Pocos privilegiados tienen el honor de entrar en el Olimpo del deporte, independientemente cual sea el país que les tocó nacer. Argentina siempre fue cuna de talentos indescriptibles, esas anomalías capaces de elevar la disciplina de su elección a nuevas altitudes.
Pocos privilegiados pueden escribir su nombre en la Historia, y Carlos Monzón fue uno de ellos. Lo hizo con la fuerza de sus brazos, la velocidad de sus piernas y su intelecto para desplegar tácticas adecuadas en el cuadrilátero. El boxeo nacional tuvo el honor de contar con la representación mundial de este pugilista.
Así como la gloria deportiva puso a Escopeta (tal era su apodo) en las tapas de todos los medios y en lo alto de cuanto ranking mundial existe, también pasó a la infamia por haber asesinado a su esposa, Alicia Muñiz, madre de su hijo Máximo. El ídolo no sólo había caído en la desgracia del alcohol, sino que terminó en la cárcel tras un juicio plagado de controversias y en extremo mediático.
La ruta provincial 1, a la altura Los Cerrillos en Santa Fe, reunió a Monzón conla muerte, a bordo de su automóvil. A más de ciento cuarenta kilómetros por hora, de alguna forma, mordió banquina, volcó más de siete veces, impactó contra un ceibo y, tras desviarse casi cuarenta metros del asfalto, al costado de la ruta murió instantáneamente una leyenda del deporte nacional. El ex boxeador gozaba de salidas transitorias al final de su condena, viajaba por ese camino para ir a entrenar a profesionales y amateurs en la capital de la provincia. A bordo del auto iba su amigo Jerónimo Mottura, quien también murió en el acto.
Semejante carrera y vida repleta de éxitos, controversias y tragedias fueron inspiración para múltiples libros biográficos, canciones, una película documental estrenada en 1996 titulada Carlos Monzón: el segundo juicio, dirigida por Gabriel Arboís apenas un año después de la muerte del ídolo.
No fue sino hasta el año 2019 que una productora decidió llevar adelante una serie relatando toda la vida del campeón de peso mediano, concentrándose no sólo en la parte deportiva o en el asesinato de Alicia Muñiz, sino en todos los momentos importantes en la vida del pugilista. La producción se tituló Monzón, a secas, y fue protagonizada por Jorge Román como el boxeador en su vida adulta y por Mauricio Paniagua en su versión joven. El elenco protagónico se completó con —entre otros artistas— Carla Quevedo en el papel de Alicia Muñiz; Soledad Silveyra hizo de la madre de la mujer; Yayo Guridi le dio vida a Alberto Olmedo, y Celeste Cid personificó a Susana Giménez.
Pablo Bossi estuvo a cargo de la creación de la serie, que contó con trece episodios escritos por Francisco Varone, Gabriel Nicoli, Gabriela Larralde y Leandro Custo. La dirección recayó sobre Jesús Braceras, y entre todo el equipo técnico y artístico consiguieron crear una narrativa apasionante, con reconstrucciones de las diferentes épocas tanto en Argentina como en diversos parajes del globo en donde peló Monzón.
Para quienes no tuvimos la oportunidad de vivir la historia del boxeador en tiempo real, Monzón es una serie ideal para comenzar a explorar la vida del deportista. Lejos de concentrarse solamente en los aspectos más escabrosos, los capítulos se dividen entre la investigación por el asesinato de Alicia Muñiz —que en su momento no fue calificado como femicidio porque dicha figura legal no existía en el código penal y procesal— junto a los orígenes humildes del hombre nacido en San Javier, Santa Fe, y cómo consiguió abrirse camino en el mundo de un deporte en extremo competitivo, cuya gloria se reserva para unos pocos elegidos.
En su momento la señal de cable Space emitió en exclusiva la miniserie. En sucesivas repeticiones se hablaba sobre el femicidio, ya que Monzón funcionó como un disparador para discutir la figura del ídolo deportivo con una lente actual. La sociedad presente no fue la misma que juzgó al boxeador en 1988, y si bien a Monzón se lo sigue recordando como una de las leyendas nacionales, es importante poner en perspectiva que aquel asesinato —en su momento calificado como homicidio simple— constituyó un femicidio.
Aparte del asesinato y el juicio, Monzón reconstruye algunas de las peleas más emblemáticas del deportista, su apasionado romance con Susana Giménez tras la filmación del largometraje La Mary entre otros episodios destacados de su convulsionada vida.
Independientemente de lo que el espectador pueda pensar hoy sobre Carlos Monzón, este retrato biográfico audiovisual es un producto de excelente calidad, que maneja muy bien los temas más sensibles sin caer en sensacionalismos, y ofrece actuaciones de gran nivel que honran la enorme y trágica historia detrás del mito deportivo.
Los trece episodios se encuentran disponibles en Netflix.