Sin cruzar la General Paz se puede encontrar todo el país en un solo lugar. La Feria de Mataderos es ese lugar, como un argumento para aquellos que consideran que Argentina se termina en la Capital Federal.
Barrio de casas bajas y calles tranquilas con escaso tránsito, se diferencia mucho de la imagen que tenemos de Buenos Aires, bulliciosa y caótica.
En Mataderos donde se cruzan los caminos de las avenidas de Los Corrales y Lisandro de la Torre, se levanta la «Feria de las Artesanías y Tradiciones Populares Argentinas».
Declarada Patrimonio Cultural de la Ciudad por la Legislatura porteña en 2011, se encuentra ubicada adyacente al antiguo Mercado Nacional de Hacienda, hace años, fue el punto en común entre el campo y la ciudad, dado que en 1889 se instaló el matadero de ganado vacuno donde se faenaban los animales destinados al consumo interno y a la exportación, una historia vinculada al lugar y a la Pampa Húmeda.
Es a partir de esto que el barrio empieza a ser conocida como la “Chicago de Buenos Aires”, debido a la similitud con la ciudad norteamericana.
Custodiada por la estatua del Resero, inaugurada en 1934, es una obra hecha en broce por Emilio Jacinto Sarniguet, encargada por la municipalidad cinco años antes, tan imponente es la obra, que fue acuñada en las monedas de 10 pesos entre 1962 a 1968.
La feria tiene tres áreas básicas: artesanías, festivales artísticos y destrezas criollas, además de una serie de actividades anexas, en más de 700 puestos de comidas típicas nacionales y de nuestros países vecinos, artesanías de todo tipo y juegos para niños, entre otras actividades.
La idea es conservar la feria como en sus orígenes, aunque se incorporaron espacios para las diversas regiones del país y un importante lugar para los pueblos originarios, que llevan sus artesanías y celebran sus festividades.
La Feria es visitada por más de 30.000 personas por domingo y tiene una proyección nacional e internacional. Hoy Mataderos revitalizo esa zona favoreciendo un movimiento socio cultural de gran envergadura gracias a la Feria.
Los principales atractivos para los visitantes son los festivales musicales y las destrezas gauchescas, como las carreras de sortijas, carreras cuadreras, doma y lazo.
La Feria cuenta con distintas distinciones a nivel nacional y local: ha sido declarada Monumento Histórico Nacional, de Interés Nacional por la entonces Secretaría de Cultura de la Nación –actual Ministerio de Cultura-, Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires por la Legislatura Porteña, de Interés Municipal por el entonces Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, Declarada de Interés Turístico Nacional por la Secretaría de Turismo de la Nación y de Interés Turístico por la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Este sitio nació con un proyecto de Sara Vinocur el 8 de junio de 1986, recién entrando en democracia se recuperó el espacio público como un lugar de encuentro para todos los habitantes de la Nación y los hermanos países limítrofes, que habitan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y que lejos de su tierra encontraron en la Feria el espacio para recrear sus ricas manifestaciones culturales para festejar nuestra identidad latinoamericana. Esta misma riqueza cultural es la que llama la atención a los ojos del turismo internacional que la visita recomendada desde sus países de origen.
La creadora de la Feria de las Artesanías, y actual coordinadora, Sara Vinocur, manifestó su alegría por el homenaje, luego de que en junio de 2011 fuese declarada “Bien Integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”,(cuyos autores fueron los ex diputados Aníbal Ibarra y Delia Bisutti), esto: “nos ayuda a preservarla ante una intentona que hubo de modificarla y hacerla más `for export`”. Y agregó en aquel momento: “Nosotros somos cuidadosos con eso y la mantenemos y se conserva tal cual como en el origen, por eso no perdió esa cosa fresca que tiene, quizás porque desde el comienzo trabajamos con los provincianos y lo toman como un lugar de pertenencia”.
