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“Carrieguito” de Palermo
Evaristo Carriego: El Poeta, el Barrio y su Obra
“Carrieguito” de Palermo

El Poeta y el Barrio

Escribió Jorge Luis Borges: “¿Qué destinos vernáculos y violentos fueron cumpliéndose a unos pasos de mí, en el turbio almacén o en el azaroso baldío? ¿Cómo fue aquel Palermo o cómo hubiera sido hermoso que fuera?” Tales preguntas se hace el gran narrador y poeta en el prólogo de su ensayo Evaristo Carriego, escrito en 1930. El interrogante que plantea Borges lo resuelve Carriego a través de su obra; ya que convivió con los cuadros y personajes que describe en su poesía y cuentos.

El poeta del suburbio nació en Entre Ríos en 1883. El apellido tuvo peso en la historia de esa provincia, ya que su abuelo militó a órdenes de Justo José de Urquiza y luego lo enfrentó por diferencias políticas, sufriendo persecución a manos del caudillo.

En 1887 Evaristo llegó con sus padres a Buenos Aires. Se mudan dos años a La Plata y luego vuelven definitivamente a la Capital instalándose en Palermo, en la casa de la calle Honduras en la que el poeta vivirá hasta su muerte el 13 de octubre de 1912, cuando cayó vencido por la tisis.

“Otra forma de reconocimiento impuso ‘Carrieguito’, como lo llamaban sus amigos aliviándolo del apellido ilustre en las luchas políticas”, sostiene el investigador J. C. Ghiano en el prólogo de los poemas editados por Los Libros del Mirasol en 1964. También el apellido o nombre en diminutivo, es costumbre y tradición porteña, afectuosa y protectora.

Quizás su figura delgada, su ropa sencilla y habitualmente oscura ameritaba esa forma de llamarlo, que no se compadece con la solidez de su poesía.

Evaristo Carriego fue contemporáneo de aquel “Palermo perdido del baldío y de la daga”; al decir de Jorge Luis Borges. Ese Palermo a caballo de dos siglos, de barrio suburbano a mitad de camino entre la campaña y la ciudad. El arroyo bravo, el flamante tranvía eléctrico abriendo barrios, las fábricas de extramuros. El Palermo donde convivían antiguas casonas con conventillos, jinetes, almacenes, corralones y baldíos; muchos baldíos. Con bailongos y hasta algún prostíbulo de mala muerte. A ese barrio cantó Carriego; a la vida sencilla de su gente. Con las alegrías y desventuras de sus vecinos, Carriego nutrió su espíritu y tomaron cuerpo los poemas.

La Obra

Los años de mayor producción literaria de Carriego, son los del auge del modernismo con el poeta nicaragüense Rubén Darío como líder indiscutible de esa corriente estética. En nuestra tierra, Leopoldo Lugones con su dominio asombroso del idioma, encabeza la vertiente argentina. Carriego como la mayoría de su generación poética, cultivó esa tendencia en buena parte de su obra y así se percibe en no pocos poemas.

El legendario Pedro B. Palacios (Almafuerte) que cultiva una poesía social con reflejos modernistas, como también el francés Baudelaire, influyen en la temática y el tratamiento que Carriego da a su producción. El poeta palermitano incorpora a ese panorama lo que mejor lo define y justifica: la poetización del barrio. Paralelamente, escribe en la revista Caras y Caretas, en el diario anarquista La Protesta y otras publicaciones menos difundidas.

Se reúne con colegas en el café que luego sería conocido como Los Inmortales y también en La Brasileña; sitios de encuentro de la bohemia literaria porteña.

En 1908 aparece Misas Herejes. Es una recopilación de poemas dividida en cinco partes: Viejos sermones; Envíos; Ofertorios galantes; El alma del suburbio y Ritos en las sombras.

En la sección “El alma del suburbio” aparecen las estampas y personajes que brindarán a Carriego el carácter de precursor de esa línea. El poema del mismo nombre que inicia el capítulo, es una pintura minuciosa de aquel “Palermo perdido” de la primera década del siglo XX. Desfilan el gringo del organito, el conventillo, las comadres, el almacén, los naipes, el baile esquinero entre hombres, los perros atorrantes, la mujer sometida, el guapo “cultor del coraje” como versión devaluada del gaucho y toda esa abigarrada galería, que más adelante poblará hasta el abuso las letras de tango.

En ese sentido “La viejecita”, “El amasijo”, “Residuo de fábrica” son piezas emblemáticas de Misas Herejes. En 1913 ya fallecido Carriego, un grupo de amigos editó su obra póstuma, La Canción del Barrio. En los trabajos que forman esta antología, Carriego reafirmó su identidad poética con trabajos como “El Casamiento”, “El Velorio”, “La costurerita que dio aquel mal paso”, el poema lunfardo “Día de bronca” y otros. Carriego ilustra con crudeza un panorama sin duda cierto, el de la pobreza extendida contrastando con el derroche ofensivo de las clases altas, que en 1910 tiraron “la casa por la ventana” celebrando el Centenario, con visitas ilustres y Estado de Sitio. La mujer atrapada en un orden social y familiar opresivo, es una constante. A la piba fabriquera sólo le queda una salida, casarse; y repetir el ciclo de sus mayores. O “patear el tablero” como hizo la costurerita que dio el mal paso.

Al rescate de la costurerita acude el poeta Oliverio Girondo, quien años más tarde escribe otro poema con el mismo nombre, evocando el “mal paso” de la costurerita de Carriego:

“Pobre si no lo daba
Que aún estaría
sino tísica del todo
poco le faltaría.”

Los personajes, la acuarela del suburbio con su pobreza digna y los valores humanos asumidos como mandatos son la esencia de la poesía carreguiana.

“La casa será pobre
nadie lo niega
todo lo que se diga
pero decente.”

Exclama un personaje del poema El Casamiento. Estas piezas serán los cimientos sobre los que se edificará la gigantesca poética tanguera en su vertiente costumbrista, con estampas repetidas hasta el hartazgo, con tratamiento, calidad y suerte muy diversa.

Algunos cuentos y la pieza teatral “Los que pasan”, completan la obra de Evaristo Carriego.

Pensar el Palermo antiguo es imaginar el Maldonado descubierto, almacenes con despacho de bebidas, Borges y (qué duda cabe), Evaristo Carriego; con su figura delgada y el traje oscuro, cruzando apurado ese barrio que fue la quintaesencia de su arte.

Mural Homenaje a Evaristo Carriego – Palermo – CABA – 2020
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