Notas al Margen
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Mientan, que Algo Queda
Soliloquios de Café – Omar Auton
Mientan, que Algo Queda

“Tarea áspera y con frecuencia magulladora es la de analizar los actos de sus propios contemporáneos. La historia se teje delante de nosotros, pero nosotros no la vemos por la falta de perspectiva. Nosotros solo vemos los pequeños hechos que se van sucediendo sin solución de continuidad, pero no percibimos los grandes trazos, que dan unidad, relieve histórico, a esas inimportancias cotidianas
Raúl Scalabrini Ortiz

Elijo esta frase, extractada de”Política Británica en el Río de la Plata”, y escrita en 1937, pero de una escalofriante actualidad, igual que la totalidad del libro por cierto, porque siento que, hablando en términos futbolísticos, no podemos agarrar la pelota y desde ahí manejar el partido, sus tiempos y sus características, en lo referente al debate por la construcción de sentidos. Corremos como locos detrás de esa “pelota” respondiendo las operaciones periodísticas, artículos, dichos, etc., de los mercenarios del campo antinacional y también de sus intelectuales orgánicos, sin poder “ordenarnos”, separar la paja del trigo y dejar de acometer enceguecidos como el toro ante la capa del torero.

Ante la carencia de una conducción estratégica, sea institucional o grupal, cada uno se convierte en el francotirador que patrulla por cuanta red existe (Facebook, Twiter, Instagram, etc.) y ante los ataques (muchas veces fake news) respondemos y “combatimos” una batalla imposible de ganar.

   Imposible de ganar porque, entre otras cosas, repetimos que vivimos un hecho nuevo, el ataque frontal y sistemático de los medios de comunicación a cualquier manifestación o acción política del campo nacional y popular y esto es absolutamente FALSO, por ello, como además confundimos la batalla le disparamos a sombras que se mueven como en el célebre mito de Platón.

   Digo que es falso porque el sistema de prensa y acción ideológica, mas allá de sus cambios tecnológicos y de la aparición de nuevos medios como las plataformas, siempre ha sido enemiga del Movimiento Nacional. Desde los periódicos editados en Montevideo por “los hombres de casaca negra” enemigos de Rosas y los caudillos federales, hasta la fecha, siempre fue así. Cuando Bartolomé Mitre, el demiurgo de ese poder fundó La Nación, la definió como “Una tribuna de doctrina” y fue asimismo el que diseñó la historia “oficial” de nuestros colegios y universidades.

Es por ello que trataré de encarar varias de estas discusiones y cuestiones para, humildemente, proponer un cambio en la mirada y la acción,  si bien la pelota solo la vamos a agarrar cuando reiniciemos el camino hacia la soberanía política, la independencia económica y la justicia social, y, aún en ese momento, en forma paulatina y no “voluntarista”, podemos ir ajustando algunas marcas como para no seguirnos comiendo un baile.

Mientan, que Algo Queda

 Elijo esta frase que muchos otorgan a Goebbels, porque hay en nuestra educación una serie de mitos creados por la escuela liberal mitrista, que se siguen repitiendo, incluso muchos compañeros parten de ellos para intentar rebatirlos pero sin analizar su veracidad. En los últimos tiempos, además, los jóvenes, especialmente, recurren mas a Wikipedia u otros portales en busca de información que a leer la prolífica obra de los autores nacionales que llevó a gran parte de una generación, en los años setenta, a volcarse al campo nacional y popular y que ha caído nuevamente en un ostracismo desalentador.

    Arranquemos por el principio, si definimos a nuestra patria como una semicolonia ¿Sabemos de que hablamos?, por las dudas, una colonia es un país que es dominado por la presencia directa de una fuerza militar extranjera o conducida por extranjeros que sostiene un gobierno ejercido por extranjeros, como fue la India o gran parte de Africa hasta mediados del siglo pasado. Una semicolonia se diferencia porque goza de una “independencia política” o institucional, elige sus gobernantes y sus fuerzas armadas son locales, no existiendo ninguna presencia “visible” de una potencia extranjera, sin embargo hay dos elementos centrales que la caracterizan, el manejo foráneo de su economía y su aparato cultural y educativo.

    No creo que haga falta explicar detalladamente que significa la dependencia económica en un país en el cual hasta su Banco Central fue una creación de Inglaterra, su presidente y creador un “sir” inglés, Otto Nyemeyer, y tuvo presidentes, como Ortiz, proclamados en la Cámara de Comercio Británica.

