La década de los años sesenta marcó el fin de los imperios coloniales en Asia y Africa. El proceso de independencia iniciado al fin de la Segunda Guerra Mundial en los dominios europeos transoceánicos, tuvieron profunda repercusión en las metrópolis. Una de esas colonias embarcadas en la guerra de liberación, fue Argelia; nación a la que los franceses consideraban una provincia suya. En 1958 la crisis política amenaza la estabilidad institucional francesa, fogoneada por el conflicto argelino. Frente a esa delicada situación, el presidente Coty convoca al héroe de la Resistencia anti nazi, el general Charles De Gaulle a formar gobierno. El veterano líder a quien se consideraba retirado de la política activa, salva a su país del caos, enfrenta un golpe militar de extrema derecha y pone fin al drama argelino, reconociendo la independencia de esa nación.
En un mundo dividido por la Unión Soviética y EE.UU. en zonas de influencia, parece no haber lugar para las aspiraciones francesas. Entonces De Gaulle ya presidente, inicia un acercamiento al llamado Tercer Mundo que trata de ser alternativa entre ambas superpotencias. Esa estrategia es la que en 1964 lo alienta realizar una gira por Latinoamérica. El 3 de octubre de ese año arriba a La Argentina el mandatario galo con sus 74 años a cuestas y una agenda maratónica por diez países de la región, que excluye expresamente a los EE.UU.
Argentina mientras tanto vive sus propias contingencias, enmarcadas por el enfrentamiento entre el gobierno radical de Arturo Illía y el peronismo formalmente proscripto pero presente en los conflictos gremiales y las manifestaciones callejeras que reclaman la vuelta de Perón y el goce de los mismos derechos que otras fuerzas políticas. Así es que frente a la ilustre visita, el jefe justicialista ordena recibirlo “como a uno de los nuestros.”
La prueba de fuego es el acto en la porteña Plaza Francia, donde los abucheos a los funcionarios radicales se mezclan con los vítores al General Exiliado y un estribillo que reiteradamente explica el homenaje peronista al francés:
“Perón, De Gaulle;
Tercera posición.”
La misma situación se repite en la Asamblea Legislativa que sesiona en agasajo al visitante:
“Perón, De Gaulle;
Un solo corazón.”
Cuando De Gaulle se traslada a Córdoba para cerrar su periplo argentino, los cánticos van de la mano con enfrentamientos entre policías y manifestantes que dejan un importante saldo de detenidos, entre ellos importantes dirigentes sindicales y algunos lesionados.
Horas después, Charles De Gaulle viajaba rumbo a Asunción del Paraguay.
Libro Cánticos Populares – Roberto Bongiorno – Editorial Biblioteca Nacional – 2015