escuchan con atención, validan y respetan mis emociones y juntos desarrollamos un vínculo empático.
Dialogar es el camino para entendernos.
Dialogar es aprender a convivir en armonía.
Dialogar es el camino que nos lleva a educar para la Paz.