El 22 de julio de 2006 las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) impulsaron el primer paro ganadero contra el gobierno de Néstor Kirchner. La entidad que agrupaba a unos 110.000 socios en 300 sociedades rurales, contó con el apoyo de la poderosa CARBAP (productores de Buenos Aires y La Pampa), la que movilizó a sus adherentes a las capitales de ambas provincias.
La modalidad del paro consistía en no enviar ganado a los mercados desde el 22 hasta el 25 de julio inclusive, como protesta contra la política oficial hacia el sector ganadero. Teniendo en cuenta el volumen de vacunos que a diario ingresaban a los mercados, la suspensión de envíos durante cuatro días necesariamente generaron inquietud, ante un eventual aumento de precios y probable escasez del producto. Para otros sectores, la preocupación se transformó en acciones de repudio a la medida de fuerza:
“Nos comemos las vacas o nos comemos a los gorilas”,
advertían pintadas en muros de la ciudad;
“o vacas o gorilas”,
resumía otra leyenda frente a la sede de CRA. Por su parte, la Federación Agraria Argentina (FAA) no adhirió a la medida alegando que “la situación no está para un paro” aunque no coincidían con el gobierno; y además no habrían sido invitados por los ruralistas.
Paralelamente, carteles con la leyenda “No le compre carne a los pillos” firmado por agrupaciones y personalidades afines al gobierno nacional, se fijaban en gran parte de la ciudad de Buenos Aires, convocando al boicot a los especuladores. Pero no sólo los consumidores y los simpatizantes del gobierno se oponían a la medida de fuerza; un vocero de CICCRA, entidad que agrupa a los frigoríficos que atienden el marcado interno, manifestó que “el conflicto no le va a hacer bien al sector.”
En el Mercado de Liniers que abastece a la ciudad de Buenos Aires y Conurbano, se registró un hecho insólito, ya que unos 10.500 vacunos quedaron sin vender. La retracción de los compradores, hizo que los envíos previos al paro quedaran en Liniers hasta el lunes 24, evitándose así un aumento adicional de precios y permitiendo un abastecimiento normal.
Del Libro Pintadas Puntuales – Roberto Bongiorno – Angel Pizzorno