Personajes en el Tango
Fecha de Publicación:
Malevo
Cuida su Fama con Esmero y Vigila su Territorio Como un Verdadero Señor Feudal
Malevo

Pese a que el malevo es una de las figuras fundamentales del arrabal porteño y del tango, su nombre no se origina en el lunfardo sino en la lengua española. Es apócope de malévolo y de antiguo uso en nuestro país, por eso figura en los diccionarios de nuestro idioma como argentinismo, pero no es voz lunfarda.

De esa longevidad del término da testimonio Martín Fierro; cuando se queja de la vida en el cuartel, dice:

“Barajo que nos trataban
como se trata a malevos.”

El poema data de 1872. Por esos mismos años, comienza a tomar forma el arrabal porteño, con su colorida galería de personajes, lenguaje y complejos códigos no escritos de convivencia. En ese territorio violento que es el suburbio, descuella el malevo. Es un individuo que, al igual que el guapo, el compadre, el taita, reconoce el coraje como valor supremo. Por su tendencia a la bravuconada, está más cerca del compadrón que del guapo circunspecto y sobrio. Es cultor de una violencia primitiva, gratuita. Su disponibilidad para el cuchillo sin mayores motivos, lo convierten en una mano de obra barata para enjuagues políticos y peleas de atrio en tiempo de elecciones.

Cuida su fama con esmero y vigila su territorio como un verdadero señor feudal, de la misma manera que suele someter a compadritos a los que considera “mis hombres”: él mismo podía estar encolumnado detrás de algún guapo que era caudillo de parroquia o que proveía de hombres al verdadero caudillo, generalmente un “doctor”, hombre de comité que solía servirse de guapos y malevos para imponer su liderazgo en el barrio.

El perfil duro del malevo, le impedía entablar relaciones francas con una mujer, ya que un noviazgo en el sentido clásico era considerado una debilidad: enamorarse era aflojar:

“El malevaje extrañao
Me mira sin comprender,
Me ve perdiendo el cartel
De guapo que ayer
Brillaba en la acción…”

Cuenta en primera persona un malevo sacudido por una catástrofe que no entiende: se enamoró.

Su vida nunca será la misma, ya que por primera vez tiene miedo, miedo de morir o ir preso y no ver más a la amada. El magistral retrato pertenece a Enrique Santos Discépolo. Barrios como Puente Alsina, Balvanera, el Maldonado, fueron sinónimos de malevaje. Recordemos que se llama malevaje a un conjunto de malevos.

Del Libro Personajes del Tango – Roberto Bongiorno – Editorial Unilat

Referencias

«Que Porquería los Peronistas, Dice Borges
“El sábado 9 de junio de 1956, se produce la sublevación del general Juan José Valle, que es fusilado con otros treinta civiles y militares. Tres dí­as después el crítico literario Roberto Giusti le dice a Borges: ‘Lástima las ejecuciones. Quién sabe lo que van a pensar en México’. Borges comenta: ‘Es la interpretación escénica de la historia. Qué importa lo que piensen en México. Hay que hacer lo que es justo hacer’. El 14 de junio de 1956 los amigos divagan: Bioy: –He notado que hoy la gente busca las causas sociales de los hechos políticos; éste es un proceder in­telectual y bastante raro; no creo que siempre se em­pleara; antes la gente explicaría esos hechos por los individuos: los individuos son ricos como mundos, im­previsibles, admiten el azar. La explicación por los individuos me parece más próxima a la verdad. Borges: –Las causas sociales son abstracciones; desde luego los individuos también lo son, pero en me­nor grado. Bioy: –Es curioso cómo toda la gente puede adop­tar una explicación un poco fantástica, emplearla con naturalidad, rechazar la explicación más simple. Borges piensa escribir un artículo sobre el asun­to. ‘El sistema de las causas remotas permite ser in­dulgente con los peores e implacable con los menos malos. Todos los hechos se ven de muy lejos; como si el comentador supiera todo lo que pasa en

Buenos Aires desde la luna. La verdad, como dice Lugones, no tiene por qué estar a mitad de camino, ser equidistante; en la vida no actuamos como si creyéramos esto. Las causas de Perón se hallan más evidentemente en Perón que en la política argentina de los últimos años. Por­que Perón es como es también cayó: por ser cobarde se fue demasiado pronto a la cañonera paragua­ya’. El 29 de junio la reflexión deja lugar al ana­tema. ‘La gente se pone sentimental porque fusi­lan a unos malevos. Qué porquería, los peronistas’, dice Borges.
Por Horacio Verbitsky ​  – Página 12 – 05-08-07

Te Llaman Malevo

Nació en un barrio con malvón y luna
por donde el hambre suele hacer gambetas
y desde pibe fue poniendo el hombro
y anchó a trabajo su sonrisa buena.
La sal del tiempo le oxidó la cara
cuando una mina lo dejó en chancleta
y entonces solo, para siempre solo,
largó el laburo y se metió en la huella.

Malevo, te olvidaste en los boliches
los anhelos de tu vieja.
Malevo, se agrandaron tus hazañas
con las copas de ginebra.
Por ella, tan sólo por ella,
dejaste una huella de amargo rencor.

Malevo, ¡qué triste!
jugaste y perdiste
tan sólo por ella
que nunca volvió.

Tambor de tacos redoblando calles
para que se entren las muchachas buenas
y allí el silencio que mastica el pucho
dejando siempre la mirada a cuenta.
Dicen que dicen que una noche zurda
con el cuchillo deshojó la espera
y entonces solo, como flor de orilla,
largó el cansancio y se mató por ella.

Tango – 1965
Música: Aníbal Troilo
Letra: Homero Expósito

Malevaje

Decí, por Dios, ¿qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé más quién soy?
El malevaje extrañao,
me mira sin comprender…

Me ve perdiendo el cartel
de guapo que ayer
brillaba en la acción…

¿No ves que estoy embretao,
vencido y maniao
en tu corazón?

Te vi pasar tangueando altanera
con un compás tan hondo y sensual
que no fue más que verte y perder
la fe, el coraje,
el ansia ‘e guapear.

No me has dejao ni el pucho en la oreja
de aquel pasao malevo y feroz…
¡Ya no me falta pa’ completar
más que ir a misa e hincarme a rezar!

Ayer, de miedo a matar,
en vez de pelear
me puse a correr…
Me vi a la sombra o finao;
pensé en no verte y temblé…
¡Si yo, -que nunca aflojé-
de noche angustiao
me encierro a yorar!…

Decí, por Dios, ¿qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé más quién soy?

Tango – 1929
Música: Juan de Dios Filiberto
Letra: Enrique Santos Discépolo

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