“La gente tiene que hacer de cuenta que cayó una bomba neutrónica” esta contundente frase pretendía dar por concluida una situación nefasta en la realidad argentina apelando a la resignación. La expresión corresponde a una persona que suele identificarse con este tipo de declaraciones imbuidas de soberbia, pedantería y cinismo, el mismo personaje que muchos años después comparaba el valor de un servicio al de dos pizzas.
El caos ya se había desatado, las puertas de los bancos eran destinatarias de los más variados golpes que acompañaban los gritos desesperados de la gente reclamando por su dinero, la fantasía había llegado a su fin, el valor del dólar no era lo que durante más de 10 años se venía diciendo ni las centrales de los poderosos bancos internacionales asumían lo que habían prometido como garantía para la mentira.
En diferentes puntos de CABA como del país ardían cubiertas de automóviles y los saqueos y manifestaciones que se producían a lo largo y ancho de la provincia de Buenos Aires anunciaban que en poco tiempo avanzarían hacia la capital ante el terror de los dueños de los negocios que, sin dudar un segundo, bajaban las persianas.
Más de 100 heridos y 27 muertos fue el triste saldo de los acontecimientos que habían precedido a la renuncia de De la Rua, pero esto no detuvo la ola de manifestaciones que sumía al país en un final incierto. Inmediatamente comienza una sucesiva danza de remplazantes tratando de llenar el vacío institucional que padecía el país, porque el de poder (la parte que le toca a la política) hacía rato que no figuraba y como se sabe también, la otra parte suele estar en lugares más oscuros, restregándose las manos, esperando el momento.
La línea sucesoria en las crisis institucionales está claramente marcada por la Constitución, y por esta razón asume el titular del Senado Ramón Puerta, cosa que muchas veces debió haber soñado, aunque a decir verdad, es obvio que es el sueño de todo político. Pero mientras tanto la maquinaria justicialista cooptada por el ex vicepresidente menemista, Eduardo Duhalde, había comenzado a diseñar los próximos pasos de la vida institucional del país y para ello promueve como sucesor interino al entonces gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saa.
La espectacular irrupción del puntano en el destino político del país indicaba que su intención no coincidía con la de su promotor, por lo que el conflicto no tardó en desatarse, las medidas anunciadas en el Congreso de la Nación que transmitían la sensación de no tener carácter de interinas, parecían no estar consensuada y mucho menos en línea con la posición del caudillo de la provincia de Buenos Aires. Esta situación inmediatamente se reflejó en la deserción a una importante reunión convocada por el nuevo presidente por parte de la mayoría de gobernadores como así también en el “problema eléctrico” que sufrió el edificio en combinación con una supuesta pueblada que amenazaba con interrumpir la ya fracasada reunión.
La decisión intempestiva de Rodríguez Saa de renunciar y la repentina enfermedad del presidente provisional del senado dio paso al previsible final, el 1 de enero del 2002 asume la conducción del país Eduardo Duhalde con la misión de finalizar el mandato de De la Rúa estipulado hasta el 2003.
Se podría decir que durante el primer año se llevaron a cabo políticas de cirugía mayor, el agotamiento del plan de convertibilidad que ya se había producido muchos años antes y se venía sosteniendo a base de endeudamiento, requería de medidas concretas para poder abandonarlo y en esas decisiones, como por ejemplo la devaluación y la pesificación, algunos salieron ganando y muchos perdiendo, entre los primeros empresas endeudadas en dólares y entre los segundos ahorristas y fondos previsionales. Esto no podía tener otro saldo que un panorama económico desastroso, por un lado la caída del PBI en un 10,7 por ciento y las reservas cayeron a menos de 10.000 millones de dólares. La recesión hacía estragos en la vida de los argentinos, proliferaban las ferias de trueque y era un festival de monedas alternativas.
El reemplazo del ministro de Economía Remes Lenicov por Roberto Lavagna comenzó a estabilizar la economía, por un lado el dólar se estacionó en 3 pesos y poco a poco se notaban signos de recuperación económica. Pero lejos todavía de poder responder todos los reclamos que se manifestaban cotidianamente, a mediados de año se produjo un enfrentamiento en el Puente Pueyrredón entre la policía y un grupo de desocupados que tuvo como consecuencia la muerte de Darío Santillan y Maximiliano Kostequi a manos de los policías Franchiotti y Acosta.
Como consecuencia de esto, y ante la posibilidad que la violencia fuera aumentando, Duhalde decidió anticipar las elecciones fijando la fecha para abril de 2003. Ni bien emitido este anuncio se desató la competencia electoral, la cual contaba con la inesperada? Increíble? impensada? participación de Carlos Menem quien hacía un tiempo se había convertido en acérrimo enemigo por problemas de poder de su primer compañero en la fórmula con la que llegaría a la presidencia del país.