    Sin embargo, ¿es posible sostener esa dependencia en un país cuya población es consciente de ello, conoce los mecanismos y las consecuencias?, ¿Cuánto puede durar si sus intelectuales, sus escuelas y universidades, poseen y difunden un pensamiento local, que exprese sus intereses, arraigue en su historia y su cultura?, por ello si el poder económico es el músculo y nervio del sometimiento semicolonial, el colonialismo cultural y educativo es el alma misma de la dependencia.

Dentro de ese mecanismo el sistema de medios es uno de los pilares, todos los diarios, con sus matices, expresan los intereses de la potencia dominante y sus aliados locales, porque no hay dominio semicolonial sin un sector social local, “nacional” que esta asociado, por intereses económicos, o de prestigio, forman parte del sistema de dominio y lo sostienen, encargándose además de eliminar todo intento de pensamiento independiente.

   Cada vez que hubo un golpe oligárquico lo primero que han hecho ha sido clausurar los esbozos de una prensa con otras características, luego la asfixia económica, las empresas no pagan avisos en medios no amigables con el modelo semicolonial y con la dictadura iniciada en 1976 directamente con la apropiación de la única fábrica de papel para prensa.

    Quizás lo único “novedoso” sea el nivel de concentración, pero no es mas que la expresión de la concentración del poder económico mundial, a nivel local, el grupo Clarín-La Nación, se llama red O´Globo en Brasil, El Mercurio en Chile, y así en cada uno de nuestros países, la Sociedad Interamericana de Prensa, siempre fue “la cueva de ladrones” que es hoy y hasta tuvo de presidente a un agente de la CIA durante años.

Pero los ataques despiadados y frontales contra los gobiernos populares son tan antiguos como la batalla por la liberación nacional. Desde Crítica  y La Fronda se atacó al presidente Yrigoyen con una ferocidad y ensañamiento quizás superior al actual, se lo tildaba de “megaterio” ellos lo bautizaron el “peludo” porque era un hombre de pocas palabras y reacio a la exhibición pública, llegaron a tildarlo de “Analfabeto y bastardo de padre y madre”, en las tapas de sus ediciones, incluso lo acusaron de “robarse el equivalente a un presupuesto” y por ello cuando es derrocado una turba asaltó su casa y arrojaba los muebles por las ventanas buscando ese “tesoro oculto”, pioneros de algún fiscal actual que paseaba con una excavadora por la Patagonia buscando el “tesoro oculto” de los Kirchner.

   Scalabrini Ortiz afirmaba que “Todos olvidaron que la prensa es una traducción visible de las fuerzas económicas”, casi un siglo después seguimos olvidándolo, pero además hacía un análisis muy interesante “Es un arma traidora, como el estilete que hiere sin dejar huella. Un libro es siempre un testigo de lo que se afirma. El libro permanece, está en su anaquel para que lo confrontemos y ratifiquemos o denunciemos sus afirmaciones. El diario pasa. Tiene una vida efímera, pronto se transforma en mantel o en envoltorio, pero en el espíritu desprevenido del lector va dejando un sedimento cotidiano en que se asientan forzosamente las opiniones. Las creencias que el diario difunde son irrebatibles, porque el testimonio desaparece”. 

Que no podríamos decir hoy donde ni siquiera existe, casi, el diario en papel y las noticias surgen de su versión digital o de sus portales, tanto así que muchas veces la “noticia” falsa o tergiversada desaparece de los portales minutos después de ser subida.

Pero veamos además que decían por ejemplo en ocasión del 17 de octubre de 1945, Critica, por ejemplo titulaba “Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de amedrentar la población”, (sic), y se preocupaba porque “La policía actuó mansamente”, La Razón consignaba que “Diversos grupos provenientes de Avellaneda organizaron una manifestación que recorrió las calles de la ciudad”, pero si vemos las opiniones de las publicaciones de la izquierda no se quedaban atrás, el partido Comunista en su semanario Orientación expresaba “Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia del presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la ciudad, no representan ninguna clase de la sociedad argentina”.

