Epitafios
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Epitafios de Wimpi
El Gusano Loco - Arthur García Núñez - Wimpi -1952
Epitafios de Wimpi

Estilo lapidario se le llamó al de la literatura de los epitafios. Los hubo de una ternura emocionante como aquel que compusiera Meleagro, el poeta enamorado, para la tumba de Aisigene, una de las mocitas más  lindas de Abdera:

“Madre Tierra: ¡Salud! Séle leve  a Aisigene,
que ella ha pesado tan poco sobre ti!”.

Marcus Pacuvio —considerado como el fundador de la tragedia latina—, sobrino de Ennio, amigo de Cicerón, plagiado por Virgilio en La Eneida, redactó este epitafio para que colocaran, llegado el momento, sobre  su huesoteca —“Joven que pasas tan a prisa, esta piedra te llama. Mira y lee. Aquí yacen los huesos del poeta  Pacuvio. No tengo más que enseñarte. Adiós”.

El Cardenal de Richelieu había escrito el suyo así: “Hice mucho mal y poco bien. El bien que hice lo hice  mal y el mal que hice lo hice bien”.

En una de las lápidas del plinto sobre el que se  alza, en la plaza de la Villa, de Madrid, la estatua de  don Alvaro Bazán, marqués de Santa Cruz, hay unos versos lapidarios que terminan en estos:

“Rey servido y patria honrada
dirán mejor quién he sido
por la cruz de mi apellido

y por la cruz de mi espada.”

Francisco de la Torre y Sebil, por su parte, fue un poeta del siglo XVII, nacido en Tortosa, que alcanzó el hábito de Calatrava y la privanza del marqués de Astorga. Pero ni con eso engordó. Su fama de poeta era  pareja a su fama de flaco. De tal manera que también  él mismo se dejó escrito el epitafio:

“Aquí yace en dura calma…
Mas nada yace, porque

aqueste poeta fue
todo alma.”

Y lord Byron puso sobre la tumba de su perro:

“Tenía todas las virtudes de los hombres y ninguno de sus defectos’’.

Y luego, estuvo aquel:

“Yace aquí Fidel Maidana
tapado con esta losa.
Nunca en la vida hizo cosa
que no fuera una macana.”


La Maldición Cumplida de la Tumba de Tamerlán
Corría el año 1941 cuando un equipo de arqueólogos soviéticos abrió la tumba del Gran Tamerlán en Samarcanda. Todos ignoraron la profecía escrita en su tumba que alertaba de la gran catástrofe que se desataría si se profanaba la tumba. Dicho y hecho, dos días después, una gran catástrofe sobrevino sobre la Unión Soviética.

Hace poco, empero, encontraron el epitafio de Tamerlán. Timur-i-lan. “El cojo de hierro”.

Dice Harold Lamb, en un libro fascinante que se titula “La Marcha de los Bárbaros”, que cuando se estudien bien las campañas guerreras de Tamerlán, ha de ser considerado como el comandante de caballería más completo de la Historia.

Se hacía llamar Amir el Kadr, que quería decir El Gran Señor, en su vieja lengua tártara. Y en aquel siglo XII en que vivió, fue el terror del mundo.

Hasta los reyes de Occidente le temían y se estremecían al oír su nombre bárbaro resonando en el sobresalto de los viajeros que llegaban con el pecho jadeante y los camellos enfermos de las comarcas de Oriente deshechas y aventadas por el enemigo feroz.

Tenía por costumbre hacer levantar, a la entrada  de las ciudades que conquistaba, una pirámide hecha con los cráneos de los vencidos.

Y luego, para festejar la proeza, mientras las trompetas atronaban el aire, los jinetes de la horda desfilaban al galope tendido, haciendo restallar el brío de sus potros y los colorinches de sus vestiduras, ante el invencible emperador.

No hace mucho tiempo, una comisión de sabios soviéticos, encargada de buscar la tumba del guerrero —murió invicto mientras preparaba una expedición contra la China—, la encontró en Samarkanda. Y sobre una de las losas, como póstuma fanfarronería, como una confirmación de la trágica necedad que fue siempre característica saliente en todos los tamerlanes —o tamerlanuchos—, figura el epitafio:

“Si yo viviese hoy, la Humanidad temblaría ”  

www.guioteca.com

“Cuando me levante entre los muertos, el mundo temblará. Quien quiera que profane mi tumba habrá de desatar un conquistador aún más terrible que yo mismo”.
www.exorientelux.info

¡Pobre Tamerlán!

Charlie Gemora es el actor que encarnó los tipos de bestia más impresionantes en la historia del cine. Son inolvidables sus interpretaciones de “Ingagi”, del gorila en “La Isla de las Almas Perdidas” y de “King-Kong”. Sin embargo, decidió dejar el género porque dijo que “era un trabajo sin porvenir”. Agregó que ya nadie se asusta. Ni de King-Kong, ni de nada. El mono espantoso que horripilaba a millones de espectadores adultos unos años atrás, llegó a hacer estallar de risa hasta a los concurrentes de las matinées infantiles.

Por su parte, Boris Karloff también dejó su Frankestein, confesando, con verdadera pesadumbre, que ahora, el monstruo, en vez de empavorecer, hacía gracia.

¡Pobre Taberlán!

Los rusos, en Atomgrad, están tratando de neutralizar la ionosfera para conseguir que lleguen todos los rayos cósmicos, sin filtrar, a la tierra, con lo cual se proponen afeitar hasta el pasto.

Los norteamericanos tienen resuelta la Bomba H, que puede borrar 70.000 personas por minuto.

“Si yo viviese hoy, la Humanidad temblaría”.

¡Pobre Tamerlánl

Plugiése a los Hados que resucitara sólo un instante para asomarse a este mundo, ocho siglos más viejo y cien veces más bandido que el que él conoció y vería cómo tendrían que abanicarlo y hacerle oler Agua de Colonia.
El Gusano Loco – Arthur García Núñez – Wimpi -1952

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