Ella es licenciada en Letras y fue profesora y vicerrectora del Colegio Carlos Pellegrini. Después del golpe del 24 de marzo de 1976 fue declarada “prescindible” porque la consideraban una persona “potencialmente peligrosa” para el Estado. “Para ellos era una ‘subversiva’ porque llevaba a los chicos al teatro, a ver obras de Eduardo Pavlosky, después debatíamos con los actores y hacíamos actividades que no eran las habituales en una escuela que era un tanto conservadora”.
Vinocur recuerda el primer día que entró en el mercado porque “como no estaba privatizado, tenía las puertas abiertas y había mucha actividad porque entraba mucho ganado y el lugar funcionaba como los viejos almacenes de ramos generales, además de tener barcitos y hasta un banco”. La propuesta, que fue suya, la hizo en el marco de un programa llamado Buenos Aires, capital de las artes, creado por el entonces secretario de Cultura porteño, Mario “Pacho” O’Donnell, quien había sido designado en el cargo por el presidente Raúl Alfonsín, dado que la Ciudad de Buenos Aires todavía no había logrado su autonomía. Tiempo después, el cargo en Cultura fue ocupado por el historiador Félix Luna “quien siempre nos apoyó mucho”.
Vinocur señala sobre la Feria: “Es un microclima muy nuestro” ajeno a “cualquier tipo de sponsor o carteles de McDonald’s”. Subraya que allí “no hay lugar para el consumo porque te comés un tamal de parado y los chicos juegan a las carreras de embolsados”.
El lugar es un mercado a cielo abierto, sobre el asfalto, que es visitado por miles de personas cada domingo o feriado, y donde se han presentado las más grandes figuras de la música nacional, como Mercedes Sosa, Eduardo Falú, Antonio Tormo, Peteco Carabajal, el Chango Spakiuk o Víctor Heredia; también le hizo un lugar a ídolos populares como al cordobés Rodrigo, abriéndole las puertas de Buenos Aires. En las mesas comunitarias, cualquier vecino de la ciudad o visitante extranjero puede estar sentado, sin saberlo, al lado estrellas de fama mundial como Francis Ford Coppola o Peter Gabriel.
En la feria se comercializan cientos de opciones de artesanías, delicias para llevar y comidas para consumir en el momento. Allí, se pueden conseguir: mantas, ponchos, tejidos en telar, finas piezas de platería, cuchillos y bombillas talladas, mates de madera, metal y calabaza, productos en cuero (bolsos, cinturones, monederos y billeteras), cestos de palma del Impenetrable chaqueño, discos de arado, empuñaduras labradas, rebenques, riendas y bozales, entre otras artesanías.
Muchos de sus puestos se dedican a la venta de delicias frescas, confituras y conservas como: licores, aceite de oliva, frutos en almíbar, salsas, chimichurris, dulces caseros, pastas de ajo, miel, aceitunas rellenas, cubanitos de dulce de leche, frutos secos, quesos de campo, chocolates y cervezas artesanales, entre otras delicias.
Si es la hora del almuerzo, no hay de qué preocuparse, ¡sobran opciones gastronómicas! Obviamente la gracia de estar allí es probar los sabores autóctonos, por lo cual el menú se define entre empanadas, locro, pastelitos, tortas fritas, tamales y carne al asador, entre otras delicias criollas.
Además, tienen talleres gratuitos de danzas (folklóricas y tango), manualidades (como telar, tallado en madera, cestería y cerámica), instrumentos (guitarra, charango, sikus) e idioma (Quichua). En fechas especiales, se realizan celebraciones mayores: el 25 de mayo (Revolución de Mayo), el 20 de junio (Día de la Bandera), 9 de julio (Día de la Independencia), 1 de agosto (Día de la Pachamama), 17 de agosto (Conmemoración del Fallecimiento de José de San Martín), 12 de octubre (Día del Respeto a la Diversidad Cultural) y 10 de noviembre (Día de la Tradición).
La Feria de Mataderos es un lugar turístico muy visitado por filipinos, japoneses, rusos, de todos los lugares más remotos que se pueda imaginar. Además la BBC ha realizados documentales y hasta publicidades para Europa. De Mataderos, al mundo.