En la década de 1960 una de las boites más famosas de la noche porteña, tenía en el ingreso un portero que con mucha diplomacia y firmeza “filtraba” la concurrencia. El hombre fue tan conocido que según se cuenta, otros boliches disputaron sus servicios. Cierta o no la anécdota, lo concreto es que la actitud de ese personaje distaba años luz de las situaciones que en pleno siglo XXI, siguen protagonizando a menudo los “filtros” de la nocturnidad. Nos referimos a los “patovicas”.
¿Cuál es el origen de ese nombre que define a los custodios de la diversión nocturna y otras actividades?
En la década de 1930 el empresario uruguayo Víctor Casterán fundó en la localidad bonaerense de Ingeniero Maschwitz una granja destinada a la cría y procesamiento de patos de gran calidad: su nombre era “Los Ñanduces”. La novedad del producto consistía en que mediante la crianza con leche y otros nutrientes seleccionados, se obtenían patos de gran volumen, con fuertes patas y “doble pechuga”, cómo se llamaría más adelante a todas las aves de gran porte destinadas a la gastronomía. “Pida uno. Su paladar se lo agradecerá”, decía el lema publicitario que identificaba a las piezas de Casterán. A las ocho semanas de esa crianza, el ave se podía faenar. Víctor Casterán desarrolló distintas actividades empresariales, desde importador de azúcar y tractores hasta ejecutivo de una petrolera multinacional. Pero su nombre quedó ligado para siempre a un producto que aunque desapareció hace muchos años, sigue vigente en el habla doméstica argentina.
El famoso pato tenía un nombre comercial: «Patos Viccas”. La conjunción (apocopada) de Víctor Casterán. El animalito tuvo sus años de gloria, pero el fundador falleció en 1945 y la empresa de a poco comenzó a perder protagonismo hasta desaparecer del mercado. Igual al Pato Vicca le esperaba un destino imperecedero, cuando los argentinos lo incorporaron al habla cotidiana. En los años ‘50 el fisiculturismo ganó la inquietud de los jóvenes. De aquellos años proviene la famosa campaña publicitaria del gimnasta Charles Atlas, quien mostrando un cuerpo envidiable, le decía a los jóvenes: “Yo también fui un alfeñique de 44 kilos”. Y desafiaba a seguir su curso para obtener un físico como el suyo, con “Sólo 15 minutos de gimnasia diaria”. También utilizando las contratapas de revistas, Míster Chile 1961 invitaba a conseguir una musculatura como la suya, concurriendo a su gimnasio a entrenar. Otros escenarios como el catch que entretenía parodiando la lucha libre, al principio se nutrió de fisiculturistas.
Los cuerpos trabajados estaban de moda entre los jóvenes. En muchos hogares era habitual ver pesas, extensores y otros útiles para el desarrollo muscular. Una revista especializada, “Músculo y Poder”, mantenía a los cultores informados sobre las novedades de la actividad. Es la era de los “fierros”. Leche, germen de trigo y una dieta balanceada, acompañabna el trabajo físico. Las playas porteñas como Costanera Sur, Saint Tropez, las piletas de Nuñez y los balnearios cercanos como YCO y El Ancla en el Conurbano Norte, además de la costa atlántica, veían el despliegue de jóvenes musculosos y bronceados, que el humor popular comenzó a llamar los “patovicas”; porque se los veía fornidos y tostados como los celebérrimos patos cuando se los cocinaba “al spiedo”.
Aquellos patovicas pioneros envejecieron y nuevas generaciones de “fierreros” ocuparon la escena. En muchos casos ligados a tareas de seguridad privada, en eventos con gran concurrencia de público como recitales, actos políticos o de otra naturaleza, donde a veces hay que forcejear con la gente para proteger a los protagonistas. Pero donde los patovicas alcanzaron una dudosa fama, fue en los ingresos de locales bailables. Como en toda actividad humana las generalizaciones son riesgosas, pero las crónicas policiales con frecuencia alarmante informan sobre incidentes sangrientos, en que suelen estar involucrados los patovicas que cumplen tareas de seguridad en esos establecimientos.
Jóvenes golpeados y arrojados a la calle, otros hospitalizados con severas lesiones y también casos de gravedad aún mayor. En general por cuestiones del momento. Pero la tarea no siempre ni necesariamente la cumplen fisiculturistas, también personal vinculado a esos servicios donde la cortesía no parece ser la norma.
Sin duda, el calificativo de patovica en los tiempos que corren, tiene una aureola muy distinta a la que cubría a los fierreros precursores de los años ‘50 y 60.
Testimonios
Pato vica: Pop. Individuo de cuerpo atlético
“Un tipo, como de cuarenta años, con cuerpo de patovica, rubio, la piel tostada”.
Marco Denevi – Hierba del Cielo – 1974
Inicialmente se llamó así a ciertos jóvenes que lucían en las playas sus cuerpos atléticos, porque su manera de desplazarse recordaba la de los patos y se asociaba a la de los patos de consumo de marca Vica.
Mendoza: Otro Joven fue Golpeado por Patovica
“Un joven estudiante de Medicina de 20 años denunció que un «patovica» lo golpeó a la salida de un boliche de esta ciudad, por lo cual terminó con el maxilar inferior fracturado, el tabique nasal quebrado y otros golpes en distintas partes del cuerpo.
La familia del joven señaló que a raíz de la agresión, el muchacho apenas puede mover la boca y no puede alimentarse más que con líquidos, mientras que esperan que en los próximos días logren operarlo de la mandíbula”.
Ámbito – 23-03-06
Lo Golpearon, Desnudaron y Amenazaron de Muerte
“Luciano Peluso entró con sus amigos al boliche Wanna Club, ubicado en avenida Juan B. Justo al 1600, en el barrio porteño de Palermo, cerca de las tres de la mañana del domingo pasado. El joven salió del local tres horas después, golpeado, desnudo y con amenazas de muerte de los patovicas.
El origen del incidente fue que los jóvenes accionaron durante segundos uno de los matafuegos del local. «Fuimos al baño y cuando salimos abrimos el matafuego», relató Peluso a Perfil.com. «Fue una tontería, estoy arrepentido, pero duró apenas un segundo y lo soltamos por el susto», agregó. Sin embargo, nadie les dijo nada en ese momento y la noche continuó normalmente.
«A eso de las 5.30 de la mañana, me agarra un patovica del cuello», narró el joven. «Me pegaron, me subieron por las escaleras y me metieron en una oficina. Me siguieron golpeando. Después me mostraron el video donde yo abría el matafuego y me amenazaron de muerte, me decían ‘pendejo te vamos a matar'», continuó”.
Redacción Perfil – 02-08-11
Era campeón fisicoculturista y murió de Covid a los 37 años.
«Big Boy», tal como era conocido Victor Luna, sufrió complicaciones a raíz de la enfermedad. Había ganado títulos en Río de Janeiro, su ciudad natal, y nivel regional y nacional.
Cadena 3