Como todo objeto que se instaló fuertemente en la memoria colectiva, el Jack tiene sus fanáticos que cuentan con gran conocimiento del tema; coleccionistas de las piezas y lugares donde suelen cruzarse para intercambiar las codiciadas figuras.
Jack – La Maga – 12-04-95 – Foto Silvana Colombo
Chocolate Jack
Corría el año 1962. Nuestros niños tenían el hábito de pequeñas compras en el kiosco del barrio o de la escuela, para mitigar la ansiedad hasta la hora del almuerzo o la “leche” en casa, acompañada por las series de aventuras televisivas que acompañaban la merienda. Así sucedía en las familias que pudieron acceder a un televisor blanco y negro, que por entonces se podía pagar en módicas cuotas en algún negocio del barrio.
Son tiempos de juegos en la vereda hasta que caía el sol y también de caramelos Mu-Mú y Media Hora, de Toddy o el chupetín Topolín; que venía en una bolsita trayendo en su interior un juguete sorpresa. En esos días Topolín y el flamante chocolate Jack eran las únicas golosinas que se vendían acompañadas por un pequeño chiche.
Pero ¿qué es el Jack? Se trata (porque se sigue fabricando) de un chocolate hueco del tamaño aproximado al de una cajita de fósforos rectangular, creado por Felfort.
Marcelo Dupleich – La Maga – 12-04-95 – Foto Silvana Colombo
El fundador de la empresa fue Felipe Fort, un español que en 1912 se instaló con el nombre de La Delicia – Felipe Fort S.A. para fabricar golosinas, especializándose en chocolates. En 1926 comienza la producción en la actual planta industrial del barrio porteño de Almagro. La marca fue creciendo fuertemente en el mercado debido a la calidad de sus productos identificados como Felfort: chocolate en barra, bombones surtidos, huevos de Pascua y otras exquisiteces.
En 1963 asume la conducción de la empresa Carlos Fort, hijo del fundador.
Para entonces, la firma lidera una amplia gama de productos basados en el chocolate, pero a partir de 1962 el chocolate Jack se convierte en un “boom” en el mundo de las golosinas, elaborado con fino cacao importado de Ecuador y Perú.
Además del sabor y la prolijidad en la presentación, el secreto del éxito entre los más chicos lo generaba la serie de pequeños muñecos de plástico ocultos en la golosina.
En su interior, aparecieron animalitos de granja, reproducciones de los Titanes en el Ring; la troupe de luchadores de Martín Karadagián; Patoruzú y su familia de personajes creados por Dante Quinterno; y de esa pequeña caja de sorpresas surgieron también más adelante,Tarzán, Supermán, Batman y otros superhéroes.
Finalizando los años ‘60 en las sorpresas de Jack aparecen las réplicas de futbolistas de época y ya entrada la década de 1970, los consumidores se encontraron con las creaciones de García Ferré como Anteojito y Antifaz, Gold Silver, El Comisario, Hijitus, Super Hijitus, La Bruja Cachavacha y elenco. La serie mencionada se presenta en muñecos un poco más grandes y en plástico duro, lo que garantiza más fortaleza ante el rigor con que los pequeños usuarios a veces tratan sus juguetes.
Paralelamente, una importante campaña publicitaria apoyó la demanda en medios gráficos y televisivos; los memoriosos recordarán los anuncios en las revistas Anteojito, Selecciones Escolares y Billiken, y en televisión, en las presentaciones del Topo Gigio, muñeco de origen italiano que causó furor en las pantallas nacionales.
Gabriel Acero – PUBLICIDADES MUY ANTIGUAS – 26-02-04
Siempre atento a las inclinaciones del público, entre 1978 y 1979 Jack reprodujo a los jugadores de la Selección Argentina ganadora del Mundial de Fútbol ‘78.
Con el paso de los años el chocolate Jack se convirtió en un clásico indiscutido del rubro, alcanzando tal popularidad que en abril de 1995 el artista plástico Marcelo Dupleich presentó una reproducción del Jack del tamaño de una persona, en el Centro Cultural Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires. Refiriéndose al tema de su obra, el artista sostuvo lo siguiente: “El Jack es un emblema generacional, aparte del chocolate en sí, abrir un Jack era lo que me llenaba. Compraba muchos y me tomaba mi tiempo, abría uno, comía el chocolate y disfrutaba el muñequito. Comer un Jack era una ceremonia. En mi obra el tema era hacer un chocolate donde yo fuera el muñequito, tomé mi altura como un referente y de allí salieron todas las medidas. Yo soy el muñeco de mi propio Jack” (1).
En la actualidad el Jack se exporta a una decena de países, entre ellos varios de Latinoamérica, África y Rusia. Se expende en varias presentaciones y sabores (incluyendo el blanco) y hasta en pack de 20 unidades. Acorde a los tiempos, también habitan el Jack los personajes de la serie estadounidense Los Simpson en muñequitos y emojis.
Como todo objeto que se instaló fuertemente en la memoria colectiva, el Jack tiene sus fanáticos que cuentan con gran conocimiento del tema; coleccionistas de las piezas y lugares donde suelen cruzarse para intercambiar las codiciadas figuras.
1) Sánchez Julio – Revista La Maga – Buenos Aires – 12-04-1995.-