Es que ese periodismo expresa el problema cultural de la dependencia, tiene su cara de derecha, en ese entonces “La Nación”, “Crítica”, “La Prensa” etc. y también su ala izquierda como “Propósitos” o “Nuestra Palabra”, del partido Comunista o “La Vanguardia” del Partido Socialista, se dedican a hacer fuego cruzado sobre cualquier expresión política que represente los intereses nacionales.

Puede el lector reemplazar los nombres de los medios por los actuales y nada cambiará, los intereses son los mismos, el amo también.

Pero estos aparatos mediático-culturales disponen de otra arma disciplinadota: el silencio, cuando algún argentino intenta expresar una opinión disvaliosa a los intereses dominantes se lo condena al silencio, al ostracismo, hay dos ejemplos claros de ellos, uno de antigua data, en 1912, Ricardo Rojas era uno de los intelectuales mimados de nuestro periodismo. Todas sus obras merecían largos comentarios elogiosos en las páginas de todos los diarios argentinos. Después de un viaje por Europa publicó “La Restauración Nacionalista”, denunciando el avasallamiento del país por las finanzas británicas, la prensa argentina no publicó una sola nota sobre su libro, ni siquiera que había sido publicado. Rojas aprendió la lección y terminó saludando desde los balcones del Hotel Savoy la marcha por la Constitución y la Libertad de setiembre de 1945, donde Ramón Santamarino, Spruille Braden, Joaquín de Anchorena, marchaban del brazo con Rodolfo Ghioldi del Partido Comunista y Nicolas Repetto del partido Socialista.

Mucho mas recientemente otro escritor se desempeñó durante un tiempo en el diario Clarín, publicando aguafuertes como Oberdán Rocamora, al irse del diario publicó un libro llamado “El diario de la Argentina” donde contaba las intimidades del poder dentro del matutino, Jorge Asís, que de el se trata, había sido celebrado por los suplementos culturales de Clarín y La Nación por sus libros

“La familia tipo”. “Flores Robadas en los jardines de Quilmes” o “Canguros”, desapareció de esas páginas largo tiempo, sus libros ya no eran fáciles de hallar en las librerías y cuando fue secretario de Cultura de Menem sufrió el escarnio y la humillación por intentar prohibir el uso de palabras inglesas, como Shopping o “sale”, cuando había palabras castellanas para denominar las tiendas o las liquidaciones. Hoy luce su ironía y su mordacidad en programas de televisión de dudosa catadura o en libros siempre apuntados a denunciar la corrupción de los gobiernos populistas.

   Para finalizar, rasgarse las vestiduras por las “Fake news” o las campañas destituyentes de Clarín o La Nación es una pérdida de tiempo, como lo es también someterse al insalubre ejercicio de plantarse frente al televisor para debatir a los gritos o en soledad frente a los Intratables o los animales sueltos. No lo es menos convertirse en el francotirador de Facebook u otras redes. Es peor, se logra legitimarlos, ya que si uno debate con ellos los reconoce como portavoces de alguna verdad o certeza.

    Además revela una ignorancia supina de la realidad argentina, esa prensa, esos portales, esos programas televisivos son la versión siglo XXI de Critica, La Prensa o Noticias Gráficas en el siglo pasado, cambian los formatos pero los actores e intereses son los mismos. Además son de infinita peor calidad, cuando uno ve los productos, el lenguaje y la inteligencia de los Fantino, Leuco, Majul, Canosa o Feinman tiene ganas de gritar “Neustadt, Grondona, vuelvan, los perdonamos”, serían gorilas y cipayos, pero al menos sabían armar una oración con sujeto, verbo y predicado.

No habrá medios de comunicación serios, que expresen contenidos nacionales, de cualquier signo político que fueren, mientras no se reconstruya y ponga en marcha nuevamente el Movimiento Nacional, capaz de reiniciar la revolución inconclusa por la que Juan Domingo Perón entregó su vida, al igual que miles de patriotas en nuestra historia, sin soberanía nacional no habrá prensa ni cultura nacional, es inútil pretenderlo.

Mientras tanto apaguemos un poco el televisor, dejemos los programas de aire o cable en silencio, apaguemos unas horas la compu, dejemos al celu en un cajón y volvamos al saludable ejercicio de la lectura, todo esto ya pasó antes y hay hombres que nos darán las coordenadas para encontrar el camino en las estrellas por mas oscura que sea la noche

Por Omar Auton

Publicidad de Libros – La Nación 19-12-20

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