No menos sorpresiva fue la irrupción en la contienda de Néstor Kirschner, un gobernador, de poco conocimiento en la población y de una provincia ubicada a muchos kilómetros de la Capital Federal, quien aparecía como el apadrinado de su predecesor, pero que tenía en su formación política una dilatada experiencia en la administración pública y un bagaje ideológico que podía presagiar una no tan armónica convivencia.
El cuadro de situación de la realidad del país al momento de la elecciones presidenciales mostraba un severo condicionamiento por las consecuencia del default pero con una incipiente recuperación de la actividad productiva, pero esto último no alcanzó para lograr un triunfo contundente, el resultado apenas se tradujo a un 22% pero su oponente finalista Menem, tampoco pudo evitar el ballotage.
Frente a un mapa político totalmente desfavorable que lo daba por perdedor por una abismal diferencia, el caudillo riojano decidió abandonar la contienda electoral haciendo una absurda comparación con el renunciamiento de Evita a su candidatura a vicepresidenta, obviando el detalle que la líder del peronismo hubiera sacado el mismo porcentaje que seguramente lo hubiera hecho perder a él, el cual se estimaba en un 70%.
Pero este tipo de manifestaciones políticas caracterizadas por el cinismo y la malversación de los hechos, sumada a las mentiras que desde un inicio caracterizó su paso por la conducción del país, ya no convencían ni subyugaban a la mayoría del pueblo argentino que al momento de definir el futuro revivió todos los años que desembocaron en el gran endeudamiento, el progresivo aumento de la desocupación y la ampliación de las diferencias sociales.
Lo cierto es que al momento de asumir la presidencia, Nestor Kirschner se enfrentaba a una realidad que mostraba en sus índices socio económicos un tercio de desempleo y más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza. Durante el año 2002 se habían inscripto en el programa jefes y jefas de hogar desocupados dos millones de personas, las cuáles esperaban una solución más profunda a su situación económica pero los intereses que exigía la deuda externa impedía llevar a cabo profundos cambios en la matriz neoliberal heredada.
Es por eso que la culminación de la ardua tarea que exigió la negociación con los acreedores privados en la cual se obtuvo el mayor porcentaje de quita en la historia económica internacional, le abre al país un camino de permanente crecimiento que se traduce durante el período de Néstor Kirchner en indicadores positivos en diferentes actividades de la economía: la industria argentina crecía a un promedio del 10,3 % anual, los bancos lograron nuevamente captar depósitos llegando a recuperar a diciembre del 2006 el 48%, el turismo aumentó la cantidad de extranjeros en un 70%, las reservas internacionales pasaron de U$S 14.000 millones a U$S 47.0000 y las exportaciones crecieron el 80%.
Todo esto incidió en un significativo cambio en la realidad argentina, donde combatir la desigualdad social era la principal preocupación del gobierno justicialista de entonces, para lo cual a través de políticas activas de empleo y formación profesional que incluía también la reconversión de los planes jefes y jefas de hogar se logró reducir la desocupación de 17,3% al 7,9%. En línea con estas decisiones, la política previsional fue objeto de modificaciones que facilitaron el acceso a la jubilación a personas que requerían completar cinco años de actividad.
Numerosas medidas produjeron también profundos avances en el campo científico donde podemos mencionar la creación de un plan para la reactivación de la energía nuclear donde figuraba en uno de sus objetivos la construcción de un prototipo de reactor Carem una planta nuclear de baja potencia de cuarta generación, que fue seleccionado en 2005 como el proyecto de mayor interés entre una docena propuestas internacionales. En este contexto figura también la creación de la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales conocida con el nombre de ARSAT, creada por el Gobierno Argentino, mediante la Ley 26.092.
Una significativa reducción de la deuda externa con acreedores privados, la cancelación completa de la deuda con el FMI y la disminución de conflictos sociales fue la herencia que recibió Cristina Fernández de Kirchner al asumir la presidencia.
Como era de esperar su política fue una continuación y profundización de las implementadas por su esposo. Durante el primer año la actividad económica mantenía su crecimiento pero producto de la gran crisis económica mundial producida ese mismo año en EEUU, que algunos compararon con la del año 1920, originada en el problema de las hipotecas subprime, el PBI al año siguiente, en el 2009 cayó 6,01%.
La decisión de aumentar las retenciones para prevenir las consecuencias originó un severo conflicto con las patronales del campo que desembocó en una crisis institucional ante la decisión del entonces vicepresidente de origen radical de votar en contra del proyecto de Ley que ya había sido aprobado en diputados y que en cámara de senadores hasta antes de su voto estaba empatado.
