Lector
Durante la infancia amó a Pulgarcito, no solo por las aventuras del astuto niño, sino porque contaba con un pulgar más para chuparse a la hora de ir a dormir. Ya de adulto su paladar se puso más exquisito, ahora bucea en bibliotecas y librerías, y cada tanto halla un pulgar nuevo del cual enamorarse.
Ana Caliyuri
Leer, Leyendo, Leamos
Los libros son amores, y cada uno y cada cual tiene sus predilectos, e incluso hay autores y generos que cuentan con fieles seguidores.
Pertenezco a una generación cuya niñez y adolescencia estuvo marcada por las revistas de historietas, desde “Pelopincho y Cachirula”,” Archi”, “Lupin”,”Mafalda”, “Patoruzú”, “Eternauta” pasando por los personajes de las revistas “El Tony” y “D’artagnan” como los inolvidables “Nippur de Lagash” y “Gilgamesh el Inmortal”, hasta que mi memoria me lleva a las fotonovelas románticas entre las cuales ubico a la revista “Nocturno”. Luego llegó la colección Robin Hood, la colección de tapas amarillas que nos hizo conocer a “Mujercitas”, “Los Hombrecitos de Jo”, “El Mago de Oz” etc.
Era común en aquellos tiempos regalar un libro para los cumpleaños, todas disfrutábamos de ese regalo porque sabíamos que posteriormente iría de mano en mano entre el grupo de amigas. Aún hoy, nos pasamos libros entre amigas, y como el mundo de la comunicación se ha ampliado notablemente también nos recomendamos series para ver por Netflix.
Pero, retornando al tema central de esta semblanza, le hago un pequeño homenaje a mi Profesora de Literatura del Nacional Letras, la querida profe María Celia Aleandro que allá por el 72 nos hizo conocer a Gabriel García Márquez y “Cien Años de Soledad “, a Cortázar y “Rayuela”, a Hermann Hesse y “Demian” y tantas otras docentes que estimularon la lectura , entre ellas, las maestras de primaria del Normal que nos llevaron al mundo de la poesía con el poeta argentino Francisco Luis Bernárdez y su “Soneto” que aún recito de memoria o “Lo Fugaz “ con el poeta boliviano Ricardo Jaimes Freyre que me sigue provocando tristeza y profundo respeto por el sufrimiento de cualquier especie o índole.
¿En estos tiempos se lee como antaño o el mundo de la inmediatez deglute el tiempo de la lectura? ¿La inmediatez nos deja tiempo para la emoción genuina?
Preguntas que me gusta hacerme, mientras releo frases que comparto con ustedes, los que están del otro lado del puente por un instante. Instante que vale por mil segundos de mirarnos a los ojos del alma.
“Sin palabras, sin escritura y sin libros no habría historia, no podría haber ningún concepto de la humanidad.”
Hermann Hesse.
«Los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo.»
Julio Cortázar