Ser una Mil Veces Hasta Llegar a Ser lo que Deseamos Ser
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), poeta sevillano, fue uno de los máximos representantes del posromanticismo en España. En esta corriente la forma no tiene tanta importancia como el tema que se trata, las emociones y las ideas que el autor quiere expresar. Es un tipo de poesía que es más personal e íntimista. Debido a ello, las métricas posrománticas son muy variadas, y se rompe con la estructura que era común durante el Romanticismo; hay muchas voces y, cada poeta, defiende sus ideas como más le place.
Bécquer en su poética toca temas como la poesía, el amor, el desengaño, la soledad y la muerte.
La Rima XXIII, breve rima de cuatro versos octosílabos, describe los sentimientos hacia su amada y el infinito qué daría por un beso correspondido. Cabe destacar que, en aquellos tiempos, muchas veces el objeto de la poesía era el amor por una mujer, y a su vez, la mujer tomaba “vuelo” e incluso existencia por el hecho de ser nombrada.
XXIII
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso… yo no sé
qué te diera por un beso.
Los tiempos han cambiado, las rimas son libres como libres son las mujeres y sus propios deseos, proyectos y realizaciones que van mucho más allá de un beso. Las mujeres de hoy, afortunadamente, afortunada…mente construyen el horizonte con mucha más amplitud que en el pasado.
“Por una mirada, un mundo;”
Las miradas de las mujeres de hoy se gestan con los anteojos de ver de cerca y de lejos (metafóricamente hablando) y es así como se aman, se rompen, se reconstruyen, y se alzan, tanto en sus vidas personales como profesionales hasta lo inimaginado, es decir que timonean su propia mirada sin necesidad de tener que cruzarla con nadie para sentirse completas. Claro que no siempre mirar es ver o en todo caso no siempre la mirada devela el misterio que ahonda su portadora. Mi abuela decía que la mirada es la ventana del alma, me gusta pensarlo de ese modo, entonces habrá tantas miradas como seres habiten en el universo íntimo de cada ser humano.
“Por una sonrisa, un cielo;” dice el poeta, y sí, sonreír es algo así como abrir las puertas de la empatía, es decirle al otro/a/e a partir de un gesto afable, que somos humanos, que podemos comprendernos y apreciarnos y no porque nos falten problemas, sino porque hemos desarrollado la capacidad de la resiliencia.
“por un beso… ¡yo no sé
qué te diera por un beso!”
En honor a la verdad, hoy por hoy, el romanticismo no cotiza en bolsa porque entra en juego el “cervello” (cerebro) y sin un cerebro que funcione a la par de una buena conversación, idea o proyecto, un beso es solo una mera aproximación de deseo que, a los tiempos que corren, es tan fugaz como la vida misma. Hasta el mismísimo lápiz labial moderno no deja rastro, no deja manchas, se los conocen como los lápices labiales no transferibles, que en verdad se parecen bastante a la mujer de hoy: antes del deseo del otro está el propio deseo y no es transferible y no hay cielo ni mundo que ella no intente conquistar, ergo, se necesita mucho más que un buen verso escrito para llamar la atención.
En fin, digamos que es necesario el juego de palabras poéticas para hacer un viaje en el tiempo y recordar a nuestras abuelas que solo eran o se sentían realizadas en función de que alguien las mirase más allá del propio espejo.
XXIII
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso… yo no sé
qué te diera por un beso.
Bécquer
En todo caso me nace responder desde mi pequeño rincón del universo:
Nuestro mundo, muchas miradas
nuestros cielos, infinitas sonrisas
e infinitos besos caben en la idea
como la idea que se gesta en un beso.