El tono impersonal de los diccionarios define al sello de goma como un “Instrumento provisto de un mango y una almohadilla que se moja con tinta y se usa para estampar signos o figuras en el papel”. Nada más lejos de lo que representa para un argentino cuando escucha nombrar al artefacto. Con la capacidad de síntesis que caracteriza a nuestro pueblo cuando quiere nombrar algo o a alguien agregando una cuota de ironía, denomina así a los partidos, agrupaciones o frentes políticos de escasa representación; también a instituciones culturales o de cualquier índole, que adolecen de la misma debilidad en cuanto a representados.
Siempre existieron sellos de goma partidarios. En la política argentina fue casi folclórico ver desde siempre y aún en franjas tradicionales, la sucesión de fracciones dentro de un mismo agrupamiento. En general culminaron con el alejamiento de los descontentos del espacio madre y el estreno de nuevos sellos; los que al cabo de un tiempo, también sufrían desgajamientos que lanzaban otros flamantes partidos. El denominador común de esa constelación de formaciones políticas, es la delgadez de su padrón de afiliados o militantes.
“Es un sello de goma…” dice el observador argentino. Y los resultados electorales le suelen dar la razón. Un estigma asociado al fracaso, ya que si el sello de goma fuera exitoso, se transformaría en un espacio con poder de convocatoria y capacidad de poder.
Ya no sería una marca vacía.
El fin de la era bipolar al comienzo de la década de 1990 con la implosión de la Unión Soviética y el afianzamiento del capitalismo liberal a escala mundial, en un planeta multipolar, repercutió también en la política de nuestro país. El justicialismo, los radicales, el comunismo, el socialismo y distintas fracciones de izquierda, sufrieron sus respectivas fracciones en aquellos años de crisis ideológica y ante un nuevo escenario que obligaba a profundos replanteos. Algunos se convirtieron en espacios de cierta solidez y otros, se convirtieron en sellos de goma. La aparición de agrupamientos liberales de derecha en el juego democrático, aportó también su cuota de novedad.
La debacle económico – social del año 2001 arrastró también a las estructuras políticas involucradas en la Alianza UCR – FREPASO gobernante, que sufrieron migraciones de militancia a nuevos y viejos espacios. Florecieron los movimientos sociales entonces llamados “piqueteros” por su modalidad de lucha más característica. En ese conglomerado de estructuras, las más importantes se fortalecieron, en cambio otras, devinieron en sellos de goma.
Debido a las características de nuestra legislación electoral aún en el siglo XXI, coexisten organizaciones políticas de gran protagonismo y representatividad, junto a sellos de goma que en muchos casos entre una y otra elección, desaparecen. En los ámbitos políticos se les llama “pymes electorales”, ya que suelen obtener algunos recursos vía pago de boletas electorales y votos positivos, de acuerdo a la Ley Electoral vigente. A su vez, el préstamo o alquiler de ese sello de goma a terceros para alguna aventura electoral, también deja a los propietarios algún rédito. No obstante, la supervivencia de esas estructuras depende de los resultados del comicio en que participan, porque en muchos casos no alcanzan el piso de sufragios que exige la ley para su permanencia en la oferta electoral y son inhabilitados.
Previamente, debieron conseguir los avales para obtener la personería que les permita participar de un comicio. Pero no se trata de un fenómeno argentino, ya que en otros países, por ejemplo Perú, existen y se las conoce como “vientres electorales”.
El rol de los sellos de goma en política tiene defensores y detractores. Algunos sostienen que la variedad de oferta amplía los límites de la democracia; otros, critican su existencia alegando el papel negativo que cumplen, al dispersar el voto y confundir al electorado. En definitiva, como dice la sabiduría popular “En la cancha se ven los pingos”. Es decir, las urnas tienen la última palabra.
Testimonios
“Concentración de Acero. Lo cierto es que esas son las prioridades de los empresarios en el transcurrir de 2021, y no en cambio lo que los sellos de goma del lobby corporativo quisieron presentar como una avanzada del kirchnerismo sobre las compañías por pedirles información de costos para monitorear precios en la cadena de producción”.
Perfil – 21-03-21- Por Jairo Straccia, “Una Cuenta, un iPhone, una Vacuna
Languidecen y mueren los «sellos de goma» de la política argentina
Aquellos partidos que se convirtieron en meros instrumentos de poder de sus dirigentes, sin vida propia y sin afiliados activos, comienzan a ver como peligra su futuro y se extinguen.
Juan Perón, con esa picardía criolla que lo caracterizaba, bautizó como «sellos de goma» a los pequeños partidos que integraban los «frentes», tan de moda por aquellos años de su retorno a la Argentina. Y eso que en ese tiempo que hoy parece tan lejano lo que cada uno de ellos representaba era una idea y una forma de ver el país.
El paso del tiempo no deparó las mejores condiciones para fuerzas políticas que llegaron a ser históricas en el suelo bonaerense.
libreexpresion.net – 18-01-17