Raros, Como Encendidos
El título del libro “Cuentos raros para gente rara”, parece contener un recorte o selección de manos del autor, sin que esto suponga de su parte una preferencia, o, de manera contraria, un gesto despectivo o de apartamiento. Creo en cambio, que la elección obedece a una suerte de procedimiento natural, mediante el cual Pablo Diringuer se ve seducido y hasta obligado a contar este tipo de historias y en este registro de voz, el que le habla a la gente del llano, a la gente que suele ocupar los espacios de inquietud y sensibilidad.
En 1896 el poeta nicaragüense Rubén Darío publicó su recordado libro “Los raros”, en el que se juntaba un puñado de autores con características comunes según su saber e interpretación. Esa estrategia no era, como puede inferirse, inocente, ni respondía simplemente a un impulso de simpatías personales. Por el contrario, esta antología de “raros” inauguraba en América Latina el modo de pensar una estética y una ideología. En ese criterio de selección hay un gesto deliberado que hace pie y traza un punto de partida y una dirección.
En estos cuentos raros y urbanos, el autor realiza una operación similar, al enfocar la lupa en ciertas y determinadas características de las sociedades y sus componentes diversos, los individuos. Los cuatro cuentos que componen el libro tienen la ostensible aunque poco habitual practica de contar con una historia, es decir , incurren en la narración, crean, dan visa a personajes que se enredan luego en situaciones que la trama va articulando con acierto y en beneficio del interés del lector. Esta casualidad, la de contar historias, debe ser destacada en este contexto como una virtud y una gimnasia en desuso. Pareciera ser que mucha literatura que se escribe y publica hoy, ha olvidado que el lector “quiere y espera que le cuenten una historia”, repitiendo una vez más el viejo e imbatible recurso del cuento tradicional. Casi el irreprimible placer del “Había una vez…” Al cumplir con esta norma de la narrativa, el libro de Diringuer, desde su forma misma, se transforma en “algo raro” que busca compañía y su modo de cerrar una sociedad que se constituye a través y a partir del texto.- Y ni hablar de “lo raro” en su contenido mismo, otro logro y distinción que agrega valora a este cuarteto de cuentos.
Yo diría que hay claramente un hilo conductor que hilvana el destino de los personajes, de manera tal que podrían intercambiarse y aparecer o mezclarse como actores secundarios o principales en la totalidad de los cuentos. Esto marca la acertada construcción de los mismos, lo verosímil que resultan en el contexto descripto. Todos ellos son creíbles, y están vivos, pertenecen desde la realidad de los moldes al mundo real. Todos nos pueden caer bien o mal, como en el escenario de la vida misma. Pero ninguno de ellos es una silueta con un número y un nombre puesta a representar un papel en el que nadie creerá.
Muy en el fondo, o muy en la superficie, y aun en ambos planos, los cuentos habían y se meten con la dificultas de las relaciones humanas, con las desventuras sentimentales de las parejas, con los vaivenes de la amistad o con la devaluada lealtad de los ideales. Los principios, la palabra empeñada, el ejercicio mismo de las utopías, ponen en la picota y la denuncia y la crítica de los tiempos que atravesamos. Las historias contadas no eluden el bulto, ni son indiferentes, ni se distraen en interpretaciones caprichosas o ambiguas. Van al punto crítico de lo que se aborda, y golpean en el centro, donde más duele.
En “Brand X”, asistimos al tema de la traición y del amor como polos en conflicto y en tensión. En este cuento subyace una pregunta, ¿Cuál es el límite ética, el gobierno del amor en una pareja? Un cuento casi policial, con su ritmo y sus condimentos en la intriga propios del género, con personajes complejos y prismáticos.
“Letilé, mi novia colombiana” retoma el asunto de las relaciones de pareja desde una óptica más cotidiana y directa: los vaivenes en los sentimientos, las situaciones cambiantes y ciclotímicas, los giros inesperados y el desencanto con las inevitables intermitencias de la pasión. Un elemento metafórico o fantástico le agrega el texto su originalidad y su razón de ser. ¿Puede una batería de fluidos determinar acciones e incidir en nuestros sentimientos?
“Potrilla y potra” da vuelta el género de la entrevista, transformando a la eventual victima entrevistada en paladín de la contraofensiva. El eje habitual de la dinámica entrevistador- entrevistado da un vuelco y nos hace replantear el mundillo de los moldes, el prejuicio y la mirada única y lineal sobre los hechos de la realidad y de los arquetipos humanos.
Y en “Quaqfka” nos topamos con la cosificación del ser humano, con la estratificación de las sociedades y sus conductas en pugna. Ese personaje devenido de la tradición kaficiana, o del mismísimo Wells, que se sumerge por accidente en un mundo paralelo, con leyes propias, y que termina en la cosificación y el abuso del poder hacia sus eventuales compañeros de desgracia.- La rutina se erige naturalmente en un instrumento de presión y de jerarquías en las que se destacan el exceso y sus peores extremos. ¿Qué somos capaces de hacer para sobrevivir?
Lo raro puede ser lo que está detrás del espejo, pero… ¿de qué lado estamos nosotros mismos? ¿Cómo nos miramos y como miramos a los otros?
En el revés de esa trama se apoyan estos cuatro cuentos de Pablo Diringuer, poniendo en primer plano muchos aspectos de la realidad que fingimos no ver, o que declaradamente no vemos.
Otoño 2016
Santiago Espel
Biografía
Pablo Diringuer, oriundo de la Ciudad de Buenos Aires, vivió su infancia y adolescencia en el Gran Buenos Aires, en la Ciudad de Castelar.
Egresado de la Escuela de Periodistas del Círculo de la Prensa (1981) participó de diversas publicaciones, entre otras las de organismos medios. Co-fundador de la revista «La Tecla», medio oficial de la Escuela de Periodistas del Círculo de la Prensa (1979/80/81/82); C.I.B.A. (Centro de Inquilinos de Buenos Aires) Año 1981; CATMO (Cooperativa Argentina de Trabajadores en Moto) Año 1989.
En el año 1986 publica su primer libro de cuentos:
«Muchos Años en el Canuto» (Ediciones Filofalsía, 140 pág.)
Año 2011: «Los Fleteros del Futuro» (Ediciones La Carta de Oliver, 155 pág.).
Año 2013: «Nunca Boxeé a Ninguna Mujer» (Ediciones La Carta de Oliver, 102 pág.).
Año 2014: «Vivir Sólo Cuesta… Cicatrices» (Ediciones La Carta de Oliver, 179 pág.).
Año 2016: «Cuentos Raros Para Gente Rara» (Ediciones Literarte, 158 pág.)