Recova: Con el significado de “galería o corredor, que algunos edificios tienen a su frente, en vez de simple acera” es argentinismo. El letrista se refiere a la recova de la avenida Leandro N. Alem, antiguo Paseo de Julio.
Entre las antiguas tradiciones porteñas se cuenta la de los largos paseos y cabalgatas, que se realizaban con elegantes vestimentas a orillas del rio o por las calles principales de la ciudad. Los jóvenes intentaban deslumbrar a las coquetas doncellas, los mayores distraían sus horas de aburrimiento o gozaban de fresca brisa del Plata.-
El virrey Vertiz fue quien comenzó la construcción del Paseo de la Alameda, que se extendía desde el Fuerte hacia el norte, siguiendo la orilla del rio, por poco más de un centenar de metros. Hacia 1830, el Paseo llegaba hasta los cuarteles del Retiro, donde concurrían los porteños a gratificarse con la música de las bandas militares. Fue Juan Manuel de Rosas quien, en 1847, cambio la denominación de Paseo de la Alameda por la de Paseo de Julio. Con el madrinazgo de su hija Manuela, hizo colocar la primer la piedra de una muralla que, extendiéndose por todo el frente costero, iba a interponerse entre la ciudad y los embates del rio.
Los frentes de las modestas construcciones que daban cara a las aguas, estaban enlazados ente si por una especie de galería, abierta de arcos, que determinaba un largo corredor y que albergaba bajo su techo a paseantes, vendedores ambulantes, mendigos, marineros de los barcos atracados en el puerto e infinidad de pequeños locales comerciales, entre los que no faltaban las fondas y los peringundines. Después albergó también a los consabidos prostíbulos, donde en época no lejana, compadritos y orilleros, entremezclados con niños bien y marineros de otras tierras, entretuvieron sus veladas con los compases de algún tango.
La construcción de recovas reconoce una larga tradición de Buenos Aires; la más famosa de ellas se encontraba en la actual Plaza de Mayo, a la que dividía en dos, cruzándola de sur a norte.
Hacia el rio, al este se encontraba la plaza del Fuerte; hacia el oeste, la plaza de la Victoria, sitio de reunión popular, ya que a sus veredas se asomaban los portales del Cabildo, la Catedral y muchas de las cosas de las principales familias porteñas.
La Recova Vieja fue seriamente dañada durante las invasiones inglesas por lo que fue totalmente reconstruida y continuada por los frentes laterales dela Plaza de Mayo, con construcciones similares que aún persisten o se adivinan en los alrededores.
El bullicio de los comerciantes se fue apagando poco a poco, en la misma medida en que se iban deteriorando esas construcciones, envejecidas de recuerdos. El crecimiento de la ciudad y el traslado de los puntos de reunión hacia otras calles marcaron una notoria decadencia que culminó abruptamente en mayo de 1884, cuando el intendente Torcuato de Alvear hizo desaparecer su estructura en solo 15 días, para inaugurar en las fiestas mayas de ese año una remozada plaza, casi idéntica a la actual. Solo se salvó dela piqueta la histórica Pirámide y ello gracias a la gestión de tres ex presidentes: Avellaneda, Mitre y Sarmiento.
El progreso es bueno, pero también deberíamos aprender a guardar nuestras tradiciones, incluidos los viejos edificios señoriales, que son como las fotos de familia; las guardamos y conservamos porque nos recuerdan a quienes nos precedieron.
Vieja Recova
La otra noche mientras iba caminando como un curda,
tranco a tranco, solo y triste, recorriendo el veredón,
sentí el filo de una pena que en el lado de la «zurda»
se empeñaba traicionera por tajear mi corazón.
Entre harapos lamentables una pobre limosnera
sollozando su desgracia a mi lado se acercó,
y al tirarle unas monedas a la vieja pordiosera
vi que el rostro avergonzado con las manos se tapó.
Yo la he visto cuando mozo ir tejiendo fantasías
con sus sueños de alto vuelo y sus noches de champán.
¡Pobrecita! quien pensara los finales de sus días
y en la trágica limosna vergonzante que hoy le dan.
Me alejé, Vieja Recova, de su lado, ¡te imaginas,
de la amiga de otros tiempos, qué dolor llegué a sentir!
Lo que ayer fuera grandeza hoy mostraba sólo ruinas,
y unas lágrimas porfiadas no las pude desmentir.
Vieja Recova,
rinconada de su vidas
la encontré sola y perdida
como una muestra fatal.
La mala suerte
le jugó una carta brava,
se le dio vuelta la taba,
la vejez la derrotó.
¡Vieja Recova, si vieras cuánto dolor!
Letras de Enrique Cadicamo y música de Rodolfo Sciammarella . Carlos Gardel grabó este tango con los guitarristas Guillermo Barbieri, José María Aguilar y Ángel Domingo Riverol, en abril de 1930.- Es memorable la versión que Juan D´Arienzo con su cantor Juan Carlos Lamas, dejó en setiembre de 1941. No debe olvidarse tampoco la interpretación de la orquesta de Osvaldo Puliese con Jorge Vidal (mayo de 1950).
Letras de Tangos – Tomo III – 1997