La puesta en marcha de medidas fuertemente anticíclicas pudieron revertir la tendencia registrando en el año 2010 una suba de 10,35% y aunque en menor porcentaje continuó aumentando en 2011. La repentina e inesperada muerte de Néstor Kirchner tiene como consecuencia para la presidenta no solamente la pérdida de su compañero de vida sino también con quien compartiera años de lucha y objetivos políticos, por lo cual el país entra en un período de incertidumbre y expectativas.
Las circunstancias que rodeaban al lamentable hecho no se presentaban para Cristina Kirchner nada fácil ya que el conflicto con las entidades agropecuarias conducida por la sociedad rural y expresado partidariamente por los medios de comunicación, especialmente el grupo Clarín y la Nación, se intensificó redoblando la tarea de desgaste político, la cual incluía entre otras cosas el pronóstico de una aplastante derrota por parte del oficialismo en el 2011, proyección que fue posteriormente desacreditada con el triunfo por el 54% de los votos por parte de la ex presidenta.
Si bien el conflicto con las entidades del campo fue tomado como bandera de la oposición y fogoneado por los medios, no fue el único tema que hizo que el gobierno de Cristina fuera objeto de las más encarnizadas críticas y acciones tendientes a desestabilizar institucionalmente el país.
Las medidas adoptadas durante su gestión afectaron la posición dominante de ciertos sectores del poder económico, las decisiones de estatizar YPF, Aerolíneas Argentinas, el Correo Argentino y el bocado más duro de digerir como fue la estatización de las AFJP produjeron la reacción en los grupos neoliberales que desde hace décadas denostan la participación del Estado en la economía.
El inconmensurable ataque del monopolio periodístico, no solamente fue por ver afectados sus intereses en las empresas estatizadas y el organismo previsional mencionado, fue también motivado por la creación de la ley de medios que apuntaba contra su posición dominante y que había sido aprobado por amplia mayoría en el Congreso de la Nación. La proliferación de noticias falsas, la utilización política de hechos luctuosos como el accidente de once, la muerte de Nisman instalaron en la sociedad un clima de angustia, que fue profundizando la discusión y direccionando su malestar hacia el gobierno hasta desembocar en 2015 en un cambio de modelo.
Lo cierto es que finalmente la llegada de Macri a la presidencia del país producto de una conjunción de todo lo mencionado y sumado a errores propios desató una explosión política en los ganadores a pesar de la escasa diferencia que habían obtenido. La persecución a la oposición, el disciplinamiento de los jueces, las violaciones del debido proceso, los allanamientos cinematográficos etc., produjo en el peronismo una paralización carente de respuesta.
Paralelamente a hechos espectaculares, excavaciones y citaciones judiciales mediante, que entretenían a la audiencia como si fuese una serie televisiva, la realidad económica entraba en un acelerado proceso de endeudamiento, de un sostenido aumento de la pobreza y la desocupación y el retorno al Fondo Monetario Internacional. Los negociados de peajes, energías renovables, blanqueos etc., gozaban de total legitimidad como también las derogaciones de leyes por decreto como la Ley de Medios como un compromiso inmediato hacia sus patrocinadores y una devolución de gentilezas.
Había vuelto el discurso de la integración con el mundo, donde el presidente encima era rubio y de ojos celeste, y que de alguna manera había heredado el estilo de aquel al cual él no escatimó en elogios a su gestión y que no dudó en calificarlo como un gran estadista, pero que por supuesto nunca se animó a repetir lo que tenía como slogan de “no los voy a defraudar” pero si teniendo incorporado como principio fundamental la sentencia de Maquiavelo a quién ese mismo “estadista” admiraba de que “el fin justifica los medios” a lo que también podría agregarse de que “los medios justifican el fin”.
Al poco tiempo de comenzar la gestión, las promesas de terminar con el impuesto a los altos salarios, la reducción de la inflación, de la desocupación y la pobreza habían quedado en el olvido gracias a la protección mediática que acompañaba la realidad queriendo crear una paralela, donde comer de la basura se podía convertir en una moda, donde veranear en el balcón del departamento era tendencia y otras lindezas que hacían que cada mañana Macri tuviera un lindo despertar y un día apacible hasta que comenzara su aficción por Netflix.
Una difusión mediática que nos mostraba la capacidad del entonces presidente para contactarse con el mundo con su impecable ingles Newman y sobre todo con los representantes del poder económico a los cuales no solamente proponía relaciones sentimentales sino además los agasajaba con banquetes que pretendían hubieran podido llegar a ser la envidia de Luis XIV, un mundo donde un día, para ser preciso el 27 de octubre de 2019, para sorpresa y bronca de Mauricio Macri se había desvanecido como un sueño o como lo que era, una mentira.