En nota anterior hicimos un modesto recorrido por algunas marcas de alimentos que nadie puede negar, están ligadas a la historia fáctica y emocional de los argentinos. Recorrimos el amplio espacio de las bebidas y las galletitas más representativas. Pero lo expuesto (siempre en el contexto de marcas registradas) no alcanza a definir el amplio panorama de la oferta en un país que tiene la comida como una de sus tradiciones más arraigadas.
Otro rubro alimenticio de fuerte demanda fue el de las golosinas. Viajando en una imaginaria máquina del tiempo por el universo de las golosinas, surgirían ante nuestros ojos las pastillas.
Tuvieron su momento de gloria, compitiendo con los chicles. Algunas marcas y sus diseños novedosos, las hicieron inconfundibles. Pruebas al canto, las “Trineo” que con su forma ovalada y su suave sabor, fueron muy populares en esa franja de clientes.
También las “Picanola” dejaron su rastro. Unas pastillas cuadradas, muy picantes y que teñían la lengua de azul…! Los extraños caramelos Media Hora hicieron historia y siguieron otras marcas que tuvieron su momento de gloria y aún se mantienen, como las legendarias D.R.F. Debido a que la producción de golosinas no necesitaba tecnología muy sofisticada, era de fácil acceso a muchos emprendedores. Por otra parte, las industrias alimenticias líderes como Noel y Cía. S.A. con su línea de chocolates encabezada por el inolvidable “Aero” (chocolate aireado), la Tita y Rhodesia, exquisitas obleas rellenas de Terrabusi, y “elevando la puntería” no pueden quedar fuera de registro los chocolates y caramelos de Felfort, entre otras marcas prestigiosas como Bonafide.
En un amplio sobrevuelo y saliendo del dulce mundo de las golosinas, otras marcas de los objetos más diversos enriquecieron nuestro mundo infantil y adolescente. Los cigarrillos fueron un escalón imposible de esquivar. En los años ‘60 daban “chapa” de adulto a quien fumara; en particular los varones. Las marquillas emblemáticas fueron Jockey Club, Derby, Saratoga entre los más reconocidos, sin contar los Lucky Strike, Kent, Benson & Hedges, L & M, que venían del exterior. Quien ostentara una etiqueta importada, aunque el contenido real fuera un humilde cigarrillo criollo, “se daba dique”, como decían los adultos en esos casos. Pero también los cigarrillos fueron perdiendo terreno en el duro oficio de aparentar.
Los jóvenes de a poco, dejaron de exhibir las marcas como un rasgo distintivo.
Los autos merecen un párrafo aparte. En la década de 1950 con una clase media en ascenso, los pequeños vehículos utilitarios ganaron las calles. Entonces se desató la fiebre de obtener un auto propio, dejando atrás la ansiedad por las motonetas. La década siguiente vio una amplia oferta de pequeños automóviles: la línea Renault con Dauphine y Gordini; De Carlo, Izzeta, el histórico Fiat 600, nuestro inolvidable “Fitito”, algún “Ratón Alemán” sobreviviente de los ‘50 y para quienes podían, el “Escarabajo” Volkswagen y el cada vez más frecuente Citroên 2CV; “La Rana”. Luego se instaló la gama de autos “grandes”: el Chevrolet 400, el Ford Falcon, la línea Rambler de IKA: Custom, Classic y Ambassador, Siguieron el Renault 4L y otras versiones de Citroên menos afortunadas. Pero sin duda, el emblema de aquella calidad automovilística, fue la línea Torino. Nadie, ni los menos entusiastas del automovilismo, podrán olvidar las “84 Horas de Nûrburgring” en 1969, cuando un Torino 380 W producido por IKA Renault obtuvo el primer lugar de la
competencia, pero fue relegado a la cuarta posición por haber recibido una penalización.
Los “Toros” fueron orgullo de la industria automotriz argentina. Años de fuerte competencia entre las marcas líderes, frente a un mercado muy exigente.
Pero la Historia con sus claroscuros siguió su marcha. Llegaron nuevos tiempos con sus cambios de costumbres, de calidad de vida y otra generación de argentinos. Así pasaron por nuestra vida marcas globalizadas como las comidas rápidas Pumper Nic que pese a contar con decenas de locales y una gran fuerza laboral, en 1999 se retiró del mercado argentino. Otro tanto pasó con el revolucionario invento que representó el video.
Los videos clubes florecieron como hongos y pese a que en poco tiempo fueron superados por otra tecnología, en la memoria argentina permanecerá Blockbuster, la mega cadena internacional de video clubes que ofrecía películas en alquiler, contando con nueve mil locales en todo el mundo. Pasó al desván de los recuerdos. Hasta aquí un muy condensado muestrario de las marcas y productos que se ligaron para siempre en nuestras vivencias.
La velocidad con que las marcas de productos de cualquier rubro devienen en otra cosa o la misma “cosa” cambia en poco tiempo de manos y de naturaleza, nos hace pensar que alguna vez las marcas por su volatilidad, se mezclarán de tal manera con la ficción, que será muy difícil discernir si existieron o sólo fue una trampa de los sentidos y la memoria.