Aclaración Innecesaria
Después de todo, no es imprescindible demostrar científicamente; con cifras, fechas y lugares del hecho; que el único Dios respetado por nosotros es la nostalgia. Al menos no es obligatorio hacerlo, y eso ya es suficiente para no complicarnos con demostraciones.
Pienso que la creación, cualquiera sea, es una purga purificante una catarsis del recuerdo.
Es un livianito desflecar del intro, que decora nuestro barrilete de extro. Ese cambiante volandero propio de un centenar de tonos.
¿Es compleja la metáfora, no? Si yo fuera un turro cualunque les diría “¿no la entienden? Lo siento mucho”. Pero no me callo, y joderse.
Si de pronto nos volviera una sola frase que escuchamos; con su intención, su sonido y todos los demás sonidos que la circundaron y la armonizaron; tendríamos la recomposición perfecta de un momento único. Una versión del absoluto. Tal vez una manera de sentirnos unidos al absoluto.
En este preciso momento veo una lámina que muestra un cubo rojo montado por líneas discontinuas. Puede ser cualquier expresión; bien o mal pintada; pero en el mecanismo recreativo de un recuerdo que hizo el pintor no fue nada más que un separación lejana, o una apertura del sol vista alguna vez, una mirada, o una mirada que él adivinó por encima de los ojos. E incluso eso mismo: un cubo rojo sobrepuesto a un triángulo amarillo. Pero siempre será una imagen recreada, revista; y en último caso intuida por la recordación a veces intangible, abstracta; hasta que de tan repetida comience a formar parte de la realidad diaria.
No tan compleja es la mecánica que acerca el arte moderno al clasicismo en tanto se analice con seriedad objetiva; con frialdad estadística; los procesos determinantes para que un vanguardista se convierta en un clásico. Que visto desde el punto distante ocupado por el artista- ese vehículo material del arte- no siempre debe considerarse como un hecho positivo en cuanto tantas veces lo clásico no es entendido como un punto referencial dentro de una dinámica permanente- tal cual debe comprenderse la dinámica de la creación artística- sino como un estamento inamovible. “El arte es esto y todo lo que tienda a modificarlo es una mistificación”; concepto bastante repetido y difícil de sostener seriamente, en cuanto de ser así la literatura, la pintura y la música hubieran muerto en su primera expresión. Pero ojo al cristo: esto no valida a cualquier chanta que sin ningún conocimiento elemental de la técnica, en cualquier orden, pretenda jugarla de revolucionario simplemente porque el rollo no le alcanza para otra cosa. Juego con estas palabras y algunas lunfardías no solo para ejercer una divertida complicidad con mis amigos, sino también para arrimar hasta qué punto esto no sea el código más propicio a nosotros, argentinos del doloroso ochenta y pico. El idioma del reísmo nostalgioso, que tal vez resulte una manera directa de comunicarnos. Porque pareciera que escribiendo uno esta condensado a expresar la realidad de forma inentendible para la contemporaneidad, ocupada por habito condicionado en incorporar para si las formas artísticas anteriores, que automáticamente se convierten en clásicas. Es como si el reloj bobo de las actualidades anduviera atrasado, con fiaca, o el arte trabajara en favor de los herederos y el impuesto sucesorio, según afirma el boga de mi barrio. Y cualquier gil que bien se escurra manya que el tordo la bate Justiniano.
Intento de Resistir Algo con esas Pibas Laburantes que Cruzan la Plaza de Lanús de Madrugada, Yendo, no Viniendo; a Veces Cuando Hace un Frío que ni te Cuento
Que cerca están
las malas letras de los tangos
de esa muchacha que al duro amanecer,
cuando ese tiempo atonal
cinco de la mañana,
despereza la calle.
(Algún auto le guiñan un requiebro
De gordinflón rubicundo
con toda la cara de baboso)
Un merodeo de absurdo melodrama
la quiere convocar,
envolverla en realidad pegajosa
de costurerita dando malos pasos
y según un ingenuo, sin necesidad.
Como si no resultara imprescindible
esa blusa tan linda,
con el corte moderno.
Y las sandalias, qué hermosas,
tan sólo tres tirillas doradas
que bien le quedarían.
Ser obrera de fábrica,
madrugante del alba
es decir muy ausente.
No entender bien las cosas.
Ignorar por lejanas cuestiones importantes:
Saraos.
Vernisagges.
Alta costura.
Veraneos en el mar.
Galanes rubios.