El Sordo de Obligado y el Coronel Ramón Rodríguez
Un anciano, que se presentó como el almirante Sulivan de la marina de Su Majestad Imperial, se presentó el 26 de octubre de 1883 ante el Consulado Argentino en Londres, con una nota y un paquete para entregar a las autoridades consulares. Era una bandera blanquiceleste tomada casi 40 años antes por los ingleses al finalizar el combate de la Vuelta de Obligado, y la acompañaba una carta:
“En la batalla de Obligado librada en el río Paraná el 20 de noviembre de 1845 un oficial que mandaba la batería principal (era la Manuelita) causó la admiración de los oficiales ingleses que estábamos más cerca de él, por la manera con que animaba a sus hombres y los mantenía al pie de los cañones durante un fuerte fuego cruzado bajo el cual esa batería estaba expuesta. Por más de 6 horas expuso su cuerpo entero. Por prisioneros heridos supimos después que era el coronel Ramón Rodríguez del Regimiento de Patricios de Buenos Aires. Cuando los artilleros fueron muertos, hizo maniobrar los cañones con los soldados de infantería y él mismo ponía la puntería.
“Al terminar el combate, los defensores habían perdido 500 hombres entre muertos y heridos de los 800 que él comandaba. Cuando nuestras fuerzas desembarcaron a la tarde y tomaron la batería, con los restos de su fuerza se puso a retaguardia, bajo el fuego cruzado de todos los buques que estaban detrás de la batería, defendiéndola con armas blancas. La bandera de la batería fue arriada por uno de los hombres de mi mando y me fue entregada por el oficial inglés de mayor rango. Al ser arriada cayó sobre algunos cuerpos de los caídos y fue manchada con su sangre.
”Quiero restituir al coronel Ramón Rodríguez, si vive, o, si no, al Regimiento de Patricios de Buenos Aires si aún existe, la bandera bajo la cual y en noble defensa de su Patria cayeran tantos de los que en aquella época lo componían. Si el coronel Rodríguez ha muerto y si el Regimiento de Patricios no existiera, ruego que algún sobreviviente de su familia la acepte en recuerdo suyo y de las muy bravas conductas de él, de sus oficiales y de sus soldados en Obligado. Los que luchamos contra él y presenciamos su abnegación y bravura tuvimos grande y sincero placer al saber que había salido ileso hasta el fin de la acción”. Firmado: Admiral Sir Bartholomew James Sulivan.
Remitida la nota de Sulivan a Buenos Aires, fue consultado el hijo del teniente coronel Juan Bautista Thorne, quien –a su vez- derivó la misma a Víctor Elizalde, protagonista y sobreviviente de la batalla, acerca de la posible confusión de Sulivan sobre el comandante que tan heroicamente había luchado en la gesta de Obligado.
Confirmó Elizalde lo que el almirante inglés decía. Thorne había sido puesto al mando de la batería Manuelita por el coronel Lucio Norberto Mansilla, y cañoneó con denuedo las naves invasoras, hasta que éstas forzaron el paso. Por dos veces Mansilla le ordenó que se replegara. Thorne reposicionó sus cañones y siguió disparando hacia las tropas que ya se disponían a desembarcar. Incluso, desafiando el fuego enemigo, cada tanto bajaba de su parapeto para corregir la puntería de sus artilleros.
Es posible que el constante tronar de los cañones haya impedido que Thorne escuchara la orden de repliegue que le diera su jefe, circunstancia que le valió el reconocimiento de la historia como “El Sordo de Obligado”. Lo cierto es que respondió que “sus cañones seguirían disparando hasta vencer o morir”, lo que hizo hasta que se le acabaron las municiones. Herido y “casi sordo” se retiró al vecino convento de San Carlos, en San Lorenzo, donde fue arrestado por desobediencia. Enseguida llegó Mansilla, herido también malamente por la metralla enemiga, quien lo felicitó por su heroico comportamiento y le levantó el arresto.
Agregó Elizalde sobre el coronel Ramón Rodríguez, que “éste se mantuvo en retaguardia con sus Milicianos de Buenos Aires (se refiere al Regimiento de Patricios, del que era su jefe), hasta que la batería agotó sus municiones y el enemigo desembarcó, encabezando una valerosa carga a la bayoneta contra los invasores”.
El historiador Adolfo Saldías avaló lo dicho por Sulivan y Elizalde, resaltando las virtudes heroicas del artillero Thorne y del coronel Rodríguez, quien había reemplazado a Mansilla a la cabeza de las tropas a raíz de las heridas sufridas por éste.
por José Rodolfo Maragó