El Pasamanos
Los caminos de la niñez tienen muchas aristas. Aquellos que los transitamos durante la década del cincuenta al sesenta portamos el sello de ser hijos de las revistas y los libros que, de modo singular, circulaban por el barrio. Digo singular porque cada lugar tendrá su historia que vale la pena recordar; en el mío nos intercambiábamos desde la revista D’artagnan con los amados personajes Nippur de Lagash y Gilgamesh el inmortal , La cabaña del tío Tom,la novela de Harriet Beecher Stowe, Mujercitas y Los hombrecitos de Jo de Louisa May Alcott e incluso poesía, hasta llegar a Cien años de soledad de Gabriel García Márquez que fue material de lectura de la amada Escuela Normal de Tandil propuesto por la querida profesora de literatura María Celia Aleandro, sin olvidarnos de discurrir por las obras de Cortázar, Borges y muchos otros autores, incluso libros que luego fueron prohibidos durante la dictadura como Gracias por el fuego de Benedetti y muchos más.
También nos intercambiábamos datos de películas basadas en novelas, y luego venía el gran debate del grupo de amigos ¿qué te gustó más la película o la novela? ¿Supo el director captar o no la esencia del libro? Y en caso de no haber leído el libro en que se basaba la película que habíamos visto corríamos a la biblioteca para hallarlo, o alguno del grupo de pertenencia lo compraba para hacer el pasamanos literario. Tal vez por ello, soy de las que no pone notas al margen de las páginas de un libro ni lo subrayo, la antigua costumbre de mantenerlo “virgen” e inmaculado para los que lo iban a leer posteriormente.
Hoy por hoy, nos intercambiamos libros y series propuestas por plataformas pagas. En los últimos tiempos nos hemos visto inundados por series, algunas basadas en libros y otras escritas para la finalidad de ser solamente una serie. ¿Las debatimos como antes? Si. La pregunta sería si estamos o no perdiendo el hábito de la lectura, si el mundo de la inmediatez le está ganando espacio al mundo de las letras o en su defecto si todo suma a la expresión de un tiempo y sus culturas. Yo prefiero inclinarme por la suma de los factores que penetran en mi mente para intentar comprender el ayer, el hoy y proyectar la imagen del mañana. En definitiva, todos son lenguajes que sirven a la comprensión humana, y como en todo crecimiento social, la familia, la escuela y el barrio también tienen la palabra…