Uno de los primeros pasos hacia la liberación de los agobios domésticos fue la difusión de los cocinas de gas de querosén. Antes de la década del 40, la marca Volcán pasó a ser emblemática. Este avance tecnológico permitió a las amas de casa superar las arduos manejos de las cocinas de leña y los braseros y las insuficiencias del calentador.-Pero aun así debieron incorporar otros hábitos, ya que las nuevas cocinas exigían un nivel constante de combustible en su tanque de bronce; debía calentarse el gasificador (o quemador) con alcohol, y periódicamente había que bombear para mantener la presión necesaria de modo que el querosén entrara pulverizado y se gasificara adecuadamente.
Esta modalidad resulto imprescindible mientras el gas – envasado o natural- no llegaba. Los fabricantes variaban modelos para estimular las ventas: se pasaba de dos a tres hornallas, con termómetro incorporado, y luego con visor, en la puesta del horno.- En algunos tipos, una tapa integral cubría toda la cocina y la convertía en mesada temporaria.
Su funcionamiento requería que periódicamente se limpiaran los gasificadores, tarea que cumplían los service oficiales o talleres que se improvisaban para reparar y atender artefactos de ese tipo. Había que des carbonizarlos, quitarles la grasitud acumulada y cambiar finas agujas que regulaban el paso del querosén gasificado.
Hugo Nario – La Nación – El Diario Íntimo de un País – 2010